Rafael Dussán se autodenomina un artista visual “que básicamente es un dibujante”. En su hoja de vida se lee que estudió Filosofía, Teología y Psicología en el Seminario Mayor de Bogotá y en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y que luego estudió Artes Visuales en Bogotá, París y Milán.
Aunque nació en Bogotá se siente muy identificado con Cartagena, ama esta ciudad como si fuera parte de sí, porque además es un nadador a mar abierto, por eso se siente muy feliz de mostrar su arte y sus obras en el Museo de Arte Moderno de Cartagena en el marco del Cartagena Festival de Música 2025 cuyo lema es “El canto del mar”.
La exposición reúne 35 dibujos que resumen sus 35 años de carrera, una vida dedicada a plasmar en papel y lienzo la relación entre la naturaleza y la humanidad.
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EL COLOMBIANO, presente en Cartagena, habló con él.
Su obra Muralla al límite con lo marino es la imagen oficial del festival, ¿cómo traduce la conexión entre Cartagena, el mar y la música para esta experiencia visual?
“Mi obra está muy influenciada por esos tres elementos, por eso vivo en Cartagena y he vivido varios periodos de mi vida en Cartagena, me he ido y he vuelto siempre. Es fuente de inspiración la Cartagena histórica porque me encanta, por ejemplo la parte arquitectónica colonial y el ambiente Caribe, con en ese entorno colonial, me encanta, la gente me encanta, la ciudad también con todas sus transformaciones modernas y actuales, con sus pros y sus contras, hay muchas cosas que criticar también, pero es una fuente de inspiración. Entonces en primer lugar la ciudad me inspira, me inspira su gente, me inspira la sensualidad de los cuerpos, la alegría de la gente, la música porque la gente del Caribe es muy musical y conectada con el cuerpo.
El mar es fundamental porque Cartagena es una ciudad que está construida sobre islas y los españoles cuando eligieron este territorio para edificar Cartagena de Indias lo hicieron porque era estratégico. Esto permitía que los ataques no fueran frontales, como si sucedía en Santa Marta, por ejemplo, que fue fundada antes que Cartagena. Esta ciudad está rodeada por agua y el agua para mí es un elemento –y el mar sobre todo– muy conectado con la música y con el movimiento y con la vida.
Yo soy un nadador, me encanta nadar en aguas abiertas en el mar, cosa que hago, es nado libre pero una hora seguida en aguas abiertas, alejado de la playa. Y me encanta ese contacto con el mar, con el agua, con el agua salada, con el sol, con los pelícanos, las gaviotas, los peces, todo eso de alguna manera ha permeado el trabajo que hago.
Y con la música, de alguna manera tanto la música clásica como la música del Caribe, curiosamente son los dos elementos que me acompañan mucho en mi labor porque generalmente trabajo con música (...) Todo eso confluye en la temática que estoy trabajando actualmente y que le llamó la atención al Cartagena Festival de Música”.
Esta es la imagen del festival, la obra de Dussán Muralla al límite con lo marino
Su obra empieza desde bocetos y estudios, ¿cómo esto evoluciona a la Muralla al límite con lo marino desde la idea inicial hasta la versión final?
“Esa obra tuvo un proceso. Hice una primera obra y después la destruí, luego hice otra y quedaron unos elementos y la fui construyendo, y precisamente lo que yo quería plasmar era el mar en primer plano y la ciudad amurallada atrás, que es la que yo veo muchas veces cuando nado en paralelo a la playa. Todo es desde la experiencia personal”
¿Cómo integra la técnica tradicional con las nuevas prácticas contemporáneas?
“En mi trabajo sí hay un diálogo entre la tradición y el dibujo que tiene mucho que ver con el renacimiento, además viví en Italia diez años y estoy muy marcado por eso, y entonces hay un diálogo entre un lenguaje contemporáneo porque al mismo tiempo mi dibujo no es un dibujo totalmente académico ni descriptivo, hay algo de abstracto en lo que hago, también hay un rompimiento con la figura, entonces hay algo contemporáneo y moderno. Y al mismo tiempo hay algo clásico que es definir la forma, la estructura, lo orgánico y plasmar el movimiento, toda mi obra tiene mucho movimiento”.
Si tuviera que elegir una de estas piezas como la favorita, o la que más le costó tiempo en hacer, ¿cuál sería?
“Es una que está en la sala siguiente, que es una mujer recostada en el manglar”.
¿Qué significa para usted esa mujer?
“Significa mi compañera, porque fue la modelo, pero también representa la mujer universal, me encantan las mujeres, me encanta la mujer. Y a la mujer la veo muy relacionada precisamente con el mar y curiosamente muy relacionada con Cartagena y con la vida para mí, Cartagena, es una ciudad femenina, que es agua”.
¿Cómo influyo la ciudad en su inspiración para crear la obra que representa el festival?
“Influye por el elemento de ingeniería militar y arquitectónico de la muralla, que me parece precioso, pero en un tiempo era un elemento de defensa ante los ataques de barcos enemigos, piratas, etcétera. Y lo otro es que definitivamente, como estética, la arquitectura colonial me apasiona, la arquitectura moderna no me mueve las fibras, algunas cosas, sí, pero yo siento que la arquitectura colonial y la arquitectura más del pasado están hecha más a escala humana, no es un centro comercial”
¿Qué aprendizajes espera que el público obtenga al observar estás piezas artísticas?
“Yo espero que el público reconozca la importancia de la naturaleza, que todo está conectado, que no somos el centro del universo. Y que todo lo que le hacemos al entorno termina afectándonos a nosotros mismos y al entorno. Que nosotros no somos los protagonistas de esta historia. Están las aves, los peces, las nubes, el mar, el manglar, las tormentas, o sea, somos parte de una totalidad que nos desborda, pero hemos tenido la presunción egocéntrica muy occidental de creer que somos el ombligo del universo, cuando no es así, solamente cohabitamos y hacemos parte de él”.
En el Cartagena Festival de Música, la obra de Rafael Dussán se convierte en un puente entre disciplinas, un diálogo entre el arte visual, el canto del mar y la ciudad misma. Sus dibujos, cargados de movimiento y poesía, invitan a los espectadores a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza, la humanidad y la belleza que nos rodea.
Así, Cartagena, con sus murallas que abrazan al mar y sus calles que respiran historia, celebra no solo la música, sino también el arte que, como las olas, se desliza suave y profundo en el alma de quienes se dejan tocar.
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