Occidente se puso formalmente en guardia y lo hizo a través de la OTAN. Este miércoles, sus líderes definieron a Rusia como la “más significativa y directa amenaza” para su seguridad y marcaron a China –por primera vez– como un “desafío”.
Lo hicieron a través de la nueva estrategia que se definió para la próxima década y que, además, incluye un refuerzo militar en Europa porque hay que prepararse ante un mundo “más peligroso”.
“Nos enfrentamos a un cambio radical en nuestro entorno de seguridad. Y la competencia estratégica está aumentando en todo el mundo”, advirtió el secretario general de la alianza, Jens Stoltenberg, durante la asamblea que culmina este jueves en Madrid (España).
Esa nueva estrategia, mucho más en clave de alerta, fue bautizada por los líderes aliados como “Concepto Estratégico de Madrid”, documento en el que basan ahora sus principios.
La guerra de Rusia en Ucrania ha “hecho añicos” la paz en Europa, de acuerdo con lo escrito por los líderes en ese texto, en el que cambian el enfoque de “socio estratégico” que mantenían de Moscú desde 2010.
Y, en un hecho hasta ahora inédito, en el documento la OTAN menciona a China. Pekín se ha posicionado, alineándose con Moscú, en contra de la política de “puertas abiertas” de la Alianza, un elemento más que motivó el debate entre los aliados sobre si debían considerar a China una amenaza o simplemente un “desafío”. A esto se le debe sumar que Pekín disparó su inversión en defensa e incrementó su capacidad nuclear.
Por eso, en la nueva estrategia quedó claro que China “desafía nuestros intereses, seguridad y valores”. Y, para compementar, Stoltenberg advirtió: “China no es nuestro adversario, pero debemos estar al tanto de los graves retos que representa”.
La OTAN también impulsó un refuerzo en los países del este de Europa, donde se comprometió a desplegar más fuerzas “robustas” y “listas para el combate”.
Los actuales batallones desplegados en ocho países del flanco oriental pasarían a tamaño de brigadas con el apoyo de equipos pesados preposicionales y fuerzas preasignadas a determinados aliados.
Además, la Alianza decidió transformar su Fuerza de Respuesta y ampliar los efectivos que mantiene en alerta y que pueden desplegarse de 40.000 a más de 300.000.
Para hacer frente a mayores retos, los líderes aliados volvieron a comprometerse con invertir un 2 % de su PIB en defensa, como hicieron en 2014, un objetivo que “cada vez se ve más” como un punto de partida y no como un fin