Después de las ráfagas de fusil y la detonación de los morteros, el silencio es el que manda en Argelia, Cauca. Ese municipio, incrustado en el Cañón del Micay, es por estos días el escenario de una confrontación armada entre la Fuerza Pública y los disidentes del Estado Mayor Central de las FARC (EMC). La población civil quedó en la mitad.
“Lo que pasa es que aquí la gente prefiere guardar silencio y no hablar porque viven en la mitad de los grupos armados”, le relató un habitante de ese municipio a este diario.
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En la noche del 3 de mayo se registró el último choque violento en esa zona. Quince uniformados del Ejército llegaron hasta el corregimiento de Bolivia y lograron capturar a cinco disidentes del EMC.
Y cuando alistaban el terreno para ser extraídos en helicóptero, fueron emboscados por 150 disidentes. Los soldados resistieron el ataque guerrillero por varias horas.
La confrontación fue transmitida casi que en directo. Los soldados pedían auxilio a través de audios que se difundieron rápidamente. El apoyo aéreo fue el que tardó en llegar por malas condiciones climáticas.
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“Herrera, nos dejaron morir güevón. Llevamos tres horas de combate muy duro. Nos dejaron morir”, decía uno de los uniformados.
Tres soldados murieron esa noche en medio de los enfrentamientos con los ilegales. Otro falleció en la mañana del sábado 4 de mayo por la gravedad de sus heridas.
Los militares muertos son los soldados profesionales Jorge David Fuentes, César Javier Sosa Ballesteros, Camilo Andrés Molina y Jairo Urrego David. Sus cuerpos fueron convertidos en el epicentro de una guerra simbólica.
Choque de versiones
“Encontramos cuerpos de los chulos y 40 equipos. Los equipos quedan para nosotros, ¿pero qué hacemos con los cuerpos?”, se escucha en un audio que publicó el EMC en redes sociales y que acompañó de una petición para que una comisión humanitaria llegara a la zona.
El Comando General de la Fuerzas Militares, de inmediato, publicó un comunicado en el que desmintió a los subversivos.
“No es cierto que los uniformados muertos hayan sido abandonados. Son momentos difíciles y complejos, pero un comando jamás deja atrás a un compañero caído”, indicó la Fuerza Pública en un comunicado del sábado.
Las disidencias del EMC –documentó la Fundación Paz y reconciliación– están presentes en 41 de los 42 municipios del Cauca. Además del conflicto con la Fuerza Pública, están enfrentados a la Segunda Marquetalia y al ELN por el control de las rentas ilícitas.
Los ilegales, en una réplica a las fuerza militares, se atrevieron a publicar fotografías de los soldados muertos y de sus placas. Reiteraron que los cadáveres estaban bajo su poder y que serían entregados a una comisión humanitaria.
En efecto, el Comité Humanitario El Plateado Aregelia Cauca –una organización civil de ese municipio– fue hasta el lugar del enfrentamiento para recoger los cadáveres de los soldados muertos.
Después de una hora de carretera, la camioneta de la Comisión Humanitaria arribó con las cadáveres hasta el polideportivo municipal (ver foto) y entregó los restos a miembros del Ejército.
Para las autoridades, el responsable de este ataque contra la fuerza oficial es el cabecilla de alias “Dumar” o “Chito”, uno de los hombres de mando del Frente Carlos Patiño.
De hecho, el general Helder Giraldo Bonilla, comandante de las Fuerzas Militares, publicó un audio en el que el cabecilla pedía a sus guerrilleros “decapitar” a los uniformados.
Este domingo, cuando las condiciones climáticas lo permitieron, un helicóptero del Ejército logró evacuar, desde el casco urbano de Argelia, a los militares muertos hasta la sede de Medicina Legal en Popayán.
El Ejército reconoció que los cadáveres fueron escondidos y acusó a los disidentes de profanarlos.
“Se tomó la decisión más difícil: dejar los cuerpos de nuestros hombres asesinados ocultos. Esto para poder continuar protegiendo la vida de los cinco terroristas capturados y de los tres soldados heridos”, relató el general Erick Rodríguez Aparicio, Comandante del Comando Conjunto N2 suroccidente.
El oficial añadió que los cuerpos fueron irrespetados por los ilegales.
“Lo que hicieron fue saquear los cuerpos de nuestros héroes, les robaron sus pertenencias y los profanaron porque los sacaron del lugar donde estaban y los dejaron ahí”, puntualizó Rodríguez.
El Cauca es –desde el 17 de marzo pasado– el escenario de un recrudecimiento del conflicto tras la decisión del presidente Gustavo Petro de susender el cese al fuego con ese grupo.
“En esta zona del Cauca hay una limitación de la Fuerza Pública para hacerse con e control permanente y estable del territorio. (...) El hecho de que no pudieran cuidar loscuerpos mientras hay espacio para evacuarlos da cuenta de lo incesante que ha sido el accionar del Frente Carlos Patiño “, analizó Francisco Javier Daza, coordinador de Paz y Posconflicto de la Fundación Pares.
Mientras tanto, el último reporte de la Gobernación del Cauca indicó que 170 familias permanecen confinadas en el corregimiento de Bolivia ante el temor de quedar en medio de un nuevo combate.
“La ofensiva contra el Estado Mayor en el Cauca debe ser total. Son asesinos del pueblo y traficantes. Si el presidente tiene que ir, el presidente irá”, dijo el jefe de Estado Gustavo Petro en una declaración pública. Sin embargo, continúa la negociación con una parte de ese grupo ilegal (ver ayuda).
Así está el diálogo con el Estado Mayor
El Estado Mayor Central de las FARC está dividido. De un lado están los que obedecen a la línea guerrerista de alias Iván Mordisco y en el otro extremo están los que confían en una salida negociada con el Gobierno.
De hecho, mientras el presidente pidió una “ofensiva total” contra los disidentes del EMC, delegados del Gobierno y de la guerrilla se reunían en Caquetá para dar inicio a una fase de diálogo con las comunidades.
El Gobierno, ahora, jugará a dos bandas: negociará con la facción disidente que está dispuesta y prometió incrementar los operativos que traten de atestar golpes contra los guerreristas.