El carro caravana de Pilsen desfiló por la Avenida Regional. Cuando pasó cerca de Ana Rosa Alzate, comenzó a pitar. Todos los que iban en el carro gritaron de emoción y por un megáfono le afirmaron: Doña Rosa, la queremos mucho.
Ella estaba parada al borde de la calle. Se tapaba el rostro como gesto de alegría y agitaba la mano saludando a los que iban en la caravana. A su lado, una silleta elaborada con rosas amarillas y rosadas en la que se leía: «Gracias, doña Rosa, por llevar nuestra silleta por más de diez años». Y en la mitad de la obra, una representación de ella.
“Me hicieron una silleta en homenaje a todos esos años que cargué la silleta, pero yo no sabía nada y estoy muy emocionada”, cuenta con los ojos un poco vidriosos por la emoción.
La última vez que desfiló con silleta fue en la pandemia, cuando el desfile se llevó a cabo en Santa Elena. Durante este tiempo ha participado del evento más icónico de la Feria de las Flores como pionera. “Ya tengo 75 años y sufro de la presión, entonces no puedo hacer mucho esfuerzo. Yo vengo al desfile con el grupo de pioneros y me llevan en caravanas y en carros”, cuenta.
La vida entendida desde las flores
Cuando doña Rosa estaba adolescente, su mamá la llevaba al desfile con una canasta de flores que se ponía sobre la cabeza. Y cuando logró obtener el contrato para ser silletera, lo hizo primero en la categoría Tradicional, después pasó a la Monumental y por último a la Comercial.
Pastelitos Medellín fue la primera empresa a la que le elaboró la silleta; después a la Universidad San Buenaventura, a la Universidad Pontificia Bolivariana, con la que ganó el primer puesto, y a una funeraria en la que le tocó diseñar un ataúd. Por último, trabajó la silleta de Pilsen durante más de diez años.
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En la categoría Comercial, algunas marcas pautan para que los silleteros elaboren diseños que las impulsen. El proceso consiste en que las empresas les envían el concepto y ellos, con el arte que los caracteriza, la elaboran con cientos de flores. Esta categoría tiene dos particularidades. La primera es que es la única que permite utilizar otros elementos aparte de las flores, como la pintura. Y la otra es que no participa por el premio de ganador absoluto.
No es posible abandonar el legado
El desfile estaba a punto de empezar. Cientos de silleteros aguardaban con paciencia bajo el sol que llegara el momento de subirse la silleta en la espalda y avanzar por la Avenida Regional. En el ambiente había música, caravanas de carros desfilando y mucha emoción.
Doña Rosa acogía con amor a otros silleteros que querían tomarse fotos con ella y su silleta homenaje, a personas de logística, a periodistas y a algunos miembros de la Alcaldía. Durante ese tiempo tuvo los ojos encharcados por la emoción.
“Yo lloré mucho cuando tuve que dejar de cargar la silleta, es más, todavía lloro. Para mí este desfile lo es todo. La emoción de sentir que sacamos adelante una tradición que viene de nuestros familiares, en mi caso, de mi mamá que fue la que me enseñó”, puntualiza.
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