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Qatar es un país pequeño, con una población no superior a tres millones de habitantes, muchos de ellos inmigrantes, quienes engrosan la lista de personas que fueron “maltratadas” en aras de que esta Copa Mundo de fútbol fuera una realidad.
Medios internacionales aseguran que muchos de ellos fueron obligados a trabajar durante largas jornadas, con altas temperaturas, con el objetivo de que los ocho escenarios deportivos que se utilizarán estuvieran terminados en los tiempos estipulados.
Las extensas sesiones de trabajo derivaron en decenas de muertes de personas que terminaron sacrificadas en procura del deleite de algunos. Se habla de 6.500 fallecidos.
Esta es solo una de las quejas que ha manchado el certamen, calificado por muchos por estas razones, como el “Mundial de la vergüenza”.
Las faltas contra los derechos humanos en territorio qatarí parecen ser parte del panorama. El 75% de la población de este país son hombres, dato que refleja por sí solo el lugar secundario al que es relegado la mujer.
Ellas están obligadas a cubrir su rostro y cabeza con el hiyab, el tradicional velo que utilizan quienes residen allí. Para tranquilidad de las mujeres visitantes, no tendrán que usarlo.
La población LGTBI es otras de las que denunció en víspera de la Copa Mundo acosos de todo tipo en esta región, por lo que muchas personas que no son heterosexuales han expresado su temor de viajar allí y muchos de ellos incluso han preferido no hacerlo.
Con una población compuesta en un 90% por expatriados, el uso del inglés está muy extendido y es dominante en Qatar, aunque la lengua oficial es el árabe. Hablar árabe no es indispensable, pero conocer algunas palabras en ese idioma es especialmente valorado por los cataríes.
En los lugares públicos conviene levantarse para saludar a los demás, sobre todo si se trata de personas de edad avanzada.
En los saludos es recomendable que las mujeres cataríes, generalmente vestidas con un largo vestido negro y un pequeño velo, tiendan su mano. Algunas prefieren llevarse una mano a su corazón a modo de saludo.
Los besos y gestos de afecto deben ser evitados en público, ya sea en parejas heterosexuales u homosexuales. Ir de la mano está, sin embargo, aceptado.
Como los habitantes de otros países del Golfo, los cataríes son muy hospitalarios y se preocupan por transmitir una imagen de respeto y amabilidad. Ser invitado a un hogar allí implica quitarse el calzado en la entrada, pero hay que tener en cuenta también que se debe evitar dirigir la planta de los pies hacia los anfitriones.
Los cataríes comen a veces sentados en el suelo, con las manos, de un gran plato a la manera de los beduinos del desierto