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Esa vaina del acento paisa

14 de febrero de 2010
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Y no sueltan a Medellín en la competencia de los canales privados de televisión por el dominio de la audiencia. Es justo el reclamo por el trato degradante que le dan a nuestra ciudad, ahora con la adaptación de Rosario Tijeras . En esa pugna febril de las noches con las inevitables telenovelas inspiradas en las profundidades cloacales del hampa aparecen otros dos componentes que también lesionan e indignan: El uso taimado del acento paisa como representación de la maldad extrema y la apología del ajuste de cuentas al inducir, propiciar o justificar la venganza privada.

No creo que sea una simple casualidad que el acento golpeado de la gente de Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda sea el que deba distinguir a los protagonistas que más aborrecimiento despierten entre los televidentes. En Oye, bonita , el gamonal facineroso de Isaza habla como paisa. En El cartel de los sapos, El capo, Rosario Tijeras y Las muñecas de la mafia, los peores maleantes, los más abominables (como Norman, por ejemplo) se expresan con el mismo tono, los giros y los modismos distintivos de nuestra región. Los demás, los personajes buenos, los regulares o los malos a secas tienen el acento neutro recomendable en los manuales de actuación, por elementales consideraciones de respeto a los espectadores de este país de regiones.

En tiempos de la nefasta confrontación de carteles, el acento paisa era una de las señas suficientes como para hacerle seguimiento a un individuo sospechoso. De aquel señalamiento general, infamante, contra una población entera, quedan todavía vestigios. Se notan en los dramatizados y series de televisión más efectistas, que más impactan. El daño moral que la telesicaresca de moda nos infiere a los antioqueños, los quindianos, los risaraldenses y los caldenses es inconmensurable. Nadie está respondiendo.

Tampoco se responde por la apología del ajuste de cuentas que se evidencia como denominador común de todas esas telenovelas sensacionalistas. De un modo sutil, subrepticio y malicioso está sembrándose la conclusión de que la juridicidad institucional es inútil, que el Derecho es impotente para regular la convivencia en esta sociedad, que los pleitos entre particulares sólo pueden resolverse por medio de la fuerza, que la venganza privada es más efectiva que la capacidad vindicativa y punitiva legítima de la ley penal, exclusiva del Estado y los organismos judiciales competentes e indelegable en los particulares.

La televisión en esas condiciones deprimentes va convirtiéndose en resumidero de aguas negras, en instrumento de propagación de la contracultura mafiosa, en medio que induce a la comisión de conductas antisociales, en canal de comunicación innecesario por ocioso. Poco habría por agregar. Por ahora, vale preguntar cuándo van a soltar a Medellín y cuál es la vaina con el acento paisa.

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