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El acuerdo firmado en Viena, en julio de 2015, para que Irán cesara su actividad nuclear camina acéfalo. El presidente de ese país, Hasan Rohaní, anunció que la nación da marcha atrás a algunos compromisos adquiridos en ese consenso conocido como Plan de Acción Conjunto y Completo, que persigue la meta de que los iraníes no se armen con arsenal nuclear.
La suspensión parcial tiene un contexto. Cuando fue firmado, China, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Rusia y Alemania se comprometieron a retirar todas las sanciones económicas en su contra que estaban vigentes en Naciones Unidas, organismos multilaterales y en cada Estado, a cambio de que Irán cesara la producción de uranio, un insumo nuclear.
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La paciencia se agotó
El pacto no trascendió a acciones. Cuando anunció el retiro ayer, Rohaní afirmó que “la Unión Europea no ha logrado cumplir sus promesas económicas. Su postura es buena en palabras, pero no en hechos”. Y Estados Unidos no se quedó atrás. Hace un año, también un 8 de mayo, Donald Trump, anunció que dejaba este pacto que se firmó en el mandato de Barack Obama, un convenio que el republicano desde sus tiempos de campaña calificó como “el peor del mundo”.
Irán seguía cumpliendo. El Organismo Internacional de la Energía Atómica, que hacía seguimiento a la ejecución del Plan de Acción Conjunto y Completo, confirmó que durante este periodo el país sí efectúo su parte del pacto.
Esto, en un contexto que frenaba su economía con limitaciones en su acceso a dólares, en el comercio de oro o metales, y a su tenencia de cuentas bancarias en el exterior, entre otros obstáculos a las importaciones.
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“Después de un año de paciencia, suspendemos las medidas que Estados Unidos hizo imposible continuar”, sentenció el ministro de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif.
Ahora los países deben evaluar el plazo de dos meses que dio Teherán para renegociar y cumplir la promesa que adquirieron en 2015: retirar las sanciones para que la economía iraní pueda reactivarse. Esta dificultad no significa su retiro del acuerdo de Viena, es solo una suspensión que no se sale de los límites del tratado.
Para expertos como Óscar Palma, profesor de relaciones internacionales de la Universidad del Rosario, Irán mostró el interés de continuar, pero los europeos no han sido enfáticos en presionar a Estados Unidos. “El contexto no le deja más posibilidades que buscar sus intereses nacionales. Dice que se retira, pero el escenario nuclear está lejos”, afirma.
El presente del acuerdo
Mientras llega un nuevo consenso, el país reactivará las actividades que tanto incomodaban a las potencias en 2015, cuando sellaron ese convenio después de 20 meses de negociaciones. Entre ellas está el almacenamiento de uranio enriquecido y de agua pesada, sin limitaciones, ambos insumos relacionados con la creación de arsenal atómico.
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“Lo que intenta hacer Irán es poner presión sobre Estados Unidos y otros actores. Se está jugando una carta”, afirma el profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de la Sabana, Juan Nicolás Garzón. Para el experto, si el país estuviese buscando una posición radical respecto al tema nuclear, se retiraría de manera unilateral, lo que evidencia que la negociación está en un marco del que “se pueden encontrar alternativas”.
Irán dejó la puerta abierta a un diálogo sobre el Plan de Acción Conjunto y Completo y puso la pelota en el territorio europeo, pero falta una posición más conciliadora por parte de Estados Unidos.