5,8%
de la población mundial entre los 15 y 64 años de edad ha consumido droga alguna vez.
Un contenedor sospechoso alertó a los analistas del Centro de Selección de Objetivos de la Dirección Antinarcóticos, en la zona portuaria de Cartagena. Lo primero que les llamó la atención fue el destino: la ciudad de Amberes, en Bélgica, comúnmente usada por los criminales como centro de acopio y distribución de cocaína en el Viejo Continente.
La corazonada no les falló cuando revisaron el contenedor, el pasado 7 de abril. Ocultos entre varios bultos de cacao, los uniformados encontraron 2.000 paquetes rectangulares, los cuales contenían dos toneladas de cocaína, valoradas en 2.005 millones de dólares. Según el informe de la Policía, “con este resultado se evitó la circulación de 205 millones de dosis”.
Los paquetes iban marcados con símbolos diferentes, como tréboles y logotipos de marcas de carros, dependiendo del cartel que lo estaba esperando para tu redistribución en diferentes países.
Con base en información de Inteligencia y documentos de Europol y la ONU, EL COLOMBIANOS reconstruyó las principales rutas de la cocaína colombiana en la actualidad, identificando en esta telaraña criminal los 11 principales centros de acopio y distribución de este alcaloide, y qué es lo que sucede en esos lugares.
Origen y despacho de la droga
Según el más reciente monitoreo de cultivos de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Crimen (Unodc), a 2022 se habían detectado en nuestro país 230.000 hectáreas de coca en 185 municipios.
Estas poblaciones se caracterizan por la presencia de grupos armados ilegales que controlan la producción, tanto en la siembra como en la cosecha y transformación a clorhidrato de cocaína en los laboratorios rústicos.
El potencial de producción anual es de 1.738 toneladas métricas de cocaína, con tendencia al crecimiento debido al pobre desempeño del Gobierno colombiano en la erradicación de cultivos ilícitos: del récord de erradicación de 21.674 hectáreas en 2021, se bajó a 2.766 en 2023, según el MinDefensa.
La lista de clientes interesados en la cosecha es extensa, pero en los últimos tiempos sobresalen los carteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación; el cartel de Los Balcanes, como se le conoce a un grupo de organizaciones (algunas enemigas entre sí) de Albania, Montenegro, Serbia, Croacia y Macedonia, entre otros países de esa región europea; los carteles de los Soles y de La Guajira (Venezuela); las mafias italianas ‘Ndrangheta y Cosa Nostra; el Clan Devesa (España y África); la Mocro Maffia (Marruecos y Países Bajos); y coaliaciones de traficantes independientes de Colombia, Ecuador, Reino Unido, Turquía, Rusia y China.
Para la salida de la droga, rumbo a estos clientes internacionales, hay rutas aéreas y marítimas que salen de los puertos y playas de Buenaventura, Urabá antioqueño, Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, Tumaco (Nariño), Chocó, Cauca, La Guajira, Norte de Santander y Llanos Orientales.
Venezuela es una de las principales plataformas de exportación, gracias a la expulsión de la DEA (2005) y a los convenios entre autoridades corruptas, guerrillas productoras de coca y narcos.
Un ejemplo de esto es la extradición a Estados Unidos y posterior condena a 21 años de cárcel del general (r) Clíver Alcalá, proferida hace dos semanas. Se probó en estrados que este oficial del Ejército venezolano fue un artífice del cartel de los Soles y conspiró con las Farc para el despacho de miles de toneladas de cocaína desde su nación.
Otra importante plataforma de exportación del alcaloide es la zona portuaria de Guayaquil (Ecuador).
Esta ciudad se ha transformado en una central de negocios de la mafia mundial, adonde confluyen grupos locales que custodian los cargamentos (como “los Choneros” y “los Lobos”) y capitales extranjeros de dudosa procedencia que financian la operación.
Desde Guayaquil se regula el 75% del comercio exterior de Ecuador, lo cual es aprovechado por los narcos para camuflar sus cargamentos en embarques de camarones y frutas, especialmente.
La bonanza de la cocaína, que se disparó desde la pandemia de covid-19, tiene a esa país envuelto en un torbellino de violencia, protagonizada por bandas narcotraficantes auspiciadas por carteles forasteros. El presidente Daniel Noboa tuvo que reconocer la existencia de un conflicto armado interno para que las Fuerzas Militares pudieran combatir a esos grupos.
América, África y Oceanía
Aunque la cocaína que va hacia Norteamérica suele hacer escalas en Las Antillas y Centroamérica, los principales puntos de acopio están en México y Florida (EE.UU.).
La distribución en las calles estadounidenses es regentada por los carteles de Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa, aunque también hay participación de grupos mexicanos más pequeños y de organizaciones de Italia, Albania, Cuba, Jamaica, Canadá, Países Bajos, Rusia y China.
EE.UU. sigue siendo el mercado más grande para los vendedores de cocaína, con cerca de 7 millones de consumidores de ese estupefaciente.
La ruta africana, si bien es explotada hace tres décadas, según los registros de la DEA, ha cobrado vigencia recientemente por la entrada en acción de la Mocro Maffia. Así se le dice a un conjunto de organizaciones narcotraficantes compuestas por integrantes de origen marroquí y neerlandés, con una fuerte presencia en la región del Magreb (costa mediterránea africana) y raíces culturales musulmanas.
Guinea Bisau, en el costado occidental del continente negro, es otro de los puntos estratégicos para el acopio del alcaloide. La Casa Blanca ha denunciado hace tiempo una flagrante cooperación entre las autoridades y los traficantes, no solo para recibir los cargamentos, sino para transportarlos por vía terrestre hacia el Magreb. En este comercio ilícito participan facciones extremistas como Al Qaeda y Boko Haram, que a veces actúan como transportistas y otras como compradores.
En el Medio Oriente, Dubai, uno de los siete Emiratos Árabes Unidos, es una importante central de negocios para los narcos, que primero vieron allí la oportunidad para lavar sus activos entre los petrodólares y el sistema financiero conectado con todo el mundo. Luego instalaron oficinas de comercio exterior, intercambio de moneda y telecomunicaciones, como fachadas para controlar las redes de tráfico en Europa, Asia y Oceanía.
En Dubai es muy activo el Grupo Taghi, uno de los clanes más poderosos de la Mocro Maffia; así como los albaneses de Kompania Bello. También se han detectado eslabones de dos grupos colombianos: el Clan del Golfo y la Nueva Junta Directiva del Narcotráfico.
El punto de acopio y distribución más lejano queda en Australia y da acceso al mercado de Oceanía, donde un kilo de cocaína cuesta 200.000 dólares, diez veces más que en Florida (US20.000).
De acuerdo con datos de la ONU, en el pequeño continente el consumo de cocaína supera a las demás drogas en el rango de población de 15 a 64 años y su mercado está por encima de 750.000 usuarios.
Distribución en Europa
De los 11 centros de acopio y distribución global, cinco están en Europa, cuyo número de usuarios de cocaína ronda los cinco millones.
Los preferidos por las nuevas generaciones de narcos colombianos son los puertos marítimos de Roterdam (Países Bajos), el más grande de Europa y el tercero del mundo (después de Singapur y Shangai); y de Amberes (Bélgica), el segundo en tamaño del Viejo Continente, con capacidad para recibir embarcaciones de hasta 100.000 toneladas.
La prolija actividad comercial de estas terminales es aprovechada para disimular los despachos de droga, como el que iba oculto en el cacao, descubierto hace dos semanas en Cartagena.
En esas dos ciudades hay células de los carteles más poderosos del planeta, que la reciben y distribuyen luego a Europa Central, los países nórdicos, Reino Unido y Rusia.
Un escenario similar se presenta en los puntos de acopio de la Costa del Sol (España) y Calabria (Italia), dos de los lugares más antiguos para el tráfico mundial de cocaína, pues están activos desde los años 80, cuando los carteles de Medellín y Cali se dieron a la tarea de conquistar a los adictos europeos.
Finalmente, Turquía es otro inquietante centro de acopio y tránsito para estas rutas clandestinas, en especial el área portuaria de Estambul, desde donde se reparte a Los Balcanes, Medio Oriente, Asia y Oceanía.
Según el Análisis del Mercado de Drogas 2024 de Europol, ese negocio da ganancias anuales de, por lo menos, 31 billones de euros, de los cuales la cocaína pone 11,6 billones (37%), siendo el segundo estupefaciente más consumido en Europa, después del canabis.
Pese a los esfuerzos de las autoridades mundiales, este tráfico no se detiene. La producción en Colombia está desbordada, así como la demanda en otras latitudes. La ineficacia y la corrupción de los gobiernos frente a este problema facilitan que crezca año tras año.
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