El famoso y polémico sacerdote del corregimiento San Antonio de Prado de Medellín, Óscar Albeiro Ortiz Henao, falleció en Bogotá tras someterse a una cirugía por una enfermedad que venía padeciendo de tiempo atrás, mientras cumplía una condena de 19 años. La noticia de su muerte ha causado pesar entre muchos de los habitantes de la zona, donde era muy querido y lo recuerdan por su liderazgo comunitario y por el rol de pacificador de vecindarios con el poder de la oración. Era un personaje de amores y odios.
La mayor fama le llegó al cura en 2010, cuando el CTI efectuó su captura en medio de una operación contra una banda delincuencial conocida como “los Desmovilizados del Limonar”, que estaba conformada principalmente por reinsertados del bloque Cacique Nutibara de las extintas Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y que delinquió por alrededor de 10 años en los barrios El Limonar 1 y 2, Las Bifamiliares y Aragón.
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A esta estructura se le señala de haber cometido hechos de sicariato, desplazamiento forzado, extorsión, tráfico de armas y estupefacientes y usura mediante el sistema de pagadiario. Y al sacerdote Ortiz Henao, de ser su cabecilla político. El día de la noticia, cuando la imagen del que fue párroco de la iglesia San José del Limonar desde 1999 apareció en pantallas de televisión y páginas de periódicos, la gente en el sector lloró de angustia ante un hecho que en un principio calificaron como injusto. Se trataba de una novela que apenas comenzaba y cuyo proceso judicial se fue hasta 2016.
Dos años después de la captura, en agosto de 2012, los habitantes hicieron una marcha de desagravio en apoyo a Ortiz Henao, luego de que un juez de Medellín lo absolviera de los cargos de concierto para delinquir con fines de homicidio y desplazamiento forzado. Tras conocerse esa sentencia, el cura abandonó la casafinca de la curia ubicada Copacabana, norte del Valle de Aburrá, donde se encontraba en arresto domiciliario después de que empezaron sus líos con la justicia.
Entonces, muchos residentes de los barrios donde ejercía como sacerdote celebraron esa decisión como un triunfo, porque estaban convencidos de que fueron falsas acusaciones las que lo llevaron allí. Luego de conocerse su muerte, habitantes del sector recuerdan aún que Ortiz Henao levantó el templo a punta de bazares, bingos, fiestas y otros eventos en los que recogían recursos con la comunidad. También rememoran las misas que oficiaba, aun cuando la iglesia no se había terminado, al aire libre, en casetas comunales o en colegios de la zona. Le atribuían dones sanadores y hasta milagrosos, dicen que hacía incluso exorcismos, y le resaltaban su caridad y solidaridad.
Sin embargo, un año después, en agosto de 2013, la Sala Penal del Tribunal Superior de Medellín revocó la sentencia absolutoria y condenó a 19 años de cárcel al sacerdote al hallarlo responsable de liderar la organización criminal. Para ese momento, Ortiz Henao ajustó 12 días sin presentarse ante la justicia para cumplir la condena del Tribunal. Las autoridades capturaron de nuevo al párroco en una casa de La Virginia, en el departamento de Risaralda, en enero de 2014.
Posteriormente, en mayo de 2016, la Corte Suprema de Justicia rechazó un recurso con el cual la Procuraduría pretendía que se revisara, en casación, la condena de 19 años de prisión impuesta al sacerdote y el fallo condenatorio fue ratificado.
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De acuerdo con el expediente, en el lapso comprendido entre noviembre de 2003 y abril de 2010, en el barrio Limonar se cometieron múltiples homicidios, extorsiones, lesiones personales y desplazamientos forzados, entre otros, en el marco de la operación de “Los Desmovilizados”, banda comandada militarmente por Alexander Erazo Guzmán, alias ‘El Bonito’. Finalmente, el cura murió con esa responsabilidad a cuestas, pues para la justicia, “posaba de gestor de paz, pero fungía en verdad como líder político e ideológico de dicha organización criminal”.
El episodio titulado “Los pecados mortales del sacerdote paramilitar” de Revelaciones del Bajo Mundo, el pódcast de EL COLOMBIANO, El Inspector contó la historia del religioso al que algunos le atribuían milagros, mientras otros sufrían por su régimen del terror.