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Los países del vecindario latinoamericano, incluida Colombia, retrocedieron en el Índice de Competitividad Global 2021, realizado por el Institute for Managment Development (IMD), con sede en Suiza, nación que lideró la clasificación universal junto con Suecia y Dinamarca (ver paréntesis).
Este ranking es realizado desde 1989 e incluye un análisis comparativo entre 64 economías de todo el mundo.
Para realizar la clasificación, según el MDI, se revisan cuatro grandes factores: desempeño económico, eficiencia gubernamental, eficiencia empresarial e infraestructura.
En el escalafón de este año, como se había mencionado, los siete países de América Latina incluidos en este análisis perdieron terreno, siendo Chile y Perú los que evidenciaron mayor retroceso.
El primero pasó de la plaza 38 a la 44. Y, el segundo, de la 52 a la 58. Es decir, cada uno perdió seis escaños.
Luego, aparecen México y Colombia. Ambos perdieron dos posiciones y se ubicaron en las casillas 55 y 56, respectivamente.
El lote suramericano lo cierran Argentina y Venezuela, que retrocedieron una casilla y se acomodaron, en su orden, en las posiciones 63 y 64.
Por su parte, Brasil también cedió una posición y quedó en la plaza número 57.
Tal como lo señaló el MDI, el manejo y los efectos de la pandemia incidieron en el desempaño de este conglomerado de países. Aunque en el caso de Brasil, por ejemplo, añadió entre las causas una infraestructura educativa “deficiente”, un mal manejo de la deuda pública y una alta tasa de desempleo.
Pese a que Argentina y Venezuela fueron catalogadas como las peores naciones en competitividad, los datos históricos permiten inferir que Chile ha experimentado la caída más notoria al bajar escalones por tercer año consecutivo, cuando llegó a ocupar la casilla 26 del ranking global en 2007, siendo el único del vecindario en llegar al top 30.
No obstante, el MDI ha observado deterioro en los cuatro pilares evaluados y lo empujo hasta la ubicación 44, la peor conseguida hasta ahora.
Si bien en el ámbito mundial perdió terreno, en el regional desbancó a Perú y se ubicó tercero en la clasificación regional de competitividad.
Sin embargo, tal como lo señaló Rafael Piñeros, investigador asociado de políticas internacionales de la Universidad Externado, este cupo en el top 3 entre los latinos es producto de un deterioro en las condiciones de los vecinos y no en una mejora interna.
Esa visión es respaldada por los datos históricos, en los que el MDI evidencia como en el rubro de competitividad económica viene retrocediendo progresivamente desde 2017, cuando ocupó la plaza 41. En contraste, para 2021 ocupó la casilla 56.
Así mismo, en competitividad gubernamental bajó de la posición 56 a la 58 entre 2020 y 2021. Sin embargo, en eficiencia empresarial pasó de la casilla 52 a la 51 y en infraestructura ganó tres posiciones al escalar de la 56 a la 53.
“Para poder recuperar la competitividad, Colombia tendrá que aumentar el nivel de su deuda e invertir en ejes clave como la lucha contra la pandemia” aseguró Piñeros.
Paralelamente, estimó que la incertidumbre fiscal (balance entre ingresos y gastos) por la que atraviesa el país podría tener repercusión en las próximas calificaciones del MDI.
De otro lado, Carlos Valencia, director del Centro Javeriano de Competitividad, apuntó que si bien el país ha hecho esfuerzo por fortalecerse en este campo, aún está lejos de ver los efectos esperados.
En este sentido, explicó que frente al tema de competitividad se revisan las apuestas en el presente y en el futuro.
Desde su óptica, aquí juega un papel coyuntura la formación del capital humano, porque sin él, “las apuestas se quedan en eso, en apuestas”.
Allí apuntó que ciudades como Bogotá y Medellín tienen unas visiones “interesantes” a futuro. Pero insistió en que se necesita una oferta adecuada para preparar al talento humano de cara a los sectores del mañana.
“La competitividad hoy día se entiende de manera diferente e implica el bienestar de los individuos, el desarrollo de sistemas de salud eficientes, el desarrollo de sistemas educativos y el cierre de las brechas regionales”, añadió.
Frente a las potenciales acciones encaminada a ganar competitividad, se refirió a un sistema de “gobernanza colaborativa” que reúna a representantes del sector privado, del Gobierno, de la sociedad civil y de la academia en busca de soluciones a los problemas puntuales.
Además, expuso que este modelo de gobernanza debe apartarse de las polarizaciones, apostar por la continuidad de las políticas públicas y “ponernos a pensar en una idea común de país”