En 2024, China experimentó su menor crecimiento económico en 30 años, alcanzando solo un 5%, una cifra que marca una desaceleración considerable, si se excluye el periodo de la pandemia.
A pesar de que la Oficina Nacional de Estadísticas de China (NBSC) cumplió con el objetivo fijado por el gobierno, este crecimiento refleja la caída en la demanda interna y los serios problemas en sectores clave como el inmobiliario.
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El país logró un crecimiento robusto en su producción industrial, que aumentó un 5,8% impulsada por políticas gubernamentales enfocadas en la producción de bienes tecnológicos y la renovación de maquinaria.
Además, la demanda externa ayudó, con un superávit comercial que alcanzó un récord cercano a un billón de dólares. No obstante, el consumo interno sigue siendo débil. Las ventas minoristas crecieron solo un 3,5%, muy por debajo del 7,2% de 2023, y los hogares siguen acumulando altos niveles de ahorro, mientras la dinámica de los créditos sigue siendo baja.
Por su parte, el sector inmobiliario, tradicionalmente el motor económico de China, está en plena crisis, lo que está afectando gravemente los resultados.
La persistente preocupación por la estabilidad del empleo y los ingresos futuros de los ciudadanos ha llevado a que el consumo siga siendo tímido, a pesar de las políticas de estímulo que ha implementado el gobierno.