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Miguel Salazar y su amigo Ciro en un documental

Ciro y yo, de Miguel Salazar, recorre la historia del conflicto en Colombia a través del testimonio de un personaje.

  • 20 años estuvo el director Miguel Salazar (foto) tras la historia de Ciro Galindo. De alguna forma, el joven realizador reconstruye el relato de un país a través de su personaje. FOTO magela crosignani
    20 años estuvo el director Miguel Salazar (foto) tras la historia de Ciro Galindo. De alguna forma, el joven realizador reconstruye el relato de un país a través de su personaje. FOTO magela crosignani
08 de febrero de 2018
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La guerra que no le tocó a medio país, un solo hombre la vivió toda. Aunque intentara escapar, ella lo encontraba. El realizador Miguel Salazar lo expresa así: Ciro es el resumen del conflicto colombiano.

El documental Ciro y yo narra la vida de este hombre, un sobreviviente de la guerra, hecho de dolor y resistencia. Como otras 6 millones de víctimas del país, vivió el desplazamiento, el reclutamiento, el abuso de la guerra, los falsos positivos.

Esta producción lleva 15 días en cartelera y apenas alcanza los 4.000 espectadores. No alcanzó ni siquiera un puesto entre las 18 películas más vistas en el país esta semana.

Un relato para no olvidar. Para encontrarse. Miguel conversa de su trabajo.

¿Cómo llegó a Ciro y logró ese acceso a su vida?

“Conocí a Ciro en el 96 cuando fui a hacer unas fotos de Caño Cristales y me recibió él, que era guardabosques de La Macarena. Él no me podía acompañar así que me mandó con su hijo de 14 años. Cuando llegamos él se tiró a nadar y se ahogó frente a mí. Esa tragedia nos unió de por vida”.

¿Por qué adoptó la forma documental para narrar esta historia?

“Intenté hacer una ficción de la historia de Ciro como un niño en la guerra, pero nunca pude entenderlo así. El género documental permite contar la historia de muchas maneras. El relato estaba tan destruido que podía recurrir a la oralidad; a volver a poner en orden una vida fragmentada. Era el género para hacerlo porque tenía a Ciro en persona”.

Es una película rica en lenguaje documental. ¿Qué referentes tomó para hacerla?

“De alguna manera, por la naturaleza del material o su archivo. Las fotografías que tomé, la entrevistas en casete que hice. Me di cuenta de que tenía material de otra época y como tal lo traté. Algunas diapositivas fueron grabadas con lupas o en mesas de luz, que le dan otra personalidad a la imagen. También usé fotografías familiares de Ciro, y algo de archivo judicial, evidencia contundente.

El documental permite mezclar archivos y formatos; hay cosas análogas y grabadas en Video 8, Super 8, 16 mm, High 8... mejor dicho, todos los formatos posibles”.

¿Cuáles son sus referentes?

“Tengo muchos. Shoah de Claude Lanzmann, el relato sobre los campos de concentración de los judíos. Me interesa la oralidad del director Errol Morris, tener a un personaje contando su relato. El ex secretario de Defensa Robert Mcnamara... son muchos”.

Siempre hay una posición política cuando se hace un filme, ¿cuál es la suya?

“Mi posición es con las víctimas y los débiles, con los que han sufrido y resistido sin usar la violencia. En este sentido la película es pacifista, un canto contra la guerra.

A Ciro le han hecho daño todos los actores del conflicto. Esta película le da voz a aquellos que la historia les quitó su vida; me hago al lado de ellos”.

¿ Y cómo le ha ido en

cartelera?

“Vamos lentos, pero seguros. Ha habido muy buena recepción sobre todo en Bogotá y Cali. Quienes han visto la cinta han estado conmovidos. Creo que hay un muy buen boca a boca”.

¿Por qué cree que hay tan baja asistencia para este tipo de producciones?

“Creo que son públicos más limitados. El cine siempre ha sido de entretenimiento. Hay espacio para este tipo de documentales, pero el público es más reducido, más cuando hablamos de conflicto, un tema que todos quieren de alguna manera superar. Creo que también falta formación de públicos, salir en salas comerciales. Allí se tiene reticencia; pero poco a poco se van abriendo espacios.” .

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