Comentarios como: “Yo no sirvo para esto”, “Estoy perdiendo el tiempo”, “Tanto trabajo para nada... mis papás matándose y así les pago”, son apreciaciones comunes que se escuchan entre los deportistas refiriéndose a un acto u objetivo deportivo fallido.
La frustración provocada por un resultado adverso o por el incumplimiento de las expectativas deportivas, termina en baja motivación afectando no solo al deportista, sino también a su entorno: entrenador y familia.
Sin embargo, en muy pocas ocasiones se analiza realmente el fenómeno de la frustración y las repercusiones que esta puede traer consigo para el futuro de un atleta en formación, o con orientación al rendimiento.
Primero, deberíamos comprender de qué se trata. La frustración es una emoción negativa que ocasiona sentimientos de tristeza, decepción y rabia. Esta se presenta ante la imposibilidad de cumplir con un propósito.
En el deporte, esa emoción se puede observar incluso con agresiones verbales o físicas dirigidas a sí mismo, a otros jugadores, jueces, padres de familia o público. Se debe comprender entonces que ante la frustración, el atleta aprenda a enfrentarla, en vez de evadirla o huir si no recibe una buena orientación.
¿Por qué se produce?
Un deportista entrena toda una temporada con la seguridad de cumplir con metas; la frustración sobreviene cuando, primero, la meta planteada no es realista o se aleja muy por encima de las posibilidades del atleta. El no cumplimiento de las mismas ocasiona frustración.
Segundo, el hecho de que el deportista sea sobrevalorado por padres y entrenadores puede ocasionar exceso de confianza y desencadenar descuidos técnicos o conductuales en el entrenamiento o la competencia, produciendo fallas que lleven al fracaso.
Por otro lado, la falta de convicción en sus fortalezas y su desempeño, puede llevar a dudas e incertidumbres, provocando una baja de rendimiento y llevando al deportista a la pérdida y, por ende, la frustración.
Por último, la presión por el resultado competitivo sea externa o generada por el mismo atleta ocasiona tensión, ansiedad y puede disminuir el rendimiento.
¿Cómo combatirla?
Los deportistas deben fijar junto a sus entrenadores las metas que quieren alcanzar. Sin embargo, estos objetivos deben cumplir con ciertos criterios: realistas, con progresión, evaluables y que permitan enfocarse en la mejora de su desempeño.
Aunque todo deportista en un nivel de rendimiento, se entrena cada día para alcanzar el éxito deportivo, no siempre se logra. Y no porque sea malo, simplemente son retos que se quieren alcanzar y solo hay un ganador. Cuando se sufre una derrota, esta te obliga a evaluarte y a esforzarte; a superar tus límites. Esto es lo verdaderamente importante para la continuidad y la superación deportiva.
Aprender a ver un fracaso como un aprendizaje y convertir la debilidad en una fortaleza, es una buena definición de resiliencia, cualidad fundamental que deben desarrollar los atletas, para afrontar efectivamente la frustración.
Pensando en los entrenadores
El entrenador y el deportista forman un equipo, cuando gana el atleta también gana el entrenador y viceversa. Enseñar al deportista a planear objetivos difíciles pero alcanzables, a analizar su desempeño y encontrar las fallas para trabajarlas, mantiene al deportista motivado y preparado para afrontar las diferentes situaciones que se pueden presentar. El apoyo incondicional del técnico fortalece la estima del atleta, lo mantiene motivado y la frustración se hace más fácil de afrontar y superar.
Padres de familia
El afecto y apoyo brindados a sus hijos no por lo que hacen sino por quienes son, fortalecen su autoestima y por ende la forma en que aprenden a afrontar emociones como la frustración, no solo a nivel deportivo, sino en todos los ámbitos de la vida