Su particular vestimenta, en la que las mujeres se cubren de pies a cabezas con una especie de burka o túnica negra –por la que también los llaman los talibanes judíos– y los hombres usan unos pesados sacos negros, sombreros de piel shtreimels y lucen largas barbas –no se la pueden afeitar– es el primer reflejo de las estrictas costumbres de la secta Lev Tahor, de la que poco se hablaba en Colombia, pero que desde este fin de semana prendió las alarmas ante un posible asentamiento de su comunidad en el país.
Y es que el pasado sábado, en un operativo conjunto entre diferentes agencias y entidades, las autoridades dieron con el paradero de nueve adultos y 17 menores que al parecer serían parte de esta secta y que tenían entre sus planes asentarse en el municipio de Yarumal, en el Norte de Antioquia.
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Las 26 personas habían entrado al país hace más de un mes, entre el 22 y el 23 de octubre, en dos grupos provenientes de Nueva York (EE. UU.) y cuando pasaron los filtros de Migración Colombia en los aeropuertos Rafael Núñez de Cartagena, y José María Córdoba de Rionegro, no despertaron sospecha algunas, pues todos eran padres que viajaban con sus hijos.
Sin embargo, la secta a la que pertenecen, Lev Tahor, enfrenta decenas de denuncias en varios países por trata de personas, abuso sexual, explotación sexual infantil, pornografía infantil, tratos esclavizantes, matrimonio forzado entre menores y embarazo forzado. Por eso, un tío de uno de los menores que entró al país con sus padres, lanzó la alerta.
El hombre, que ganó la custodia del menor ante las autoridades estadounidenses, activó la circular amarilla de Interpol y con ella, las autoridades colombianas lograron dar con su paradero y el de otros 16 menores en un hotel de Yarumal.
Los niños, entre los 3 y 16 años, fueron trasladados al Centro Facilitador de Servicios Migratorios de Medellín y quedarán bajo protección del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, para el restablecimiento de sus derechos, mientras que los adultos se enfrentan a la expulsión del país.
El origen de la secta Lev Tahor
Pero, ¿qué se sabe de la secta Lev Tahor? Esta secta fue fundada en Jerusalén en la década de 1980 por el rabino Shlomo Helbrans, quien tras enseñar sobre el judaísmo jasídico –un movimiento religioso y espiritual dentro del judaísmo ortodoxo– decidió fundar una secta bajo este nombre que tomó de un salmo. Su significado es “corazón puro”.
Fiel a su creencia de que los judíos no debían habitar Israel hasta la llegada del Mesías, Helbrans trasladó el grupo a Nueva York, donde se encuentra el mayor número de integrantes de esta comunidad ultra ortodoxa. Se estima que los integrantes de la secta no alcanzan a superar las 500 personas.
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De acuerdo con una reseña de Los Ángeles Times, Helbrans abrió una escuela en Brooklyn para impartir sus ideas del Lev Tahor, pero rápidamente se metió en problemas después de que la familia de un estudiante de 13 años denunciara su desaparición y lo acusara de “lavarle el cerebro”.
El menor reapareció dos años después, alegando que había abandonado a su familia por decisión propia, pero en 1994 Helbrans fue declarado culpable de secuestro y cumplió dos años de prisión antes de ser deportado a Israel.
Poco después obtuvo asilo en Canadá alegando que había sido víctima de persecución en Israel por su oposición religiosa a la existencia del país como Estado judío. Desde entonces su comunidad ha sido errante, aunque siempre ha tenido una base fija en Nueva York.
Estados Unidos, Canadá, México, Guatemala y ahora Colombia, han sido los países en los que la secta ha buscado establecerse, especialmente en zonas rurales apartadas, pero la cantidad de denuncias sobre secuestros, abusos, matrimonios forzados y otros vejámenes contra menores de edad ha hecho que las autoridades los persiga, detenga y expulse.
Las estrictas costumbres que practican
Los integrantes de Lev Tahor practican muchas de las costumbres del jasidismo, pero en su aplicación son muy estrictos.
Como ya se dijo, las mujeres visten una túnica negra que las cubre de pies a cabeza, solo se les ve el rostro. Los, hombres, por su parte, también visten de negro, con sacos amplios y largos, cubren sus cabezas con sombreros de piel y nunca se afeitan la barba.
Su alimentación, según la BBC, está basada en las leyes del kashrut, el conjunto de normas bíblicas que establecen cuáles son los alimentos aptos (kósher) que pueden ingerir los practicantes del judaísmo. Pero en esto también se van al extremo.
No comen pollo ni huevo, por considerar que han sido manipulados genéticamente, pero sí consumen gansos y sus huevos. Tampoco comen arroz, cebollas verdes o vegetales con hojas, por temor a que tengan algún insecto. En el caso otros vegetales y frutas, siempre le quitan la piel antes de consumirlos.
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Solo beben leche de vacas que ellos mismos puedan ordeñar y elaboran su propio vino.
Los niños, por su parte, no pueden comer dulces que hayan sido comprados en una tienda. Solo pueden comer los postres hechos en casa o a frutas, frutos secos y semillas.
Su idioma era el yidis, no aprendían inglés, aunque esto fue cambiando con el tiempo.
A los niños se les enseñaba a mirar al suelo mientras caminaban en la calle para evitar ver a vecinos no judíos o tentaciones. Los niños y niñas estudiaban en escuelas separadas y, a diferencia de otros practicantes del jasidismo que conectan con Dios mediante expresiones alegres como la danza y la música, los integrantes de Lev Tahor vivían con sobriedad. Incluso se les aconseja no reír.
El matrimonio entre sus practicantes llega a mediados de la adolescencia y esa allí cuando el extremismo en el que viven deriva en presuntos abusos que, por lo general, se excusan con la idea de multiplicar su comunidad.
Aunque sus costumbres son cuestionables, los miembros de la secta consideran que viven dentro de las fronteras de la tradición y las normas religiosas judías.