“Estoy segura de que no me voy a morir sin verlo, aunque sea un huesito”. “Me han quebrado, yo sí fui una buena madre”. “Quiero contribuir a la verdad”. “Siento arrepentimiento”. “Tenemos que explicarles a las víctimas el porqué de lo que sucedió”.
Esas son palabras de solo cinco de las miles de voces que se entrecruzan, relatos que parecen independientes, pero construyen la más cercana aproximación a la verdad relatada hasta ahora sobre lo que pasó en 60 años de conflicto armado. Voces e historias que hacen parte de la exposición Hay futuro si hay verdad, de la Colombia herida a la posible, que desde este martes estará abierta al público en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación en Bogotá.
A simple vista parecen solo paredes repletas de frases, cifras e imágenes, que abruman los ojos, pero pararse frente a ellas es como estar ante un espejo limpio, que duele y cuestiona. Son los muros que resumen los lamentos y, sobre todo, los anhelos de un país desangrado por un conflicto que ya nadie parece saber a ciencia cierta cuándo empezó. Ese mismo que muchos aún se empeñan en no reconocer y que evaden los caminos más efectivos para acabarlo.
Es fuerte encontrar en las piezas testimonios mezclados entre víctimas y victimarios. Por un lado, sobresalen los recuerdos del mayor del Ejército Gustavo Enrique Soto Bracamonte, excomandante del Gaula Casanare; José Éver Veloza, conocido como HH, excomandante del Bloque Calima y Bananeros de las AUC; y José Benito Ramírez, quien en la guerra fue conocido como Fabián Ramírez, excomandante del Bloque Sur de las Farc-Ep.
Sus palabras se entrecruzan con las de Clemencia Mondragón, una mujer que busca a los suyos en Buenaventura; de Carmelina Valencia, mujer de Tumaco; o de Olga Rojas, la esposa de un militar desaparecido. Sin embargo, esa es la realidad que nos dejó la guerra.
El objetivo principal de la exposición es darle continuidad a la socialización y pedagogía del Informe Final y El Legado entregados por la Comisión de la Verdad, para divulgar las conclusiones sobre los factores que han hecho posible la persistencia del conflicto armado interno, la forma en que fue vivido en las diferentes regiones y los efectos que tuvo en las comunidades, así como las principales recomendaciones para la no repetición de la violencia en el país.
La obra está construida en una estructura narrativa de seis momentos que hacen un recorrido por la guerra, la barbarie producida por ella, las resistencias de la sociedad civil a vivir en medio de la violencia y va llevando al público a comprender las conclusiones y recomendaciones de la Comisión, y a pensar el presente y el futuro como posibilidad para construir la paz.
Primero muestra una introducción con los objetivos y la narrativa central. Luego el acontecimiento de la verdad, que incluye el mandato de la Comisión, la metodología y el proceso adelantado.
Sigue el capítulo denominado “La Colombia Herida”, centrado en la gravedad de la barbarie del conflicto; y “El Relato Histórico”, que presenta los hallazgos o conclusiones y su desarrollo histórico.
Y los dos últimos puntos de la exposición son: “Colombia adentro”, que expone las dinámicas territoriales de la guerra, incluyendo la perspectiva de los pueblos étnicos; y “La Colombia Posible”, con las recomendaciones para la no repetición del conflicto.
La exposición también es una manera de mostrar y contar en espacios más interactivos los 10 capítulos y el legado que contiene todo el trabajo realizado por la Comisión de la Verdad. Son más de 15.000 entrevistas, más de 1.000 informes recibidos, 700 casos, conversaciones inéditas con más de 30.000 personas y recorridos por 28 casas de la verdad en donde la palabra fue el mayor insumo.
“Caminos construidos para reconocer como forma para restablecer la dignidad de las personas victimizadas, de los responsables de la violencia y de todos como una sociedad herida por la guerra. En medio de un proceso que busca transformar con aportes que sirvan para superar la crisis ética en la que se sumió Colombia con el conflicto”, señaló la Comisión.
Más que cifras
Los números son aterradores y buena parte de los colombianos los conocen o los ha escuchado como relatos sueltos, pero volver a leerlos durante el recorrido y, en muchos casos ver los rostros que están detrás, puede ayudar a tomar conciencia de una buena vez. Pesa leerlos, pero son la realidad de nuestra historia.
El balance final estableció que entre 1985 y 2018, unas 450.664 personas perdieron la vida a causa del conflicto armado en el país. Sin embargo, si se tiene en cuenta el subregistro, la estimación del universo de homicidios puede llegar a 800.000 víctimas. La investigación de la Comisión estableció que entre los años 1995 y 2004 fue el periodo con más víctimas, con 202.293, es decir el 45 % del total.
Por ejemplo, 4.237 masacres entre 1958 y 2019, de las que se desconoce el responsable del 24%, pero que se le atribuyen el 50% a los paramilitares, 18% a las guerrillas, 7% a los agentes del Estado y 1% agentes del Estado en alianza con paramilitares.
Entre todo eso, 178.364 asesinatos selectivos, es decir muertes premeditadas en contra de indefensos; 32.446 violencias sexuales, actos que degradan o dañan el cuerpo, la psique o la sexualidad; 50.770 secuestros o tomas de rehenes, con un universo de alrededor de 80.000 víctimas.
La estimación del total de víctimas de desaparición forzada en el país puede llegar a ser de alrededor de 210.000, de estas el 51,8 % por responsabilidad de grupos paramilitares, el 27% por guerrillas, el 12% por agentes del Estado y 16% corresponden a otros grupos. Además, un millón de colombianos se estima que tuvieron que irse al exilio.
La excomisionada Lucía González le dijo a EL COLOMBIANO que hoy más que nunca es claro que solo si los ciudadanos comprenden lo que ha pasado y lo que está detrás del conflicto armado que nos interpela y reta, vamos a conseguir la paz.
“Esto tiene que significar al país una posibilidad: que cada uno tiene un espacio para construir condiciones para la paz. La exposición termina con preguntas que van a la conciencia y al corazón de cada uno, con las que se espera, especialmente, con los jóvenes y maestros, preguntarnos cómo cada uno se compromete con la paz”, explicó González.
Para la excomisionada no se trata solo de hacer un recorrido por el horror del conflicto, sino que este mismo horror nos haga preguntas y nos conmueva para asumir el compromiso ciudadano. “Cómo es que no hemos sido capaces de levantar la voz después de ver toda esta tragedia y cómo no hemos sido capaces de encontrar los caminos para las transformaciones necesarias”, se pregunta González en voz alta.
Parece increíble, pero después de años de trabajo, muchos colombianos tampoco saben del trabajo de la Comisión de la Verdad. Para eso es importante comprender el contexto de su creación, el mandato, la metodología utilizada para documentar el conflicto y conocer el equipo que hizo posible el proceso, encabezado por 11 comisionados.
“La Comisión es resultado de la demanda de las víctimas por verdad y del acuerdo de paz firmado entre las Farc y el Estado, como una propuesta de justicia transicional para la que se creó el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición” se puede leer en una de las partes de la exposición. De ese sistema también hacen parte la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (Ubpd)”. Eso sí desde la Comisión han señalado con claridad que se trata de “una entidad del Estado (no de gobierno), extrajudicial y temporal”.
En una de las presentaciones del Informe Final, el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, dijo que si hiciéramos un minuto de silencio por cada una de las víctimas del conflicto armado, el país tendría que estar callado durante 17 años.
Otra cifra igual de fuerte y estremecedora, un cálculo que no obliga a otra cosa más que a la reflexión y a la búsqueda de un camino diferente para el futuro del país. Visitar la exposición y recorrerla de la mano de los testimonios de quienes vivieron y padecieron el conflicto, parece ser también una buena forma de alzar la voz.
Guía para visitar la exposición
La exposición estará abierta al público a partir del martes 13 de febrero hasta el 31 de diciembre del 2024 en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá. Contará con una agenda permanente de recorridos guiados, ejercicios de mediación pedagógica y plan de circulación, discusión y creación artística para todo público. El desarrollo del proyecto contó con el apoyo de la Alcaldía de Bogotá, la Agencia de cooperación alemana GIZ, Usaid y la Organización Internacional para las Migraciones, Rodeemos el Diálogo, Unicef, la Fundación Ford, el Grupo Sura y el Ministerio de las Culturas de Colombia.