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¿Por qué hay una generación

que se niega a enamorarse?

Las explicaciones de ese mito sobre los jóvenes occidentales van desde el cambio de costumbres y pensamientos hasta, según expertos, posibles traumas en la niñez.

  • Se supone que los jóvenes, e incluso los adultos, cada vez se enamoran y se comprometen menos. FOTO SHUTTERSTOCK
    Se supone que los jóvenes, e incluso los adultos, cada vez se enamoran y se comprometen menos. FOTO SHUTTERSTOCK
15 de enero de 2021
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Una frase popular se ha impuesto entre los jóvenes y adolescentes que la repiten a manera de burla y charloteo: “te quiero, pero no te ilusiones”. Curiosamente, esas mismas palabras describen un imaginario sobre la generación actual del mundo occidental que supone que los jóvenes, e incluso los adultos, cada vez se enamoran y se comprometen menos.

Sin embargo, esa idea no es nada nuevo. Para el año 2000 el filósofo polaco Zygmunt Bauman ya hablaba de la fragilidad de los vínculos humanos en su libro “Amor líquido”. En él, planteó, entre otras cosas, que la generación del ahora se niega a establecer relaciones afectivas que impliquen ataduras, renuncias y sacrificios; porque cada vez son seres más individualistas y están inmersos en una sociedad de la inmediatez y la utilidad. “Lo que no me sirve justo ahora, lo deshecho.”

El amor líquido, entonces, se refiere a esas emociones que se desvanecen con facilidad y que no perduran por la resistencia a crear “raíces emocionales profundas”. Pero, ¿por qué esa necesidad de no comprometerse?

Lo que dice la sociología

Hay que tener claro que una cosa es tener miedo a enamorarse y otra es hacer parte de una tendencia generacional que privilegia las relaciones sin ataduras por encima de las que implican ciertos compromisos. La primera ya ha sido diagnosticada por las ciencias sociales como filofobia, que es un miedo irracional de amar o de enamorarse de alguien. (Ver: Paréntesis)

La segunda, en cambio, obedece a varias transformaciones en la idiosincrasia del mundo occidental. Esto desde la perspectiva del filósofo y sociólogo Hernán Dario Gil Alzate, quien se desempeña como docente en el Centro de Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana.

En diálogo con EL COLOMBIANO, Gil manifestó estar de acuerdo con Bauman en el sentido de que cree que muchos de los comportamientos actuales se rigen por un pensamiento capitalista. “Vemos al otro como útil o inútil para ese momento de nuestras vidas y, con base en eso, decidimos si lo usamos o lo desechamos. Lo mismo pasa con el dolor, si me causa dolor no me sirve, entonces lo desecho. Aunque claro, todo es inconsciente”, explica.

A ese pensamiento se le suma otra razón poderosa: la religión. Sin duda, las personas más jóvenes son cada vez menos apegadas a los llamados religiosos de “sumisión o amor por encima de todas las cosas. Ya no está ese yo me sacrifico por ti o yo me entrego a ti”, dice Gil.

De hecho, según cifras de la Superintendencia de Notariado y Registro de Colombia (SNR), en el país hubo una reducción del 7% en el número de matrimonios civiles registrados y un aumento del 2% en los divorcios.

Aunque, ojo, dichos comportamientos no se pueden tachar como negativos, sino que “son cambios que obedecen a transformaciones de generación en generación”, agregó Gil.

Un cambio de prioridades

Para Lina María Saldarriaga, Ph.D en psicología y subdirectora del programa Aulas en Paz de la Universidad de los Andes, es importante aclarar que las relaciones interpersonales se han transformado por el tipo de experiencias que los jóvenes están buscando, más no se han agotado. Esto bajo la premisa de que “todos los seres humanos necesitamos relacionarnos y generar vínculos”.

En ese sentido, las relaciones han mutado también por las posibilidades que ofrece un mundo cada vez más globalizado e interconectado. Mientras que antes el objetivo de la vida consistía en crecer, casarse y tener hijos; ahora muchos pueden privilegiar el hecho de realizarse como profesionales o de viajar por el mundo antes que establecer vínculos afectivos que puedan limitar esas posibilidades, explica Saldarriaga.

Ahora bien, desde el ámbito psicológico también existen explicaciones en torno a los traumas o experiencias que ha vivido cada individuo durante su niñez y su etapa de desarrollo. Según explicó la psicóloga Saldarriaga, un niño que no haya podido establecer apegos emocionales seguros con su familia y que se haya sentido abandonado o rechazado por ella, podría replicar eso en su vida adulta y repeler, de manera inconsciente, cualquier vínculo afectivo en el que sienta que puede repetir esa situación

7%
menos de matrimonios civiles se registraron en Colombia con respecto a 2018: (SNR)
El empleo que busca está a un clic

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