Cuando los españoles llegaron a América a descubrir estas mágicas tierras se encontraron con una realidad que les llamó poderosamente la atención: los pueblos indígenas utilizaban unas semillas como monedas de pago por sus productos.
Esas semillas eran, en realidad, granos de cacao, que provenían de la Amazonía y que los españoles también llevaron de vuelta a su país, junto a aquello que por allá no se cultivaba como el tabaco y las papas. Por siglos, Colombia olvidó cultivar esta suerte de moneda de oro, mientras que otros países, ubicados en el denominado cinturón ecuatorial, vieron en ella una gran riqueza natural, es el caso de los africanos, que hoy concentran el 70% de la producción mundial.
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Apenas unas décadas atrás comenzaron a sentarse las bases para que Colombia cambiara esa visión sobre el cacao, y con el empuje de los empresarios logró pasar de una producción de 14.000 toneladas en 1960 a 62.000 toneladas registradas el año pasado, que ubica al país como el décimo productor en el mundo. Hoy 65.000 familias viven de estos cultivos, en 29 departamentos.
Pero las posibilidades de crecimiento aún son inmensas, teniendo en cuenta que el país aporta al mercado apenas el 1,2% de la producción mundial y que hoy el precio de la fruta pasa por su mejor momento, un ‘boom’, por decir lo menos.
Por esa razón, empresas como la Compañía Nacional de Chocolates, del Grupo Nutresa, están embarcadas en un ambicioso proyecto de alto impacto económico, social y ambiental, para continuar con el fortalecimiento de la cadena cacaotera, el desarrollo territorial y la productividad en el campo.
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Soñar y avanzar
Es así como desde las Misiones Territoriales, en el marco de la política nacional contra las drogas, se soñaban un plan para sustituir 10.000 hectáreas de cultivos ilícitos. El Grupo Nutresa tenía la capacidad y la experiencia para ejecutarlo. En un momento se juntaron las voluntades de las partes y comenzó el diseño de la iniciativa, que fue presentada hace pocas semanas en un evento al que asistió el presidente Gustavo Petro, en la sede de la Nacional de Chocolates, en Rionegro.
“Les dijimos, ustedes sueñan con 10.000 y nosotros les ofrecemos 15.000 hectáreas para el programa, porque es un aporte importante para aumentar la producción”, recuerda Carlos Ignacio Gallego, presidente de Nutresa, a los aliados de esta iniciativa.
Así comenzó el montaje de un plan que tiene varias aristas de valor agregado para que las metas soñadas se cumplan. Gallego las divide en cinco iniciativas, por un lado, y una más que representa la “joya de la corona”, en otro frente.
La primera es la instalación de viveros en distintas zonas del país para que produzcan 10 millones de árboles, en cinco años. Como en cada hectárea se siembran 1.000 árboles, de esta forma se garantiza el material vegetal para 10.000 héctareas. Este trabajo se hará en alianza con Agrosavia y ya se están buscando las áreas para su ubicación estratégica, según los municipios priorizados por el Gobierno Nacional y las Misiones Territoriales en sustitución de cultivos ilícitos.
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De ahí se deriva la segunda iniciativa: Grupo Nutresa asumirá la mitad del costo de mantenimiento de los viveros durante esos 5 años y el resto lo pagará el Gobierno.
La tercera iniciativa estará encaminada a transferir el conocimiento que tiene la compañía en la cadena cacaotera. Durante cinco años formarán personal en buenas prácticas agrícolas. Este tema es relevante, dice Gallego, porque de esto depende una mejor calidad de los cultivos. “Muchos de nuestros cultivadores tienen asociaciones y cooperativas. Vamos a capacitarlos en todo aquello que impacta la producción, desde el injerto en las frutas, hasta la siembra, la poda y el almacenamiento para que no pierdan los granos”.
Justamente, como la experiencia ha demostrado que los cacaoteros se juntan para crear asociaciones y cooperativas —el año pasado por ejemplo, el 48% de las compras de grano se hizo de forma directa a estas organizaciones de agricultores—, Nutresa quiere formarlos en herramientas administrativas para asegurar su buen funcionamiento. Esta capacitación se hará también durante cinco años.
Y para mejorar los ingresos de estas familias, la quinta iniciativa es el compromiso de la compañía de desarrollar clientes fairtrade (sistema que conecta a agricultores y trabajadores con consumidores) en el exterior, dispuestos a pagar primas de precio por condiciones sociales y ambientales, y compartir esta mayor utilidad con las asociaciones de campesinos y cooperativas. “Buscaremos clientes que pagan primas por sostenibilidad en temas sociales, o porque reemplazó un cultivo ilícito, o porque proviene de mujeres cabeza de hogar, si logramos esa prima la compartiremos con las familias cultivadoras”.
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Aquí es importante mencionar, como lo explica Juan Fernando Castañeda, presidente de la Compañía Nacional de Chocolates, a los cacaoteros se les paga hoy el 85% del valor del grano en la Bolsa de Nueva York, en contraste con el 30% o 40% que reciben los del mercado africano producto de la intermediación. En 2023, el valor de las compras a los cacaoteros colombianos fue de $414.600 millones.
El otro frente, que se lo soñaría cualquier campesino cuando está sembrando y es la “joya de la corona” o la cereza del pastel de este proyecto, es que la Compañía Nacional de Chocolates firmará con ellos una carta de compromiso de compra a precio de mercado, es decir, sobre ese 85% que marque la bolsa, pero con la libertad de que si alguien le paga un mejor precio puede venderlo a ese tercero.
“Eso es una machera. Porque los campesinos con esa carta compromiso, en los bancos los aceptan como sujetos de crédito. Pero además, que uno sepa que tiene asegurada la venta de su cosecha es un gran incentivo. Esos granos de cacao son plata en efectivo”, asevera Gallego.
¿Qué pasa si el comprador no necesita todo ese grano? La respuesta la da Castañeda: “igual lo compramos y lo exportamos”.
Las proyecciones sobre esas compran indican que a esos cacaoteros se les pagarán cerca de $150.000 millones anuales, que se traducen en $1,5 billones, en diez años, constituyéndose en aportes al desarrollo y la productividad en el campo.
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Elevar la productividad
En el plan de aumentar y mejorar la productividad de los cultivos de cacao, la Compañía Nacional de Chocolate viene construyendo unos viveros desde hace cinco años, que se han convertido en una especie de laboratorio para asegurar la sostenibilidad de los cultivos.
“Estos viveros están en nuestras granjas. Montamos en Codazzi, Cesar, y San Martín, Meta, que tienen capacidad productiva de alrededor de 2 millones de plántulas al año. Esto es fundamental porque queremos que la productividad por hectárea mejore, porque esto no es simplemente poner la semilla y listo. Normalmente, un árbol de cacao de alta productividad es con un sistema de raíces muy fuerte que se deja crecer y se injerta con una rama de un árbol de alta productividad, entonces tienes la mejor raíz posible con las ramas más productivas. Y un árbol dura entre 30 años y 35 años”, explica Castañeda.
La productividad promedio en Colombia por hectárea es de 453 kilos y la meta soñada es elevar a 1.000 kilos. Esto equivale a un incremento del 120,75%.
Para ello, hay que elegir bien el suelo, los clones, los árboles que se van a sembrar y usar las buenas prácticas agrícolas, que tienen que ver con las podas adecuadas. Lo ideal, entonces, es sembrar en terrenos aptos entre 200 metros y 900 metros sobre el nivel del mar, que no tengan alto contenido de cadmio y que no hayan sido deforestados.
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Como esta iniciativa al final del día es de sostenibilidad, como dicen Gallego y Castañeda, con gran impacto en temas sociales, económicos y ambientales, de tiempo atrás vienen trabajando con las familias cacaoteras. Una muestra de ello son los 115 proyectos inclusivos que impactaron a 17.000 familias en 28.000 hectáreas y que les valió el sello de la Andi como Empresa Incluyente por el trabajo que se hace en la cadena productiva.
En transferencia de conocimiento han formado a 48.000 cacaoteros en buenas prácticas agrícolas. “En las granjas tenemos escuelas y les hacemos un entrenamiento de buenas prácticas”, afirma Castañeda.
Y está Atenea, un programa de sostenibilidad de Cordillera, que busca generar transformación de largo plazo en las mujeres productoras de cacao y que comenzó con seis asociaciones del Urabá antioqueño. No hay que olvidar que una de cada tres familias cacaoteras tiene como cabeza a una mujer y con ellas se trabaja en empoderamiento y liderazgo, educación financiera y emprendimientos de chocolatería, que hoy, por ejemplo, se venden a Estados Unidos.