A orillas del río Magdalena, un pescador revisa sus redes con frustración: entre los peces capturados, aparece, de piel lisa y boca ancha, un desconocido del que sabe hace años: el pez basa (Pangasianodon hypophthalmus), una especie exótica originaria del sudeste asiático que amenaza, desde hace aproximadamente una década, con desplazar a las especies nativas y alterar el equilibrio ecológico de Colombia.
Le puede interesar: Descubren en Cerro Tusa una planta única en el mundo: la Aphelandra montis-tusae
Para entender el impacto de su proliferación y las medidas necesarias para prevenir su expansión, hablamos con Hernando García, director del Instituto Humboldt, quien nos explicó de qué se trata el ABC del pez basa, un documento recientemente publicado por el centro de investigación que reúne información científica sobre sus efectos ecológicos, económicos y sociales, y por qué el país debe actuar antes de que esta especie se convierta en una crisis ambiental irreversible.
El pez basa es conocido por su capacidad invasora ¿Cuáles son los mecanismos biológicos específicos que le permiten adaptarse y proliferar rápidamente en un entorno ajeno como el colombiano?
“Son varias. En primer lugar, sus hábitats en Asia, especialmente en la cuenca del Mekong, tienen una gran similitud con varios ríos colombianos, como el Magdalena, el Amazonas y el Orinoco. Segundo, la especie posee una alta capacidad de adaptación a diferentes ecosistemas: crece rápidamente y, en apenas dos o tres años, alcanza la madurez reproductiva, lo cual quiere decir que en esa edad, una hembra puede desovar más de un millón de huevos en una sola puesta, garantizando así que la especie se multiplique rápidamente.
Tercero, es tolerante a diversas condiciones del agua, incluyendo las que tienen bajas concentraciones de oxígeno y las que tienen la característica de estar muy contaminadas. Cuarto, se alimenta de una amplia variedad de fuentes, desde detritos hasta pequeños insectos y peces. Quinto, sus patrones migratorios se ajustan perfectamente a las cuencas de los ríos colombianos, como el Magdalena, donde puede desplazarse desde la desembocadura hasta la cuenca alta”.
¿La presencia de esta especia impacta o podría impactar el equilibrio de las cadenas tróficas y la calidad del agua de los ecosistemas colombianos?
“Sí. El pez basa comparte características con varias especies de bagres del río Magdalena, como el bagre rayado (Pseudoplatystoma fasciatum) que es endémico de esta cuenca, o como la doncella (Ageneiosus pardalis), así que si logra establecerse y proliferar allí, competirá directamente por hábitat y alimento con estas especies nativas, poniéndolas en un peligro mucho más crítico.
En ese sentido, desde la ciencia podemos predecir esa competencia y los efectos negativos que ella podría ocasionar en la biodiversidad local, pero no podemos aún predecir con claridad otros posibles colapsos en las relaciones ecológicas del ecosistema”.
¿Qué repercusiones reales ha tenido el pez basa en la economía local y en la seguridad alimentaria de las comunidades más afectadas?
“El río Magdalena es un río enfermo que enfrenta múltiples problemas, como la deforestación, la contaminación por aguas negras y por la minería ilegal que llega del bajo Cauca, lo que lo convierte en un ecosistema ya debilitado. La sobrepesca y la construcción de represas también han afectado gravemente su salud. Estas condiciones hacen que cualquier nuevo factor negativo, como las especies invasoras, empeore aún más la situación.
Uno de los síntomas de esta ‘enfermedad’ del río Magdalena es el colapso de las pesquerías: en los últimos 40 o 50 años, las estadísticas de pesca han caído drásticamente, pasando de más de 80.000 toneladas anuales a menos de 10.000 toneladas.
Así que este descenso afecta directamente la soberanía alimentaria y la seguridad de las comunidades de pescadores, quienes dependen de las especies locales para su alimentación diaria, y quienes desde la Confederación de Pescadores Artesanales del Río Magdalena, se ha opuesto a la introducción de esta especie con potencial invasor, ya que consideran que su establecimiento podría agravar aún más esta situación, afectando las especies fundamentales para su canasta alimentaria y, por lo tanto, su supervivencia”.
Hablando de enfermedades, el pez basa es portador de ellas y de parásitos ¿Qué consecuencias sanitarias podría traer de propagación para otras especies nativas y para la salud pública?
“Claro, el pez basa está documentado, en varios países, como portador de parásitos, especialmente en situaciones de confinamiento en piscicultura, pero lo que más nos debe preocupar es el impacto que esto pueda tener sobre las poblaciones naturales y silvestres de especies en el río Magdalena, porque este río, ya afectado por diversos factores como la contaminación y la sobrepesca, se vería aún más comprometido con la introducción de nuevas enfermedades.
Es decir, esto podría empeorar aún más la situación ecológica y de salud del río, afectando no solo a las especies ya amenazadas como el bagre rayado y la doncella, sino también al equilibrio de todo el ecosistema acuático”.
Para saber más: Récord mundial: enero de 2025 fue el más cálido de la historia
¿Considera que las políticas actuales son suficientes para enfrentar los riesgos que esta especie presenta o se requieren ajustas y nuevas estrategias de regulación?
“En el país, los mecanismos regulatorios para especies invasoras están establecidos en la Constitución de 1991 y en la Ley 99, y el Ministerio del Medio Ambiente tiene la potestad para regular estas especies y cuenta con una mesa técnica en la que participan los institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental y la Universidad Nacional, que brindan soporte científico para la toma de decisiones.
Sin embargo, más allá de la regulación, creo que es necesario que Colombia cuente con una política de fomento que conecte el Sistema Nacional Ambiental, el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología y el sector agrícola, porque así esa política se podrá enfocar en la investigación y el desarrollo de tecnologías basadas en especies nativas, como por ejemplo los peces de agua dulce, un recurso que poseemos en abundancia: somos el segundo país con mayor diversidad de especies de agua dulce en el mundo, con cerca de 1.700 especies diferentes, pero ha habido poco trabajo para integrar las capacidades de estos tres sistemas en pro de su conservación.
Por ello, para enfrentar de manera efectiva los riesgos de especies invasoras, es fundamental invertir en una política que conecte la investigación científica y la tecnología para promover soluciones sostenibles basadas en especies nativas, sin comprometer el equilibrio ecológico de nuestros ríos”.
En términos de monitoreo y gestión ¿qué innovaciones científicas o tecnológicas están siendo exploradas para detectar y controlar la proliferación del pez basa de manera más eficaz?
“Desde que los pescadores empezaron a reportar la presencia del pez basa en sus redes a principios de la década pasada, el Instituto Humboldt ha trabajado estrechamente con ellos, o sea, a partir de estas alertas, hemos implementado un sistema para monitorear la presencia de la especie.
Uno de los avances más recientes ha sido el desarrollo de una técnica para detectar el ADN del pez basa en aguas de diferentes ciénagas o cuencas que son contribuyentes de los ríos Cauca y Magdalena incluso si no hemos logrado capturarlo físicamente, porque esta metodología, conocida como ADN ambiental, nos permite identificar su presencia en distintos ecosistemas.
Esta técnica es muy reciente, la hemos estado aplicando en los últimos dos años para monitorear la posible expansión del pez basa en la cuenca del río Cauca y el río Magdalena, y para informar la política pública sobre la posible declaración de esta especie como una especie invasora”.
¿Este métido de ADN ambiental prodía ser utilizado para otras especies?
“Sí, el ADN ambiental es una metodología que permite detectar la presencia de especies en diversos ecosistemas. Actualmente, lo estamos utilizando para buscar especies que podrían estar extintas, como el pez graso de la Laguna de Tota (Rhizosomichthys totae), asociada a los lagos de alta montaña, que ha desaparecido en las últimas cuatro décadas.
Además de detectar especies específicas, el ADN ambiental también permite evaluar la diversidad de especies en un ecosistema. Puede ser utilizado no solo en el agua, sino también en sedimentos, suelo e incluso aire. Es una herramienta poderosa para el monitoreo de biodiversidad y la gestión de especies en peligro”.
Entonces ¿con los resultados obtenidos gracias a esta tecnología elaboraron el ABC del pez basa?
“Así es. El ABC del pez basa es una compilación de toda la información disponible sobre la especie, tanto en Colombia como en otros países tropicales. Es un trabajo colaborativo que ha involucrado con aportes significativos a diversas universidades y centros de investigación, como la Universidad de Antioquia y la Fundación Humedales. Así que, probablemente es el documento más completo que existe sobre el pez basa hasta el momento”.
¿Qué medidas se consideran prioritarias para evitar que el pez basa se establezca y cause daños ecológicos en los ecosistemas colombianos?
“La mejor estrategia siempre es prevenir el problema. En este momento, la prioridad es evitar el cultivo del pez basa en Colombia, ya que la ciencia ha demostrado que representa un alto riesgo ecológico si se establece en nuestros ríos. Si tomamos medidas preventivas, podemos evitar un problema de gran magnitud, ya que una vez una especie invasora se establece en un ecosistema, controlar su expansión es muy difícil, como sucedió con el caso del hipopótamo”.
¿Desde el interior del país se puede apoyar la protección de los ecosistemas frente a especies invasoras como esta?
“Sí. Si logramos que la ciudadanía sea consciente del impacto de las especies invasoras en los ecosistemas, eso podría generar un cambio significativo. La gente debe entender que sus decisiones, incluso en el mercado, tienen un papel importante. Por ejemplo, si hay una demanda por el pez basa en el mercado, esto fomenta su producción, incluso de manera ilegal.
Si los consumidores eligen no comprar pez basa, o si se aseguran de que el pez que adquieren no es producido localmente, eso puede tener un impacto directo en la reducción de la demanda. La ciudadanía tiene una enorme responsabilidad en este aspecto”.