El poeta nadaísta Gonzalo Arango escribió en uno de sus poemas que una mano más una mano, no eran dos manos, sino unas manos unidas. Unos versos que hablan de la certeza de que al juntar fuerzas se logran mejores resultados y que podrían explicar una de las premisas del modelo cooperativo: al generar asociaciones se pueden lograr fines colectivos.
“Hay dos tipos de empresa. Una en la que yo me lucro y gano muchos recursos al hacerla crecer económicamente. Otra, en la que trabajamos en conjunto y su crecimiento va a ser de todos y con un fin común”, explica Carolina Peña Vera, ingeniera financiera, quien ha trabajado apoyando el fortalecimiento financiero para asociaciones en Antioquia.
Colombia, a cierre de 2021, contaba con 3.104 cooperativas activas, según Confecoop. Este modelo económico llegó al país para darle fuerza al sector agrícola pero, con el paso de los años, ha fortalecido su presencia en el sector financiero. Aun así, directa e indirectamente está en sectores como los servicios administrativos, el transporte, comercio, industria alimentaria, salud, educación, entre otros.
Para Jairo Orlando Villabona, docente y director del Grupo de Estudios Fiscales y de Equidad de la Universidad Nacional, el fortalecimiento del sector cooperativo favorece la distribución de la riqueza al permitir que las personas asociadas sean dueñas de los negocios y obtengan sus excedentes, una alternativa para un país en el que el 1 % de la población tiene el 68 % de la riqueza del patrimonio, de acuerdo con cifras del Centro Interamericano de Administraciones Tributarias.
¿Quién las vigila?
La Ley 79 de 1988 entrega el marco normativo para el desarrollo del sector cooperativo al reconocerlo como parte fundamental de la economía nacional. En esta explica cuáles son las disposiciones generales para constituir una cooperativa, quiénes están vigilando su labor, cómo es el manejo de su patrimonio, entre otros.
Cuando las cooperativas tienen una actividad económica de índole financiera o prestan servicios parecidos a las entidades bancarias son vigiladas por la Superintendencia Financiera, organismo adscrito al Ministerio de Hacienda y Crédito Público encargado de supervisar que el sistema financiero colombiano conserve su estabilidad y seguridad. A la vez que el Banco de la República establece la tasa de interés que deben manejar estas cooperativas.
“En Colombia son cinco las cooperativas financieras más importantes en el manejo de recursos: Confiar, Cotrafa, JFK, Coofinep y CFA. Como actúan como un banco, estas tienen que ser autorizadas antes de operar por ser consideradas establecimientos de crédito. Además, también prestan servicios a personas que no son asociadas”, aclara Villabona.
Por su parte, las cooperativas de ahorro y crédito en Colombia son cerca de 178. Están regidas por la Ley 454 de 1988 y, aunque ejercen actividades como las anteriores, están restringidas a trabajar únicamente con los asociados y son vigiladas por la Superintendencia de Economía Solidaria.
Uno de los retos de las cooperativas financieras es que pueden estar comprometidas a mayores riesgos pues sus condiciones respecto a la capacidad financiera de los que solicitan un crédito son diferentes a las que establecen los bancos. Por esta exposición, suelen comprar más pólizas lo que, eventualmente, puede generar un sobrecosto para el asociado o beneficiario
0,5 % es la participación de las cooperativas en el PIB de Colombia.
