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Los cuentos que no se cuentan de Bojanini

Martha Ortiz, directora de EL COLOMBIANO, habló con David Bojanini, quien deja la presidencia del Grupo Sura este 31 de marzo, tras 13 años. Viaje por el alma del líder.

  • A David Bojanini le gusta jugar “pelota parlanchina”, que no es más que tener una buena conversación, aludiendo al juego de béisbol que tanto refieren las personas de la costa. FOTO Camilo suárez
    A David Bojanini le gusta jugar “pelota parlanchina”, que no es más que tener una buena conversación, aludiendo al juego de béisbol que tanto refieren las personas de la costa. FOTO Camilo suárez
15 de marzo de 2020
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Le gusta el golf, aunque no es el mejor. Monta bici de montaña y boxea. Es un deportista que se declara de “bajo rendimiento, pero de alto goce”. Cocina. Hace mercado tres veces a la semana. Le gustan los pantalones entubados. Dedica tiempo a sus hijos, a su pareja y sus cultivos. Sus amigos lo llaman hermano. Dicen quienes lo conocen que su mejor virtud es escuchar, delegar, y él, que Dios le dio orejas, pero no oídos, entonces, es un músico frustrado, por eso no es bohemio.

Dos años antes de que le llegara la edad de retiro, David Bojanini, presidente de Grupo Sura hace efectiva su renuncia.

A sus 63 deja un equipo con 60.000 colaboradores de once países; una compañía con 1,72 billones de pesos en utilidad neta y 21,9 billones de pesos en ingresos operacionales. Esos números que hablan bien de su gestión no son lo que sobresale cuando repasa los cuarenta años de vinculación al Grupo, 13 en este cargo de liderazgo.

Su conversación se hace más relevante cuando se tiene clara su alineación: “piensa bonito, habla bonito y actúa como piensas y hablas”. Eso se lo enseñó un líder arhuaco y él lo llama coherencia. Cree profundamente en que las empresas no solo deben generar ganancias para sus accionistas, sino convivir en equilibrio con su entorno, social y ambiental. ¿Y el arte? “Ayuda a entender la vida desde otros ángulos y a tener sentido crítico”. Aquí una breve muestra de un viaje por sus ideas.

NOMBRES DEL ALMA

Emiliano y Ricardo, ¿qué significan?

“Son mis hijos, el tesoro más preciado que uno puede tener. Dos seres espectaculares, cada uno con su forma de ser, muy especiales, han sido la razón que ha guiado mi vida por todos estos años (...) Los amo”.

Ahora, el nombre de una mujer: Paula Jaramillo...

“Es mi compañera, la persona con la que he compartido ya unos buenos años de mi vida. Con un carácter especial, definida en lo que le gusta. Compartimos muchas sensibilidades por los temas culturales, el arte (...) También debo mencionar a la mamá de Ricardo y Emiliano, Luz Ángela, una persona con quien conviví 32 años de mi vida, también muy especial, a la que tengo mucho que agradecerle y que me acompañó en los inicios de mi vida profesional y en la construcción de muchas cosas que también hacen parte de mí”.

Existen unas triadas en su vida. La primera: José Alberto Vélez, Carlos Enrique Pedrahíta y y Carlos Raúl Yepes...

“Cuando a mí me nombraron presidente del Grupo Sura (2006) fue muy especial porque quienes me lo anunciaron fueron Carlos Enrique y José Alberto, dos personas con las que yo había trabajado por muchos años (...) Dos profesionales inigualables, visionarios, que contribuyeron mucho no solamente al crecimiento de estas organizaciones, sino que me enseñaron valores, principios, son parte importante de la historia, de lo que hoy llamamos GEA.

Con ellos se hizo una especie de triunvirato entre las presidencias de Grupo Nutresa, Grupo Argos y Grupo Sura donde no solo lo hacíamos de manera muy equilibrada, importantísimo para el buen gobierno de las entidades, sino que tuve una relación muy estrecha no solo profesional sino de amistad con ambos”.

Segunda triada: Jorge Mario Velásquez, Carlos Ignacio Gallego y Juan Carlos Mora...

“También, muy especial. La continuidad de lo que te acabo de contar. Seres muy especiales, todos diferentes. Jorge Mario una persona generosa, visionaria, muy amable, querida. Carlos Ignacio, además de ser un muy buen administrador, tiene unas cualidades artísticas, es trovador, es un experto en genealogías y si uno le dice que le averigüe por cualquier apellido de la familia se va hasta por allá atrás en la época de la Colonia. También una persona muy interesante Juan Carlos Mora, un banquero bastante bueno, una persona que ha venido haciendo una transformación importante en Bancolombia”.

Ahora aparece su sucesor: Gonzalo Pérez...

“Es contemporáneo mío en los seguros, nos tocó vivir épocas muy interesantes en Suramericana, es una persona que tiene una cualidad importante: es disruptivo, innovador y ha transformado el concepto de los seguros. Lo ha hecho de una manera muy interesante, que no se ve en otras compañías de seguros a nivel global. Gran lector, una persona que le gusta mucho analizar el mundo. Lo único que tengo para decirle a él es que no vamos a tener que hacer mucho empalme, porque él conoce muy bien todo el rodaje de estas compañías y creo que lo va a hacer muy bien. Tiene muy clara la cultura organizacional...es de esos que tiene el logo de Sura tatuado”.

Y terminemos con el amigo: Antonio Celia...

“Él es como un hermano. Nosotros nos saludamos brother, hermano, a Antonio lo conocí cuando trabajaba en Protección (...) Él hizo una cosa deliciosa y fue que se pensionó y se fue al London School of Economics a estudiar políticas públicas y me mandaba libros, ideas y recientemente llegó y está con mucho entusiasmo armando grupos de conversación, tertulias para hablar del país, lo cual a mí me encanta y creo que ahora que me retire voy a tener más tiempo para conversar con ese tipo de amigos que le enriquecen a uno la vida, el intelecto, el alma”.

Celia habla de la importancia de la música y en particular de La bohème e Idilio y por qué esas dos canciones son relevantes...

“La música, me encanta, pero soy un músico frustrado. Mi Dios me dio orejas, pero no oído (...) Me encanta disfrutar y me gusta mucha variedad de música. La bohème: la música y ser bohemio van muy de la mano y donde yo hubiera sido músico, esta entrevista no se estaría dando aquí, por lo menos en este contexto, porque sería bohemio seguramente. Charles Aznavour, un cantante espectacular, las canciones en ese idioma tan bonito que es el francés a mí me encantan.

Idilio tiene varias cosas por las cuales me cautivó. Uno, por su letra... es como esas cosas que uno va aplazando en la vida y se le va acabando el tiempo para realizarlas.

Esa canción versa sobre el amor, pero en la vida lo que a mí me está pasando hoy tiene que ver con ella. Yo tenía aplazadas una serie de cosas para cuando tuviera tiempo y ya me llegó ese tiempo”.

POR AMOR AL ARTE

Usted es un gran patrocinador del arte en Colombia, ¿qué significa y por qué importa en la sociedad?

“El arte, la cultura, en todas sus expresiones para mí reflejan cosas muy importantes, la creatividad, el pensamiento crítico, la diversidad, que son cosas que hoy apenas estamos empezando a hablar (...) Los artistas ven el mundo de diferentes maneras y en el arte sí lo entendemos y lo apreciamos, pero en otras disciplinas no aceptamos al que piensa diferente a nosotros.

El arte ayuda a formar a los ciudadanos a entender la vida desde otros ángulos y tener sentido crítico. Es necesario en la sociedad y en Sura, siempre hemos tenido un concepto claro: que el arte es una forma de vida. Los artistas son los seres más felices porque hacen lo que más les gusta y por eso lo hemos fomentado desde tiempo atrás con mis antecesores. Ese legado lo hemos seguido y yo creo que va a continuar, ha sido muy bonito el papel que nuestra empresa ha jugado en Colombia y en otros países fomentado la cultura”.

¿Cómo evalúa el apoyo del sector público a la cultura?

“Me preocupa porque mira: cuando hay que recortar presupuestos, el primero es el de cultura y, de alguna manera, nos van dejando la tarea a los poquitos empresarios que estamos convencidos de su importancia. Se va volviendo una cultura mendigante.

Es muy duro que no tenga presupuestos generosos. Si yo fuera alcalde de una ciudad cualquiera yo le invertiría a la cultura porque tener buena oferta atrae turismo, hace que la ciudad pueda ser un buen sitio para invertir, genera desarrollo social. Un mundo de cosas que son importantísimas para la gente, así como la educación. ¿Cómo no invertir en la cultura? Puede ser una inversión público-privada, pero al sector privado le queda difícil atender un buen presupuesto cultural para un país o ciudad”.

Tiene el orgullo de ser uno de los grandes patrocinadores de los estudios que permitieron que Chiribiquete fuera patrimonio de la humanidad, ¿cómo se siente?

“Nosotros empezamos a hablar en Colombia de Chiribiquete hace poco, aunque el parque fue descubierto hace más de 30 años (...) Entonces Carlos Castaño que fue el que nos trajo este proyecto llevaba 30 años estudiando Chiribiquete hizo esta obra que es magistral (...) y nos invitó a que patrocináramos, no lo dudamos. Un proyecto enfocado a proteger este sitio que es patrimonio de la humanidad (...) la mejor manera es no ir allá, por eso tenemos el libro, para que con él uno pueda conocerlo y saber qué hay allá. Allá no hay que ir ni a perturbar a los jaguares ni a las civilizaciones que viven allá, que no tienen contacto con nosotros”.

EMPRESAS

Alejandro Salazar dice que las empresas son lo que hablan, ¿cuál es la conversación que debe ser relevante en el Grupo Sura?

“La tengo muy clara. Hoy en día se está hablando del capitalismo consciente (...) Las empresas deben generar riqueza no solamente para sus accionistas, sino para sus empleados, clientes, proveedores, que son sus socios, para generar riqueza ambiental protegiendo la naturaleza...en fin, todo esto hace que una empresa actúe en equilibrio con su entorno y sea sostenible. Lo bonito es que esto Sura lo está hablando hace más de 40 años cuando yo entré a la organización, este concepto ya estaba claro en nuestros antecesores.

Con esta conversación los niveles de confidencialidad en el sector privado han descendido. ¿Cómo evalúa este mensaje?

“La reputación se construye con hechos, actuaciones, también se destruye con hechos. La reputación es el resultado de la coherencia entre lo que uno piensa, dice y lo que hace. Eso me lo enseñó un líder arhuaco: piensa bonito, habla bonito y actúa como piensas y como hablas (...)

Ahí se confunden dos cosas: la actuación de una empresa proyectada hacia la sociedad con la filantropía, que no es mala, pero a veces se asocia un poco con el remordimiento (...) yo creo que la mayoría de los empresarios son buenos y actúan bien y piensan bien y son coherentes, pero los pocos que actúan de mala fe y que cometen actos de corrupción o atropellos, le hacen daño al resto del sector empresarial que es tan importante para el desarrollo de un país. No podemos llegar a pensar que ser empresario y que las empresas tengan utilidades son cosas de las que debemos sentir vergüenza. Es que es importantísimo que las empresas existan, sean rentables, sostenibles, pero que se proyecten a la sociedad, sean incluyentes, que respeten y actúen en armonía con todo su entorno.

Y hay una cosa que tenemos que cambiar y es el concepto de riqueza. Riqueza no es la acumulación de dinero, que es lo que mucha gente piensa (...) La riqueza es cuando a todos los que participan les va bien” (ver Paréntesis).

Peter H. Diamandis y Steven Kotler hablan en el libro Abundancia sobre el mindset ¿Cómo cuida el mindset de una compañía del tamaño de Grupo Sura y mantiene el corazón y la mente en el lugar correcto, para tener las ideas claras?

“No sabría decir realmente, pero creo que uno debe estar bien informado. Un líder debe tener la capacidad de escuchar, porque para estar bien informado hay que tener los sentidos abiertos. Si uno es capaz de escuchar a los demás y con empatía, empieza a entender mejor cada situación, y eso es lo que le ayuda a saber si está haciendo las cosas bien o equivocadamente (...) creo que debe ser muy cuidadoso es que uno solamente debe ser leal a lo que está bien y para entender qué está bien es poder leer y entender mejor el entorno, porque uno puede estar equivocado (...) creo que un hombre como Peter Diamandis es una persona con una visión amplia, flexible, abierta y, por eso, tiene un pensamiento tan positivo de creer en la abundancia y en todas esas cosas, ¿por qué? porque no hay un paradigma que le cierre a él la capacidad de entender mejor el mundo”.

PAZ

Usted ha estado comprometido con el tema de la paz y ha hablado del acuerdo sobre lo fundamental, ¿cuáles son esos puntos que como sociedad pueden unirnos para empezar a escucharnos?

“Ese punto es muy importante, Martha, por lo siguiente. Ahora que hablábamos de la polarización de cómo estamos tan renuentes de aceptar la diversidad y todo esto, y eso tiene que ver con la forma como los seres humanos pensamos, que yo solo acepto las ideas que a mí me gustan y me cierro en ese punto, establecer un diálogo entre personas que están en polos opuestos es bien difícil porque se cierra toda capacidad de escuchar. Recientemente cuando Juan Carlos Mora fue director por un día de EL COLOMBIANO él le puso énfasis a esa palabra, escuchar, por eso me pareció un ejemplar espectacular del periódico basado en eso (...) Cuando se va a hacer una política pública, si nos ponemos de acuerdo en lo que queremos lograr, en los puntos que queremos llegar con esta y ponemos los acuerdos en un tablero ahí en frente, nuestra discusión va a ser muy constructiva”.

El apoyo a la paz le ha significado unos precios altos como etiquetas y ataques en redes sociales. ¿Cómo evalúa esas experiencias y el compromiso que sigue con el país?

“Lo de menos es que a uno empiecen a darle calificativos por esa polarización y esas cosas. Yo tengo unas satisfacciones de haber tenido el convencimiento de haber trabajado y seguir trabajando porque Colombia sea un país que viva en paz. Cuando se empiezan estos diálogos de La Habana, en Proantioquia decidimos que vamos a participar activamente, empezamos a opinar, y el gobierno nos empieza a escuchar y eso fue bueno.

Cuando en Colombia ganó el no del referendo, le mandamos un papelito al presidente diciendo: tal vez usted puede cambiar estas cinco cosas para que todos se pongan de acuerdo y se legitime, y algunas de esas cosas fueron acogidas. Después con el Fast track era muy importante que esa nueva reglamentación que iba a ser parte de la constitución fuera fiel a lo que se había acordado y un grupo de empresarios nos juntamos y fuimos vigilantes.

Ahora, nuestro papel es que esa paz se pueda implementar (...) Yo me tuve que ir de Twitter, por ejemplo, porque me estaban masacrando, además unas personas con cosas muy insultantes, yo no soy capaz con eso (...)

Creo que sí es importante que la paz la tenemos que construir todos, esto no es un papel entre el gobierno y los excombatientes. La paz la tenemos que hacer entre todos y cada uno tiene que saber cuál es el papel que le corresponde jugar ahí y que la paz va mucho más allá de esos acuerdos de La Habana.

Cuando fui director por un día en EL COLOMBIANO que el editorial decía “la paz no se firma, la paz se construye”, no se me olvida. Uno tiene que mirar cuáles son los orígenes de esta violencia e ilegalidad y el origen es la falta de presencia del Estado en todo el territorio, pero para algunas personas, la presencia del Estado es que esté la autoridad, pero va mucho más allá de la autoridad (...) y Colombia es un país con una geografía difícil, diversa, y hacer presencia con todo lo público es muy difícil, pero a eso le tenemos que sumar que algunos gobernantes históricamente, no hicieron bien su tarea y la corrupción contribuyó mucho para que esos recursos que había para la presencia del Estado se malgastaran.

A los que deciden que no quieren ser violentos y que se quieren reincorporar a la sociedad hay que tenderles la mano (...)

Eso es otro tema que tenemos que estudiar ¿cómo el ser humano va a ayudar a que esas personas que tienen comportamientos antisociales o criminales, cómo hacemos para que cambien ese tipo de comportamientos y que puedan reintegrarse a la sociedad. Yo creo que el sistema penitenciario no está cumpliendo la tarea”.

¿Cómo lograr que el sector privado y los jóvenes sientan esa responsabilidad y el entusiasmo por hacer parte de la política?

“La palabra política hoy no tiene un buen significado. Participar en política es un deber de cada ciudadano y preocuparse por esto es muy importante. Las sociedades más avanzadas son donde los ciudadanos tienen conciencia política y participan más a diferentes niveles. No todos tenemos que ser funcionarios públicos.

Hoy en Colombia dicen que si usted es funcionario público va a acabar demandado, a lo mejor condenado y arruinado; pero puede participar en política ayudando a construir mejores políticas públicas, opinando, puede ser miembro de un partido y ayudarles a que recuperen su esencia, sus ideologías, sus formas de pensamiento, pero realmente, el ejercicio de la política se ha desprestigiado mucho (...)

Hay unos que llegan al poder por ser populistas ya sea de izquierda o derecha y son personas que verdaderamente no están pensando en el bien común.

El político tiende a caer en un egoísmo que es cómo ganar más popularidad y mayor aceptación y por eso hacen un ejercicio de mercadeo de lo que las personas quieren oír así no se cumplan. Antes se llamaba demagogia, hoy es populismo, pero es lo mismo y se aprovechan a veces del desconocimiento que tienen las personas de cómo funciona un sistema, eso es muy grave. Un político que sea capaz de tener esa sensibilidad por los intereses más sociales y colectivos es una persona que estoy seguro que la sociedad lo va a aceptar muy rápidamente sin necesidad que haga ninguna promesa y que tenga coherencia en ese sentido. Los intereses particulares son legítimos, pero cuando usted dice que se va a dedicar a ser un servidor público ahí juegan son los intereses colectivos y no individuales”.

LA DESPEDIDA

¿Cómo tomar esa decisión de retirarse y por qué?

“Yo la tomé con mucha facilidad. Es algo que se debe planear. La vida tiene diferentes etapas, he tenido una vida laboral como empleado de una organización por 40 años. Aunque siempre he trabajado, antes en Colseguros, donde aprendí de muchos temas y la actuaria, también me encantaba ser profesor y daba clases por horas. Después de trabajar 40 años en una organización de estas va llegando uno a una edad en que tiene que cambiar de vida y eso hay que planearlo (...)

Una de las cosas que yo he amado ser es emprendedor, en el campo, principalmente, pero también de otro tipo, así que ha llegado el momento de dedicarles más atención, hacerlo con más dedicación y en equilibrio de vida.

La responsabilidad de un cargo como el que hoy tengo es muy grande. La he asumido con un gran entusiasmo todos estos años, la he vivido con amor y dedicación, pero llega un momento en que uno dice voy a cambiar ya (...) Yo soy presidente de Grupo Sura hasta el 31 de marzo y después soy un ciudadano común y corriente. Pero yo creo que hoy soy un ciudadano común y corriente y lo he sido por todos estos años, porque quiero que se me reconozca por la persona que soy más que por el cargo que tengo.

Cuando se reciben manifestaciones de aprecio y admiración yo quiero que sea para David Bojanini y no para el presidente de Grupo Sura, porque realmente lo único que me va a quedar el 31 es mi buen nombre y el ser que yo soy, el que quiere seguir teniendo amigos y esas cosas.

Desprenderse de esas cosas es fácil desde que uno entienda que estas dignidades son temporales en la vida y generan unas responsabilidades y beneficios a los que uno no se debe apegar”.

Una triada final: Gonzalo Mejía, Jorge Molina y Nicanor Restrepo con usted, en su último día en Sura...

“Me estoy yendo por allá... tendría solo palabras de agradecimiento por esos señores que en una época en que el mundo o el entorno les demandaba ser empresarios exitosos por lo económico decidieron ser empresarios exitosos por proyectarse a la sociedad, por hacer de esta ciudad y departamento de Colombia un mejor país.

Fueron emprendedores que sabían que construyendo sociedad harían empresas sostenibles. Solo tengo palabras de agradecimiento porque fueron unos verdaderos maestros, visionarios, que se anticiparon al futuro”.

Y si nos adelantamos en el tiempo y está ahí, en el último día en el Grupo, frente a los empleados con una copa en la mano. ¿Cómo sería ese brindis?

“Primero que todo agradecimiento porque ninguna cosa que haya logrado Grupo Sura en estos últimos 13 años es producto de una sola persona, es producto de unos equipos que entendieron cuál era la filosofía de la organización, cuáles eran los principios y valores y han trabajado con entusiasmo para seguir construyendo una gran empresa dentro de una sociedad mejor.

Lo único que les diría es no pierdan de vista todo lo que hemos aprendido estos años, gracias por creer en la organización, por trabajar en equipo, síganlo haciendo bien y no dejen de ser buenas personas”.

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