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Hacen las veces de gregarios y de líderes

Colombia sobresale en el ciclismo

de élite con esta clase de deportistas. Rinden ante el reto.

  • Egan Bernal (adelante) e Iván Sosa (tercero), un gran dúo al servicio del Ineos. Ya gozan de respeto mundial. FOTO getty
    Egan Bernal (adelante) e Iván Sosa (tercero), un gran dúo al servicio del Ineos. Ya gozan de respeto mundial. FOTO getty
01 de marzo de 2021
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Los gregarios en el ciclismo casi siempre están alejados de los focos de las cámaras cuando se termina una etapa, pero cumplen un papel de héroes como lo recalca el excorredor José Jaime “Chepe” González.

“Su labor es estupenda, son sinónimo de escudo, protección y salvación. Si bien un líder debe tener un nivel superior al resto, siento que muchas veces resulta más difícil trabajar que ganar, porque cuando se es capo de un equipo lo llevan como en coche hasta los últimos kilómetros; mientras que al gregario le toca echarse al hombro unos 180 o 200 km, ponerle el pecho a la brisa, llevar agua, comida, eso es demasiado duro”, dice González, campeón de la montaña de los giros de Italia de 1997 y 1999.

En la actualidad, Colombia cuenta con 22 corredores en la máxima categoría del pedalismo mundial y 14 en la segunda, muchos de ellos, como Egan Bernal (Ineos), Rigoberto Urán (EF Education), Miguel Ángel López (Movistar), Esteban Chaves (Team BikeExchange) y Nairo Quintana (Arkéa), al comando de sus escuadras.

Sin embargo, hay otros representantes que han demostrado, con carácter y gratos resultados, que pueden asumir la responsabilidad de sus escuadras, más allá de que muchas veces lleguen a las carreras a proteger a otro compañero.

Se destacan en esa lista Iván Ramiro Sosa, Daniel Felipe Martínez (Ineos), Sergio Higuita (EF Education) y Harold Tejada (Astana).

Cambio de rol

Hace pocos días, Colombia logró el primer título de la temporada con Sosa. El cundinamarqués conquistó el Tour de la Provence, en Francia, luego de que su jefe de filas, Egan Bernal, campeón del Tour galo en 2019, se esforzara para él.

Manteniendo las proporciones, debido a la exigencia y prestigio de los eventos, ese cambio de roles hizo recordar cuando Greg LeMond o Laurent Fignon batallaban en la década de los 80 por Bernard Hinault; del apoyo mutuo, en los 90, entre Miguel Induráin y Pedro Delgado; del oficio de Chris Froome hacia Bradley Wiggins en 2012 o recientemente el respaldo que se vio entre Froome y Egan.

“Esa es la versatilidad del ciclista y que se gana desde sus bases. Cuando están en categorías inferiores tienen la capacidad de esforzarse por otro, y pese a que escalan hasta ser líderes, jamás abandonan la esencia de este deporte que es celebrar por los triunfos de los compañeros”, comenta el expedalista Santiago Botero.

Sostiene que todo ello es difícil de enseñar, sobre todo en los niños, que por naturaleza son egoístas y más cuando se tocan temas de victoria. “Es un reto muy interesante, y el ciclismo aporta a esa juventud en la capacidad de sacrificarse por otro, entender que este deporte no es solo de uno, sino de todos”.

Botero explica que una vez el ciclista llega alto, no olvida la escuela en la que se formó y donde le inculcaron esos valores.

“Ahí es cuando se ven corredores como Froome o Tom Dumoulin, con el overol puesto, pues sabiendo que en ese instante no tienen la capacidad para dar resultados, ya sea porque están en preparación o recuperación de una lesión, asumen la tarea para que finalmente se vea beneficiado todo un conjunto, independiente si se es líder o gregario”.

Objetivos claros

¿De qué depende de que un pedalista pueda asumir una responsabilidad protagónica camino a la victoria?

Aunque en una competencia se dan pedalazos en solitario, lo cierto es que todo un equipo trabaja buscando un mismo objetivo: el triunfo, recuerda Raúl Mesa, director técnico del conjunto EPM-Scott.

“A medida que pasa el tiempo, hay gregarios que van progresando competitivamente y muestran mejores condiciones, lo cual permite tener mayores oportunidades y libertades para que no vayan solo a terminar una prueba, sino que se esfuercen por quedar entre los mejores. Por eso es bueno que en una escuadra haya, como mínimo, dos líderes, pues si se enferma uno o se retira, el otro responde. Ya lo vimos en el Giro de Italia pasado, con el Ineos. Abandonó Geraint Thomas, pero asumió su soldado Tao Geoghegan Hart y salió vencedor”, dice Mesa.

Para Chepe González, el puesto de líder, aunque muchas veces no se perciba, está disponible todos los días.

“Por eso el gregario debe prepararse no solo para trabajarle a otro, también para estar adelante y triunfar. Requiere de entrenamiento, astucia e inteligencia para leer bien la carrera y ocupar el lugar que le pertenece, eso sí, siempre debe entender que su misión, por más fuerte que esté, es ayudar a su líder para que este se imponga. Ya la carretera irá poniendo a cada uno en su lugar y en su momento”, agrega Chepe.

En 2013, un año después de arribar al Movistar, el boyacense Nairo Quintana llegó como escudero del español Alejandro Valverde al Tour de Francia; no obstante, gracias a sus condiciones, terminó luchando por los primeros puestos de la clasificación general. Al final fue subcampeón, dejando claro que para pruebas de tres semanas podía estar al frente. En 2014, Quintana se consagró en el Giro de Italia y en 2016 en la Vuelta a España.

Estrategias constantes

Luis Fernando Saldarriaga, quien fue uno de los formadores de Quintana, manifiesta que hay varias razones para que en un equipo haya cambio de roles para luchar por conquistas.

“Se depende mucho del estado de forma del ciclista, pues hay líderes que en el inicio de temporada no tienen una buena condición, pero sí les da para colaborarle a otro compañero. A la vez buscan retribuirles a los gregarios ese esfuerzo que han hecho en años anteriores. Aquí impera mucho el tema de sinceridad, personalidad, gratitud para que otro pueda celebrar mientras sus jefes adquieren un mejor nivel”.

Saldarriaga añade que ese cambio de funciones también tiene que ver mucho con el recorrido de cada competencia, así como la parte interna del equipo: “En ese sentido se tiene que evaluar la situación actual del corredor, no solo desde el punto de vista de forma deportiva sino también personal y sicológico en el que esté en ese instante, porque no sirve de nada estar al frente de un grupo si no hay motivación y compromiso de responder”.

Agrega que la empatía entre todos es determinante. “En el ciclismo, si bien es sociomotriz, se deben tener muchas habilidades comunicativas, porque si hay un líder ensimismado, que no exprese cómo va mientras los demás le están trabajando, todo lo antes realizado no servirá para nada. Eso sería una bofetada a todo un elenco”.

Según él, se requiere de honestidad en un grupo, porque si hay una pieza que no funciona, otra puede arreglar la situación. Y en ese caso, dice, un gregario de lujo adquiere mucha importancia en la búsqueda de los objetivos

3
victorias UCI suma Colombia esta temporada; 2 con Sosa y otra con Carlos Quintero.
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