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En la vereda Los Charcos, de Santa Bárbara, se celebraba un cumpleaños en una finca. Durante la fiesta, dos hombres con las caras cubiertas con pasamontañas irrumpieron con violencia, abrieron fuego, dejaron a dos personas muertas y huyeron.
Sucedió en la madrugada de este sábado 27 de noviembre, según el reporte entregado por la Policía Antioquia. Las víctimas fueron identificadas por el personal judicial que se dirigió hasta el lugar de los hechos. Se trata de un hombre y una mujer. Ella tenía 36 años y se llamaba Ana María Grajales. Según la información ofrecida por la Policía, tenía tres anotaciones judiciales: falsedad personal, daño en bien ajeno y hurto agravado.
La otra víctima fue identificada como Andrés Oliveiro Pérez García, de 27 años. Él, informó la Institución, tenía tres anotaciones por hurto.
Desde Policía Antioquia le confirmaron a EL COLOMBIANO que el levantamiento de los cuerpos ya fue realizado y que ahora están bajo custodia de Medicina Legal, en donde se les practicará la necropsia. Los móviles del doble homicidio están por establecerse y son materia de investigación.
El Suroeste de Antioquia, una subregión que se había destacado por su relativa tranquilidad, lleva dos años sumida en una espiral de violencia. Todo inició cuando se resquebrajó la hegemonía delincuencial del cartel narcotraficante Clan del Golfo, también conocido como Autodefensas Gaitanistas. Desde entonces, cuatro alias han empezado a rondar los expedientes judiciales, como sospechosos de ser los instigadores de los homicidios: “La Erre”, “Carne Rancia”, “Siopas” y “el Gato”.
La disputa entre estos excompañeros del delito ha dejado 12 matanzas. La más masiva de ellas sucedió en Betania, en noviembre de 2020. Unos ocho hombres, armados con fusiles, irrumpieron en la finca cafetera La Gabriela, a 5 kilómetros del casco urbano, y abrieron fuego contra los caficultores. El saldo fue de 10 personas muertas. El móvil fue un ajuste de cuentas por el control del microtráfico en las fincas cafeteras, un jugoso negocio que se disputan los cabecillas mencionados.
La pelea por esas ganancias explica las atrocidades perpetradas en el Suroeste desde el año pasado. Las 13 matanzas (de tres víctimas en adelante) han dejado 54 muertos, siete de ellos venezolanos; ocho sucedieron en fincas cafeteras, por lo que cerca del 80% de los occisos son recolectores.
Pese a que los presuntos responsables de la masacre de Betania fueron capturados el 29 de noviembre de 2020, la escalada violenta en el Suroeste no ha dado tregua. El pasado 17 de octubre, cinco personas fueron asesinadas en Betania, nuevamente en una finca cafetera.
El último antecedente, sin embargo, se remite al asesinato de tres miembros de una misma familia en el corregimiento de Farallones, en Ciudad Bolívar.
El 19 de septiembre de este año, EL COLOMBIANO publicó un completo informe sobre cómo las ollas de vicio, aprovechándose de la cosecha cafetera y el turismo, se han convertido en un negocio más que rentable y atractivo. Y mientras sea rentable, el Suroeste seguirá en disputa.