En el papel, el trabajo del Ministerio para el Posconflicto debe centrarse en estructurar y coordinar políticas para la implementación de los acuerdos pactados con las Farc; además, asesorar al Presidente de la República en la creación y desarrollo de directrices a aplicar una vez termine el proceso de paz.
Y así en el papel, el ministro de Posconflicto saliente, general (r) Óscar Naranjo, cumplió con tareas asignadas por el presidente Juan Manuel Santos: asesoría para modernizar modelos de seguridad, desmovilización y reintegración; coordinar la Consejería para los Derechos Humanos y el programa de las Minas Antipersonal, y dejar, por lo menos, el planteamiento para poner en marcha el Ministerio de Seguridad Ciudadana.
“Ordenar lo que se está haciendo y diseñar lo que se debe hacer hacia el futuro para tener eso listo en el momento en que podamos firmar el fin del conflicto, ojalá sea lo más pronto posible, será su trabajo monumental”, dijo Santos en agosto de 2014 al posesionar a Naranjo.
Pero la pregunta obligada luego de cuatro meses de la renuncia de Naranjo (junio 17 de 2015), y diez meses de dirección de él en ese ministerio (agosto 2014- junio 2015), es qué tantas tareas de las planteadas logró cumplir.
“Al poner sobre la balanza lo hecho por Naranjo, se le debe abonar que desarrolló la pedagogía por la paz en el país. En esta etapa se reunió con policías y militares para mostrar los avances en la mesa y las nuevas tareas una vez firmado el acuerdo final. Súmele el trabajo para priorizar el desminado humanitario en algunos municipios”, explicó Juan Carlos Ortega, analista del conflicto armado.
No obstante, dice Ortega, a Naranjo le faltó gestión, y no por falta de iniciativa, “sino porque llegó a un ministerio sin presupuesto propio, sin línea directa con Santos, y en ocasiones, queriendo desarrollar tareas que se cruzaban con las de otros ministerios. Eso le generó frustración”.
En esa gestión faltó cerrar la brecha entre aquellos policías y militares que se han embarcado en el proceso de paz y sus pormenores como fuerzas armadas legítimas del país, y aquellos que aún generan resistencia frente a una salida negociada con la guerrilla.
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