El paso por la selva del Darién sigue siendo una de las rutas migratorias más transitadas y peligrosas del mundo. Recientemente el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, informó que en lo que va de 2024, al menos 55 personas han perdido la vida intentando cruzar la selva.
El Darién es un corredor clave para aquellos que esperan llegar a Estados Unidos. Aunque la ruta ha sido utilizada desde 2010, entre 2022 y 2024 cerca de un millón de personas ha cruzado esta selva.
Este año, pese a los obstáculos puestos por el Gobierno panameño, al menos de 300.000 migrantes han usado las trochas para cruzar la frontera colombo-panameña, cifra que se redujo en comparación al año anterior, cuando 520.000 personas hicieron el peligroso recorrido.
Los principales viajeros son venezolanos que buscan un refugio fuera del régimen de Nicolás Maduro, aunque también se tiene registro de colombianos, haitianos, ecuatorianos e incluso ciudadanos chinos y africanos que viajan desde lejos para iniciar en Colombia su travesía a los Estados Unidos.
Aunque la selva es inclemente, se tiene registro de que, por lo menos una quinta parte de los migrantes son niños y muchos de ellos viajan solos.
Con animales salvajes, ríos caudalosos, una de las selvas más lluviosas del mundo y la amenaza de grupos armados que se disputan el control de las trochas, la travesía es un cara a cara con la muerte y a pesar de eso, es una de las fronteras más concurridas.
El descenso en la cifra de migrantes que cruzan la selva del Darién no se debe únicamente a los cierres de las principales trochas que hicieron desviar los recorridos por caminos aún más peligrosos.
A solo un mes de la posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, la incertidumbre de un futuro en Norte América juega un papel en las decisiones de los migrantes. Trump prometió endurecer la política migratoria y ha anunciado deportaciones masivas, lo que ha llevado a muchos a desistir de su viaje al norte.
Panamá no solo ha hecho cierre de caminos, en julio del 2024 el Gobierno de Moulino firmó un acuerdo con Estados Unidos para recibir apoyo financiero a cambio de repatriar a los viajeros ilegales que fueran detenidos. Desde entonces, más de 1.500 migrantes han sido deportados a sus países de origen.
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“Rifarte la vida 20 o 21 días caminando por ahí para que te agarren y te monten en un avión y vas para atrás a donde empezaste... Yo siento que eso ha sido un factor de disuasión”, dijo el presidente panameño.
Sin embargo, la medida no es del todo efectiva, pues los migrantes venezolanos no pueden ser repatriados, ya que el gobierno de ese país no permite la llegada de vuelos procedentes de Panamá.
Mientras tanto, organizaciones de derechos humanos hacen un llamado a los gobiernos a revisar las medidas que se toman frente a la migración. “Las medidas restrictivas no reducen el número de personas que huyen de crisis graves de derechos humanos, como las que enfrentan Venezuela, Haití o Ecuador”, afirmó Juanita Goebertus, directora para las Américas de Human Rights Watch.
Además, expertos advierten que luego del 10 de enero de 2025, fecha en la que Nicolás Maduro espera posesionarse como presidente de Venezuela, cientos de miles de ciudadanos de este país huyan al exterior por temor al poder del régimen.
“Probablemente muchas familias quieren esperar a ver qué medidas adopta la administración Trump en los Estados Unidos y qué ocurrirá el 10 de enero, día de toma de posesión en Venezuela”, afirmó Goebertus.