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El conocido zoológico Santa Fe, ahora bajo la denominación de Parque de la Conservación, reabrió sus puertas esta semana tras un cierre de diez meses por la pandemia, tiempo que el escenario aprovechó para renovar sus espacios y cambiar su filosofía y razón de ser.
El escenario, que está arraigado en el corazón de los habitantes de Medellín y del Aburrá por acoger desde 1960 a miles de visitantes, ahora es más un lugar de aprendizaje sobre fauna que un sitio de exhibición animal.
La nueva inspiración tiene a la fauna como protagonista, pero más para su protección y existencia en condiciones dignas que para divertir a los visitantes, que no dejarán de alegrar su vista con las especies, pero adicional tendrán rutas para entender porqué los individuos están allí y valorarlos como elemento vital del ecosistema y la biodiversidad.
"Toda la fauna que nos llega es porque ha sido víctima de tráfico y maltrato y acá se recupera y se le da bienestar", explicó Jorge Aubad Echeverri, director del Parque, que acoge a 900 animales de 250 especies, incluidos dos jaguares, la especie de felino más importante que habita en los bosques de Colombia.
Aubad señala que aunque el parque conserva muchos de sus programas, otros no irán más en su agenda, como los juegos mecánicos para niños o los espectáculos musicales que se hacían los fines de semana, que aunque significaban ingresos para el sostenimiento, también implicaban alguna perturbación a la tranquilidad de la fauna. "El nuevo concepto se basa en contarle a la gente la historia de los animales y lo que se puede hacer por ellos, lo que hacemos por cada especie".
El parque, que tenía un aforo total de 2.740 personas y quedó con 2.400, en esta reapertura solo podrá haber en el interior un aforo de 915 personas al tiempo, lo que no implica que por jornada solo puede ingresar este número, pues hay que recordar que los visitantes van cambiando durante las horas, unos van saliendo y otros entrando.
Además, también se empezaron a aplicar las normas básica de bioseguridad exigidas para este tipo de espacios, como tomas de temperatura para no dejar ingresar personas con fiebre o gripa, portar todo el tiempo el tapabocas, incluso los niños mayores de dos años de edad, y uso de alcohol y gel antibacterial.
Una de las medidas más drásticas tiene que ver con la alimentación, pues por la pandemia las cafeterías no están en servicio y las personas deben comer antes del ingreso, porque no se permite entrar alimentos, solo líquidos