Martina habla con la frescura y soltura del caribe colombiano, pero además con madurez. Ya lleva varios años en la música y eso le ha servido para que Caribeña tenga el sonido que ella quiere.
Martina la peligrosa acaba de lanzar su segundo disco, una producción de 11 canciones que conecta sus raíces con los sonidos del caribe colombiano contemporáneo, un álbum –que como ella misma lo dice– marca un nuevo capítulo en su trayectoria artística.
Le puede interesar: Adriana Lucía rinde tributo a Totó La Momposina y lanza su nuevo disco
“El álbum cuenta con la producción general de Jairo Barón. Caribeña es un viaje musical que entrelaza la raíz tradicional del Caribe con las sonoridades modernas del mundo urbano. Es la unión del golpe del tambor alegre con los patrones de la Madre Cumbia, acompañados por la energía del trombón y la trompeta que evocan las sabanas de Córdoba. A este universo orgánico se suman los beats electrónicos, sintetizadores y guitarras”, explica la casa disquera.
Ese tambor, le contó Martina a EL COLOMBIANO, es la base de todo. Con ella hablamos para que nos diera más detalles de Caribeña y para confirmar cuándo volverá a Medellín.
Martina, ¿cómo nació Caribeña, cómo fue este proceso de creación?
“Caribeña está cargado de esa energía del Caribe, de la alegría que siempre quiero transmitir. Siento una responsabilidad cuando alguien me escucha: me está dando un pedazo de su vida, así que quiero decirle algo lindo al oído. Este disco habla de mi madurez musical, pero también reafirma lo que siempre he sido.
La primera canción, Soy, la escribí hace casi diez años. La había dejado guardada y ahora, al retomarla, sentí que todavía decía exactamente quién soy. Esa canción fue la que nos animó a hacer el disco”.
¿Y cómo fue ese proceso de grabación y selección de canciones?
“Fue hermoso. Decidímos empezar desde la raíz, no desde los beats. Trajimos un tamborero a mi casa y comenzamos desde el ritmo, dejando que el tambor marcara el camino. Así nacieron todas las canciones. Algunas se quedaron por fuera, pero esta vez no quise forzar nada: en otro momento vendrán más”.
La canción Magdalena, junto a Ramón Chicharrón, tiene un sonido muy especial. ¿Cómo se dio esa colaboración?
“Fue una coincidencia muy bonita. Volví a trabajar con Jairo Barón, mi ex y productor de mi primer disco, y todo fluyó con mucha armonía. Su esposa me presentó a Ramón, que justo estaba en Colombia. Nos juntamos dos veces, él se puso a tocar de todo —es un músico increíble— y de ahí salió Magdalena, que terminó siendo la canción más importante del disco. Todo se dio muy natural”
En las letras también se nota una evolución. ¿Cómo vivió esa parte del proceso creativo?
“Fluyó muy natural, aunque algunas letras las cambié a última hora. En No le copio a nadie, por ejemplo, agregué una estrofa que dice: ‘Si en otros tiempos yo hubiera nacido, me iba para la hoguera’. Es una frase que representa muchas conversaciones que tengo con mis amigas, sobre ser mujeres libres y auténticas. Quise dejarlo en la canción. En el disco también hay una canción con mi hermana, que cuando la escuché pensé que se parecía a ella y quise invitarla y otra canción con Muerdo –lo amo con todo mi corazón, su música para mí en algún momento la vida fue así como un bálsamo–. Nos conocimos aquí en Colombia. La última vez que vino me invitó a cantar con él fue una experiencia súper linda. Escucho esa canción Florecer, ya terminada, y yo quería que Muerdo estuviera, pero me daba pena, –ahí está el síndrome del impostor a tope–, pero le escribí. Me dijo claro, envíamela y le encantó. Y ahí se sumó a la canción, entonces fue muy bonito todo el proceso”.
Martina y su hermana, Adriana Lucía, han explorado las raíces del Caribe, ¿cómo ve hoy la música caribeña?
“Durante un tiempo me entristeció que, fuera del Caribe, lo único que se conociera fuera el reguetón. Yo no me siento identificada con ese sonido, aunque claro, si me lo ponen en una fiesta, lo bailo (risas). Pero crecí escuchando a Juan Luis Guerra, Celia Cruz, Gloria Estefan, Totó la Momposina... el Caribe es un universo enorme.
Me alegra que artistas urbanos estén volviendo la mirada a la raíz, que usen el ritmo para decir algo –como Bad Bunny, por ejemplo–. Yo siempre me he sentido un alma vieja, pero sigo mezclando sonidos, explorando. Ahora soy más consciente, pero mantengo ese espíritu de probar y ver qué pasa”.
Este es un disco completo, no solo una colección de sencillos. ¿Por qué apostarle a un álbum en tiempos de canciones sueltas?
“Precisamente porque me cansé de dejarle tanto peso a una sola canción. Uno no entiende un libro leyendo solo una página. Los álbumes permiten contar una historia, compartir un momento vital. Disfruté muchísimo hacer Caribeña porque estoy en una etapa de plenitud, con las ideas claras, y quería dejar eso grabado para la historia”.
¿Y qué planes vienen con Caribeña? ¿Pasará por Medellín?