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El anuncio de que Estados Unidos retirará sus tropas de Afganistán el 11 de septiembre ha confirmado los peores augurios de muchos afganos. La población, sobre todo mujeres y jóvenes, teme una guerra civil y el regreso de los talibanes que gobernaron desde 1996 hasta la intervención estadounidense contra Al Qaeda a finales de 2001. Su puritana y patriarcal visión de la sociedad afectó sobre todo a la población urbana. Los talibanes confinaron a las mujeres en sus hogares, sin derecho a trabajar o a educarse, pero tampoco los hombres tenían muchas libertades, en cualquier momento podían ser reclutados a la fuerza.
La intervención estadounidense en 2001 para castigar a Al Qaeda, el grupo responsable de los atentados del 11-S al que los talibanes habían dado refugio en Afganistán, abrió el país al mundo. De repente, las mujeres pudieron salir a la calle (aunque no todas se atrevieron a quitarse el burka), los hombres afeitarse las barbas (hasta entonces obligatorias) y los niños volver a volar cometas, algo que, como la música, el cine o la televisión, habían proscrito los fundamentalistas. Hoy, el 62 % de los 38 millones de afganos es menor de 25 años y no tiene un recuerdo directo de aquellos años oscuros