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Medellín entra al radar global con un proyecto de minería sostenible liderado por la UNAL

Por primera vez, una facultad colombiana integra el núcleo del OptimalMine, un consorcio científico europeo que busca transformar la manera en que se extraen los minerales clave para la transición energética. Aquí los detalles.

  • La Facultad de Minas de la UNAL, con 138 años de historia, articula ciencia y territorio desde Medellín para un consorcio internacional de minería sostenible. FOTO Manuel Saldarraiga
    La Facultad de Minas de la UNAL, con 138 años de historia, articula ciencia y territorio desde Medellín para un consorcio internacional de minería sostenible. FOTO Manuel Saldarraiga
hace 2 horas
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Desde una colina de 138 años de historia, la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia observa por primera vez, con pleno derecho, un horizonte que antes parecía reservado a otros continentes, pues desde Medellín, se proyecta ahora en uno de los mapas más ambiciosos de la ingeniería global: el proyecto OptimalMine, un consorcio científico internacional que busca optimizar las cadenas de suministro de minerales críticos para la transición energética. De las diez universidades convocadas, una representa a Suramérica. Es colombiana. Es pública. Y está en Antioquia.

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El ingreso de la Facultad a este selecto círculo no fue una casualidad ni un gesto diplomático. Fue el resultado de una apuesta política y académica por la internacionalización, tejida con persistencia por un equipo que entendió que no basta con tener historia: hay que hacerse visible. La decana Eva Cristina Manotas lo resume sin rodeos en una conversación con EL COLOMBIANO: “Queríamos mostrarle al mundo de qué está hecha esta facultad. Que no somos únicamente tradición minera, somos ciencia en movimiento, con capacidad de aportar a desafíos globales”.

Esa visibilidad se consolidó en diciembre pasado, cuando una delegación viajó a la Universidad de Newcastle —Reino Unido—, y el encuentro, respaldado por un convenio marco anterior, terminó en algo más concreto: la invitación formal a sumarse a la convocatoria Horizonte Europa. Y la convocatoria, altamente competitiva, fue ganada.

Con un millón de euros aprobados, de los cuales 220 mil serán administrados directamente por la Universidad Nacional, Colombia entra al mapa y lo hace desde una posición operativa, ya que gestionará la movilidad académica del proyecto. Esto incluye enviar investigadores al extranjero y recibir a expertos internacionales que vendrán al país a conocer sus suelos, sus minerales y sus métodos. Un intercambio horizontal, técnico, que rompe con el histórico lugar periférico asignado a las instituciones latinoamericanas.

Pero más allá del hito institucional, OptimalMine aborda un asunto crítico: cómo hacer minería sin comprometer la estabilidad geológica, la rentabilidad y el entorno. En otras palabras, cómo evitar que la necesidad de extraer minerales clave para la transición energética —como el níquel, usado en baterías y aceros— implique sacrificar ecosistemas y poblaciones. Aquí la técnica no es retórica. Ludger Suárez Burgoa, investigador del proyecto, explica que se trata de redefinir el ángulo de corte en las minas a cielo abierto para maximizar la extracción sin erosionar la montaña ni el tejido ambiental que la rodea. Y lo revolucionario no es la idea, es su precisión: modificar la geometría de las bancas mineras de una forma tradicionalmente plana a una superficie cóncava o convexa, dependiendo del tipo de roca.

Esa innovación, que ya ha sido aplicada en minas de Estados Unidos y México, se probará ahora en yacimientos colombianos, en terrenos geológicamente complejos como los de Cerro Matoso, en Córdoba, una de las minas de níquel más grandes del mundo. El desafío es inmenso porque el macizo rocoso colombiano es anisotrópico, es decir, presenta múltiples planos de ruptura por su origen tectónico. Además, está sometido a climas tropicales con alta presencia de agua subterránea. Hacer minería allí no es simplemente excavar, es entender un cuerpo vivo que responde de formas impredecibles. Por eso, la Facultad de Minas aporta ingenieros y geomecánicos, economistas ambientales y expertos en logística. Una red interdisciplinar que conjuga técnica y territorio.

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Para la decana Manotas, este proyecto de igual forma redefine la idea de comunidad académica puesto que participan profesores, estudiantes y egresados que hoy trabajan en Cerro Matoso y que facilitarán el vínculo entre la universidad y el sector industrial. “Es hermoso ver cómo se articula toda la comunidad en un proyecto de este calibre”, dice. No se trata de investigación básica o aplicada, se trata de un modelo de co-creación científica con raíces en la región y proyección internacional.

Desde Newcastle, el profesor Stefano Utili —coordinador del proyecto— reafirma a EL COLOMBIANO la dimensión estratégica del enfoque: “adaptar las soluciones del modelo global a las realidades locales”. En ese sentido, Colombia no es un campo de prueba, es un nodo de conocimiento con condiciones geológicas únicas —suelos tropicales, macizos anisotrópicos, presencia intensa de agua subterránea— que exigen nuevas respuestas, nuevos cálculos, nuevos diseños. Allí reside, quizá, uno de los aportes más poderosos de OptimalMine: no exportar fórmulas, construir metodologías situadas.

Así, lo que comenzó como una visita diplomática hoy es una plataforma que eleva el nombre de la Facultad de Minas a otra escala. No solo por los recursos, que si bien no son los más altos que ha manejado la institución, provienen de un fondo tan prestigioso como Marie Curie. Sino por lo que representan: confianza, validación y pertenencia en una comunidad científica que durante décadas miró hacia el norte sin ver lo que había al sur.

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