¿Hasta dónde llega la libertad de expresión y hasta donde el derecho al espacio público? ¿Qué es arte, qué es política y quién traza la línea que los separa?
Todas estas preguntas hacen parte de una sensible discusión que se libra durante los últimos días en la ciudad y que tuvo su más reciente campo de batalla en un deprimido de la Autopista Norte, ubicado cerca a la terminal de Transporte del Norte del barrio Caribe.
El asunto es espinoso por donde se le mire, ya que además de abrir un debate sobre las garantías que tienen los colectivos artísticos que se dedican al arte urbano en Medellín, también terminó reabriendo de forma colateral la discusión sobre La Escombrera y los trabajos forenses que allí se adelantan.
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Todo este contexto está marcado además por las tensiones políticas entre el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, y el presidente Gustavo Petro, avivadas por el advenimiento de las elecciones del próximo año.
Mientras el alcalde insiste en que nunca ha dejado de tener un ánimo conciliador, pero advierte que no permitirá que se plasmen mensajes de odio en la ciudad, desde otros sectores el tema ha servido como base para cuestionar la forma en la que el Distrito está implementando la política pública de arte urbano. Otros consideran que en el caso de Petro, está aprovechando la sensibilidad del tema en favor de sus aspiraciones e intereses electorales.
¿Cuándo empezó la discusión?
Si bien el tema viene con tensiones acumuladas desde hace varias semanas, la polémica más reciente ocurrió el martes en la Autopista Norte, cuando varios colectivos artísticos se tomaron esa vía en horas de la tarde para volver a plasmar un grafiti con la frase “Las cuchas tienen razón”, en una alusión a las labores forenses que avanzan en La Escombrera para dar con los cuerpos de personas dadas por desaparecidas en el marco del conflicto urbano durante las últimas décadas.
Esta jornada apareció como una respuesta a otro hecho ocurrido el fin de semana pasado, cuando una brigada de operarios de la Alcaldía, encargada de las jornadas de aseo y ornato que se vienen intensificando desde el año pasado, borró un mural idéntico el domingo 12 de enero.
Aquel primer mural, además de tener la frase “Las cuchas tienen razón”, estaba acompañado del retrato de una de las madres buscadoras que ha liderado el colectivo Mujeres Caminando por la Verdad, y un rostro desfigurado del expresidente Álvaro Uribe, rodeado de calaveras y acompañado de la frase “Yo di la orden”, responsabilizándolo de las desapariciones en la comuna 13.
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Desde el pasado martes, tal como lo registró este diario, Rafael Núñez, profesor universitario que participó en la creación del mural, explicó que el mismo nació como parte de una apuesta política y social de varios colectivos artísticos de construcción de memoria alrededor de los hallazgos de cuerpos en La Escombrera.
Sobre la frase “Las cuchas tienen razón”, Núñez planteó que hace alusión a la forma como por casi dos décadas las mujeres buscadoras vieron muchas veces demeritadas por múltiples actores sus denuncias de que en La Escombrera podría haber cuerpos de víctimas de desaparición en el conflicto.
Respecto a este componente del mural, trascendió que fue autorizado por la Secretaría de Cultura Ciudadana, en el marco de una mesa en la que dichos colectivos artísticos y el Distrito concertan las intervenciones de arte urbano que se hacen en el espacio público.
Este miércoles, el alcalde Federico Gutiérrez se refirió ampliamente al tema en una entrevista con la emisora Blu Radio, en donde explicó las razones que llevaron al Distrito a borrar dicho primer mural aquel domingo.
Según planteó el mandatario, si bien la parte central del grafiti fue concertada, sostuvo que posteriormente el mismo habría sido intervenido por terceros, sobre todo para agregarle más contenido político, haciendo alusión a la imagen desfigurada del expresidente Álvaro Uribe.
“Hay un grupo de artistas que generaron el mensaje, que decía ‘Las cuchas tienen razón’, refiriéndose a las madres buscadoras. Acá hay un tema y es que hay una reglamentación en la ciudad, un acuerdo municipal, que si se va a hacer un grafiti o un mural eso debe ir a la mesa donde se discute con los grafiteros, que se llama Mesa Graff”, dijo el alcalde.
“En su momento, algunas personas, ajenas inclusive al tema de las madres, al tema de la mesa del grafiti, llegaron allá y le pusieron otros elementos, elementos de odio, de otras personas, poniéndolos como responsables. Yo también tengo que actuar como alcalde. Si usted permite en la ciudad que cualquier persona que quiera expresar su desahogo, su odio, su felicidad, lo que quiera frente a un tema y crea que pueda llegar a cualquier zona de la ciudad y pintarla a su antojo considerándolo arte, así para otro no lo sea, entonces usted tiene una parte de la ciudad que está de acuerdo con eso y otra gran parte que dice que la ciudad también tiene que estar en orden y bonita. Ahí pintaron unos elementos de odio”, planteó Gutiérrez.
Aquí es donde el tema se vuelve espinoso, ya que el alcalde señaló que si bien está de acuerdo con que el arte urbano tenga cabida en la ciudad, señaló no estar dispuesto a que los muros se conviertan en plataformas para difundir mensajes de odio.
“Tengo respeto absoluto por las madres buscadoras, yo tengo dos hijos, uno de 16 y otro de 14. Durante muchos años a muchas madres y muchas familias les arrebataron a sus hijos y ellas justamente buscando la verdad y la justicia, lo que quieren es encontrar a esos hijos desaparecidos”, dijo.
“Desafortunadamente Medellín, durante muchas décadas, vivió muchos momentos difíciles de violencia, donde zonas como la Comuna 13, estuvieron un tiempo tomadas por las guerrillas, por las milicias, otro tiempo por los paramilitares, luego por la delincuencia común y estructuras criminales. La JEP dictó un fallo en el cual se busca emprender un plan de búsqueda en la llamada Escombrera y la administración anterior incumplió la adecuación de la zona, incumplió ese fallo. Una vez llegamos el 1 de enero de este año nos sentamos con la JEP y definimos todas las condiciones para que se pudiera emprender la búsqueda”, sostuvo Gutiérrez.
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Las declaraciones del alcalde hacen referencia a un acuerdo histórico de cooperación que se firmó en marzo del año pasado entre el Distrito, la Gobernación de Antioquia y la JEP, en el que Medellín se comprometió a fortalecer los procesos de justicia restaurativa, la atención a víctimas, el esclarecimiento de la verdad, los programas de memoria y reparación, entre muchos otros.
En el caso de La Escombrera, Medellín destinó además una suma de $2.175 millones para emprender varias obras de adecuación que se habían quedado a la deriva durante la administración de Daniel Quintero y cuya conclusión, durante la administración de Gutiérrez, ha sido clave para que los funcionarios de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas lograran continuar con las labores forenses que se adelantan allí.
Bajo esa óptica, el alcalde Gutiérrez señaló que con la controversia que se ha formado alrededor de los murales, sus adversarios políticos, sobre todo el presidente Gustavo Petro y sus bases políticas y aliados en Antioquia, estarían aprovechando para pescar en río revuelto y acusarlo falazmente de oponerse a un proceso de búsqueda que el Distrito ha apoyado.
“El Gobierno Nacional, en cabeza por su puesto del presidente, lo que trata hoy es sacar un provecho político con el dolor de las madres alrededor de un tema en el que el Gobierno Nacional no ha hecho absolutamente nada. La misma JEP reconoce que la administración distrital, la Alcaldía nuestra, desde el 1 de enero tomó la decisión de entregar los elementos para que empiece la búsqueda. Se han encontrado unos restos óseos, como es de conocimiento público, ya también la JEP ha dicho que tendrá que determinar cuál es el origen con los grupos de búsqueda con estos temas y nosotros seguiremos apoyando a las madres buscadoras, a las víctimas, y que se sepa absolutamente la verdad”, dijo Gutiérrez, insistiendo en que el elemento problemático que le encontró al primer mural borrado fueron las imágenes con contenido político.
Sobre este último punto, es importante resaltar que durante las últimas semanas las diligencias que viene adelantando la JEP en la Escombrera han aparecido en un complejo ambiente político, atizado especialmente desde Bogotá.
Recientemente, en medio de una visita realizada por la JEP a la Comuna 13, uno de los elementos que llamaron la atención de varios periodistas que cubrieron el evento fue la llegada de un equipo periodístico de RTVC, que llegó interrogando a las madres buscadoras por su postura ante el alcalde Federico Gutiérrez, haciendo alusión a su supuesta oposición a esos trabajos de esclarecimiento.
La pregunta aludía a lo ocurrido durante el primer mandato de Gutiérrez, cuando varios sectores cuestionaron que dichas excavaciones se estancaran luego de que se concluyera una primera fase iniciada en 2015.
Sin embargo, la pregunta no tuvo eco, ya que las madres que estuvieron allí si bien reiteraron su descontento ante los avances de ese proceso en aquel primer periodo de gobierno, expresaron ver desde 2024 un cambio y un trabajo articulado entre el Distrito y la JEP.
No obstante, sobre este tema fue que Petro precisamente aprovechó para intervenir en la discusión. “Odiar a Antioquia es ocultar los hechos de la Escombrera. El alcalde de Medellín debe responder en razón del orden público, porque en su gobierno no hizo la exploración para encontrar los seres humanos asesinados en la comuna XIII”, expresó a través de sus redes sociales.
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Al margen de esta discusión, y regresando al tema del arte urbano, a los ojos de otros sectores políticos y culturales, el debate consistiría en que a la Alcaldía se le habría ido la mano al ponerse en la tarea de definir qué murales pueden permanecer en el espacio público y cuáles no.
Así lo planteó, por ejemplo, el representante a la Cámara por Antioquia y exconcejal de Medellín, Daniel Carvalho Mejía, quien además fue uno de los artífices de la política pública de arte urbano que hoy está en el centro de la discusión.
En una columna de opinión publicada por EL COLOMBIANO, Carvalho hizo alusión a otro grafiti que fue borrado también en días recientes ubicado en la Avenida Paralela, pintado hace cinco años con la frase “Nos están matando”, en una alusión a los asesinatos a líderes sociales en el país.
Este mural, cabe recordar, fue borrado también hace dos semanas por operarios del distrito, luego pintado nuevamente, luego borrado por otras agrupaciones ciudadanas lideradas por el concejal de Medellín, Andrés Rodríguez, y luego vuelto a pintar con la frase “El arte no se calla”.
“Si bien el grafiti tiene carácter efímero y los artistas saben que sus trazos serán reemplazados con el tiempo, es diciente que, en esta ocasión, sus líneas y colores hayan sido cambiados en silencio por una triste pintura gris basalto. Nadie discute la potestad de la alcaldía para cuidar e intervenir el espacio público, pero en este caso no hubo tacto con los artistas ni respeto por el significado del mural borrado. No hubo comprensión ni implementación del acuerdo distrital de arte urbano que debería regir las acciones de la administración en este tema. No hubo, al parecer, reflexión sobre el valor de la intervención de decenas de artistas que, de manera formal y organizada, se juntaron para pintar”, planteó Carvalho.
Otra institución que ha terciado en el debate, sin controvertir directamente con el alcalde de Medellín, ha sido el Museo de Antioquia, que este martes publicó en sus redes sociales un pronunciamiento llamando a respetar el arte urbano.
“Medellín es un lienzo vivo donde el arte urbano transforma muros en narrativas. Cada mural y grafiti es un grito, un susurro o una pregunta incómoda que expone las múltiples capas de nuestra realidad. (...) El arte callejero es un lenguaje universal que confronta, reflexiona y nos invita a mirar de frente los retos y esperanzas de Colombia. Es la memoria colectiva que no se borra, que permanece en cada trazo”, expresó esa institución, haciendo un llamado para respetar esa diversidad de representaciones artísticas.
Se mezclan dos debates complicados: el del grafiti en las ciudades y el de La Escombrera en particular, ambos tienen muchos matices, y ambos, desde algunos sectores, los quieren ver solo en blanco y negro.
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