Luces tenues, cálidas, y uno que otro strover, nada que irrumpiera en lo que podría ser la noche más inolvidable para quienes fueron en pareja. La cita con Manuel Medrano este miércoles 30 de noviembre, fue para los románticos eternos.
La guitarra acústica, la batería y el bajo se tomaron el Teatro Metropolitano. Sonaron sin parar, hasta que el artista apareció en escena en silencio, con un par de gafas y vestido de traje negro.
Su velada inició con Nenita, y el abrazo de las parejas en el público. Algunas fans corrieron a acercarse a la tarima con sus celulares para grabarlo, y cantar: “porque eres lo que siempre quise, porque eres lo que siempre soñé“. Muchas luces violetas.
“Ya no puedo más, llevo tres días sin soñar”. Muchos besos entre los enamorados, y luces azules. Medrano parecia estarles abrazando con su voz profunda y su amiga fiel, la guitarra. A medida que avanzaba el concierto, la euforia y la histeria se apoderaron del recinto. Había quienes se querían subir a corear desde la tarima.
Durante dos horas regaló a su público las canciones más sonadas, con las que ganó dos Premios Grammy Latinos. Bajo el agua, Afuera del planeta, Quédate, Si pudiera, y Una y otra vez.
Hasta que vino la sorpresa de la noche, y una de las canciones más esperadas durante toda la velada: La mujer que bota fuego, –con esta se hizo a su fama, y entró al listado de las canciones más escuchadas del país–. Al cartagenero lo acompañó Ale, la artista paisa que ha sido conocida en la escena musical recientemente, por fusionar la electrónica con el pop.
Termina la canción, las luces se apagan, la tarima y Medrano desaparecen. Lo que sería el fin del concierto. Entonces la gente pidió más, querían otra.
Reaparece la guitarra, el bajo y las luces, y se dirige a su público. Se toma fotografías desde la tarima junto a algunas fans, y les pregunta cómo debía posar, y si se veía mejor con gafas o sin ellas.