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En el bullicioso centro de Medellín, un rincón de esperanza y belleza ha florecido gracias a la dedicación de Eduardo Ospina. Hace seis años, este comerciante decidió transformar el concurrido pasaje peatonal de la carrera Bolívar con la calle San Juan, una de las zonas más sórdidas de la capital antioqueña en un santuario para mariposas. Foto Julio César Herrera -
El proceso de “pelechar” las mariposas monarca, como lo llama Eduardo, requiere dedicación y paciencia. Desde la recolección de huevos y orugas hasta su liberación como mariposas adultas, Eduardo cuida con esmero cada etapa de su transformación. Foto Julio César Herrera -
Su proyecto, que comenzó como un sueño personal, ha traído vida y color a un área que antes era conocida por su deterioro. Foto Julio César Herrera -
Eduardo, motivado por su amor por la naturaleza y su deseo de embellecer su entorno, comenzó a cultivar plantas que atraen mariposas. Con paciencia y dedicación, creó un espacio donde estos delicados insectos pueden alimentarse y reproducirse. Foto Julio César Herrera -
Este pequeño paraíso urbano no solo ha mejorado la estética del área, sino que también ha proporcionado un respiro de tranquilidad para los habitantes y visitantes del centro de Medellín. Foto Julio César Herrera -
La iniciativa de Eduardo ha tenido un impacto significativo en la comunidad. Las mariposas, con sus vibrantes colores y elegantes vuelos, han capturado la imaginación de todos, desde niños hasta adultos. Además, su presencia ha contribuido a un mayor interés en la conservación y el cuidado del medio ambiente en una zona donde estos temas no es tan común. Foto Julio César Herrera -
Eduardo Ospina no solo ha embellecido su ciudad, sino que también ha demostrado cómo un individuo puede hacer una diferencia tangible en su comunidad. Foto Julio César Herrera -
Las mariposas que ahora llenan el centro de Medellín son un testimonio vivo de su compromiso y pasión de un hombre. Foto Julio César Herrera
Centro de Medellín se llena de mariposas gracias a este hombre
Eduardo Ospina, un comerciante apasionado por la naturaleza, estableció en el concurrido pasaje peatonal de la carrera Bolívar con la calle San Juan en un refugio para las mariposas monarca, sembrando esperanza y color en una de las zonas más sórdidas de la capital antioqueña.