En los últimos días, los habitantes de Medellín han presenciado estrategias culturales que los invitan a pensar temas disímiles, pero importantes para la vida comunitaria.
Uno de ellos consiste en un proyecto de la secretaría de cultura ciudadana para recordar los horarios de la recolección de basura a partir de intervenciones musicales, entre ellas la ópera.
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El otro está a cargo de la Casa Museo de la Memoria, que ha llevado mediadores para que lean en voz alta fragmentos del libro de una víctima del conflicto armado mientas viajan en la línea M del Metrocable.
Ópera para manejar la basura de Medellín
El siete de marzo, los vecinos del barrio Santa Fe, de la comuna 15, tuvieron una experiencia que los expertos llaman “disonancia estética”. Como de costumbre oyeron la campana del carro de basura, pero esta vez, además, escucharon la voz de una cantante que interpretaba algunos pasajes de Carmen, quizá la obra más conocida del repertorio de la ópera.
La disonancia consistió en unir un sonido relacionado con la basura -la campana del carro- con una melodía de la música clásica. Esta intervención surgió de la secretaría de cultura ciudadana de Medellín con el fin de remediar el manejo de las basuras en algunos sectores de la ciudad.
“En el marco del proyecto Medellín es como vos empezamos a hacer varias acciones de cultura ciudadana. Muchas de las acciones de cultura ciudadana lo que buscan es a través del arte y la cultura volver extraordinario algo que es ordinario”, dice Santiago Silva, secretario de cultural de la capital de Antioquia.
La imagen es potente: una cantante lírica, vestida para estar es un escenario, entona pasajes de ópera mientras acompaña el paso del camión de la basura. Además, el asunto no es excéntrico: el secretario le contó a EL COLOMBIANO que intervenciones de este tipo se harán en los sitios en los que se ha identificado que los vecinos sacan la basura a destiempo. “Este ha sido el mensaje que hemos compartido: que en Medellín hay días para todo y que un día que son muy importante para nosotros es el día que sacamos la basura”, dice el secretario.
En diferentes lugares del mundo, algunas administraciones locales han decidido apelar a este tipo de estrategias antes de aplicar sanciones. Por ejemplo, en Colombia los dos periodos de Antanas Mockus al frente de la alcaldía de Bogotá fueron laboratorios de otras formas de ejercer el poder político. Al menos así los recuerdan algunos medios noticiosos y expertos.
“Mockus implementó iniciativas simbólicas y rituales para fomentar el cambio cultural, entre ellas el programa “Caballeros de las Cebras” –que premiaba a taxistas cívicos con un distintivo especial– y la distribución de 350.000 tarjetas con pulgares hacia arriba o hacia abajo para que los ciudadanos expresaran aprobación o desaprobación de conductas”, se lee en un artículo publicado a inicios de este año por el periódico de la Universidad Nacional.
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En este aspecto, Medellín no se ha quedado atrás. El secretario Silva dice que su dependencia cree que“arte y la cultura son muy buenos mecanismos para poner conversaciones, para movilizar a las personas, para llegar de maneras un poco inesperadas a la cotidianidad de las personas”h. En esa línea, dice, que este tipo de intervenciones -imprevistas para aumentar su impacto en la ciudadanía- se llevarán a lugares en los que tradicionalmente hay problemas con el manejo de las basuras.
Lecturas en voz alta para entender el conflicto armado
Esta no es la única estrategia cultural que se lleva a cabo por estos días en la ciudad. De esto dan fe los viajeros del metrocable de la línea M que desde el 12 de marzo, al subirse alguna de las cabinas encuentran un lector que les lee en voz alta pasajes del libro Retazos de mi vida, de la líder Ilda Osorio. El proyecto es realizado por el Museo Casa de la Memoria y el Metro de Medellín, ambas dependencias de la administración distrital.
“Nosotros acordamo unas horas en las que exista un alto flujo de personas. Queremos impactar a más de 2000 personas”, dice Luis Eduardo Vieco, director del Museo Casa de la Memoria, sobre la iniciativa cultural que irá hasta el 21 de marzo, con la opción de prolongarse en otros trayectos del metro.
El libro de Osorio hace parte del catálogo editorial del museo, que a la fecha incluye más de una decena de títulos.
“Seleccionamos unas lecturas cortas para que las personas entiendan un poco de esas vivencias de las víctimas del conflicto armado. Lo hacemos con la finalidad de que no se repitan los hechos traumáticos que se viven como consecuencia de un conflicto desafortunadamente, inacabado”, dice el director.
Además, el funcionario cuenta que hasta el momento los ciudadanos han respondido bien a las lecturas y no se han presentado tropiezos en las lecturas en voz alta.
“Nosotros trabajamos con los mediadores y con el equipo de pedagogía del Museo Casa de la Memoria, porque queremos que sea una lectura muy amena, que realmente le llegue a la ciudadanía. Básicamente, queremos que las personas conozcan esas realidades de Medellín”, dice el funcionario.
De momento, el proyecto tiene una duración de veinte horas. “Se trata de recordar, no de politizar. Ha sido de muy buena la acogida, y por eso pretendemos seguir con esta difusión y también invitar a la ciudadanía a que conozcan el Museo Casa de la Memoria”, dice Vieco.
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