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EL COLOMBIANO, un testigo de 105 años

En más de un siglo, el diario ha evolucionado y se ha reinventado para llevarle, de la mejor manera, la información a sus audiencias.

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05 de febrero de 2017
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Con un capital de trescientos pesos, el doctor Francisco de Paula Pérez fundó EL COLOMBIANO en Medellín.

Era de dos páginas y la portada, paradójicamente, solo tenía avisos publicitarios —13 en total—. Ningún titular noticioso. Costaba 6 centavos de peso y se imprimieron 400 ejemplares.

En enero de 1930, don Julio C. Hernández y don Fernando Gómez Martínez, compraron el periódico y con un editorial titulado Exordio y Partición, empezaron oficialmente a llevar las riendas de EL COLOMBIANO. Don Julio, que había estudiado en Nueva York, decidió asumir la parte administrativa, y don Fernando, abogado de la Universidad de Antioquia, asumió lo periodístico.

Para mantenerse vigente y a la vanguardia, EL COLOMBIANO ha cambiado constantemente en estos 105 años. De bisemanario de dos páginas pasó a circular de lunes a sábado; en 1931 sus ediciones se extienden hasta los domingos; a lo largo del tiempo fue aumentando el número de páginas, alcanzando un máximo de 70 en tamaño universal. Hoy, en la era digital, tiene mínimo 48. Su formato ha pasado por varios tamaños, desde el universal hasta el actual tabloide berlinés; su diseño siempre se ha reinventado.

Mañana, con una edición especial de Director por un día, EL COLOMBIANO celebra un nuevo aniversario. Serán sus directores: Carlos Enrique Moreno, presidente de la organización Corona; Catalina Mesa, directora de cine, y Maritza Arango y Yesenia Restrepo, medallistas y atletas paralímpicas.

Como el primer café

Juan Luis Mejía Arango, rector de la Universidad Eafit y exdefensor del lector de EL COLOMBIANO, parodia a Borges al decir que este diario es para Antioquia un hábito como el primer café o el primer jugo que se toma en la mañana. Para él, es a través del periódico que nos informamos de los hechos más importantes en la región, el país y en el mundo. Además nos documentamos con la lectura de la realidad que hace en sus páginas de opinión.

De la trayectoria del diario, lo más importante es la defensa de lo regional, ha sido una voz del departamento a lo largo de 105 años. “En un país con permanentes tensiones entre lo nacional y lo local, es peligroso que se escuche solo la voz de lo nacional. Tratamos de construir un país desde la diversidad, desde la pluralidad y desde las regiones. Es por eso muy relevante que EL COLOMBIANO esté como un altavoz de la región”.

Mejía Arango concluye que en esta época piensa en lo multimodal. Lo digital es imprescindible pero efímero, mientras que lo impreso tiene una vocación de permanencia.

Dice que se deben conjugar los distintos soportes tecnológicos, pero que le daría mucha tristeza que desapareciera el periódico en papel.

105 años, signo de calidad

Para el escritor Germán Castro Caycedo, que EL COLOMBIANO llegue a los 105 años es signo de calidad, de la aceptación de la gente, y que es de una región muy importante con un gran número de lectores.

“En el mundo y las dinámicas de la información actuales, el periodismo es una cosa absolutamente diferente a eso de tener un celular. ¿Cómo se compara algo de EL COLOMBIANO con un bobo que tenga un celular a la mano?”

“El periodismo está inventado hace mucho tiempo. La crónica —en Colombia no hay reportaje—, el género mayor del periodismo, viene desde el año 1.500 en América. Son más de 500 años de permanente evolución”, resalta el cronista.

Transformación

Un periódico que cumple 105 años, dice el maestro Javier Darío Restrepo, testimonia que la información diaria ha sido durante este largo tiempo un sustento irreemplazable y que ha habido quienes lo proporcionen. De aquella primera edición a la actual ha habido cambios, apenas naturales. “El medio es el que cambia y con él las circunstancias; es lo que la tecnología digital está poniendo en evidencia en este nuevo aniversario. Aunque todo indica que el periódico en papel tiene los años contados, el periodismo y el periodista se mantendrán como una necesidad, solo que bajo otras condiciones”.

Restrepo asegura que, para reiventarse, los periódicos tendrán que cambiar su estructura de financiación porque cada vez más el periodismo tendrá que apoyarse en su credibilidad y esta se ha debilitado por su dependencia de apoyos financieros como los que dan la publicidad o los patrocinios. Las experiencias que se adelantan hasta ahora indican que el apoyo del suscriptor es una fuente de libertad y de credibilidad a la que tendrá que apelarse.

“Esto crea la urgencia de cambiar de contenidos. Los que se proporcionan hasta ahora son insatisfactorios. Al multiplicarse las fuentes de información, se echa de menos quién informe en profundidad y en forma completa; se necesita quién le ponga orden a la babel noticiosa y quién convierta la noticia en conocimiento”.

“Estos nuevos contenidos determinan la necesidad de una nueva relación del periodista con los receptores. Tratados hasta ahora como clientes, tendrán que sentirse participantes en el proceso informativo; ubicados en la parte de abajo de una linea vertical, tendrán que ser parte de un tratamiento horizontal, de igual a igual. El periódico, en consecuencia será menos empresa y más tarea común y comunitaria”.

Son desafíos que, para Restrepo, EL COLOMBIANO tendrá que hacerles frente en los próximos 105 años.

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