Esta nueva ola de ataques llega después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara el lunes que enviará “más armas” a Kiev para que pueda defenderse de los bombardeos rusos.
En total, el ejército ruso disparó 728 drones y 13 misiles, según la fuerza aérea ucraniana, que afirmó haber interceptado 711 drones y destruido siete misiles.
”El objetivo principal del ataque fue la región de Volinia, la ciudad de Lutsk”, ubicada a varios cientos de kilómetros del frente, indicó la fuerza aérea, que explicó que los ataques ocurrieron en “cuatro lugares”, sin más detalles.
Los ataques nocturnos dejaron un muerto en la región de Jmelnitski (oeste) y ocho heridos en las de Kiev, Sumy (noreste), Zaporiyia (sur) y Jersón (sur), según las autoridades locales.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, denunció “un ataque revelador” que muestra la negativa de Rusia a negociar un alto el fuego mientras el ejército ruso sigue avanzando en el frente oriental.
Zelenski volvió a pedir “sanciones severas” contra Rusia y su economía, en especial el sector petrolero, “que ha estado alimentando la maquinaria de guerra de Moscú durante más de tres años”. ”Todos los que quieren la paz deben actuar”, apuntó.
Su mano derecha, Andrii Yermak, dijo que era “muy revelador que Rusia lanzara este ataque después de que Estados Unidos anunciara públicamente que nos entregará armas”. Del lado ruso, el ministerio de Defensa indicó que derribó durante la noche 86 drones ucranianos.
En paralelo, los ataques rusos dejaron ocho civiles muertos el miércoles en la región de Donetsk, en el este de Ucrania, según la oficina del fiscal regional.
Estancamiento diplomático
El Kremlin expresó el martes su descontento tras la promesa de Trump de enviar más armas a Ucrania, días después de decir que suspendía algunos envíos de armamentos porque esto favorecía que “continúen las hostilidades”.
Ucrania pide desde hace meses a sus aliados occidentales, incluyendo Estados Unidos, sistemas de defensa antiaérea para proteger a sus ciudades y pueblos de los ataques rusos en una guerra que ya ha dejado decenas de miles de muertos, civiles y militares, en ambos bandos.
A pesar de la presión ejercida por Donald Trump, Moscú y Kiev se mantienen firmes en sus posiciones y aún están lejos de alcanzar un acuerdo, ya sea una tregua o un arreglo a más largo plazo.
Por el momento no se ha anunciado una tercera ronda de conversaciones entre rusos y ucranianos, tras dos reuniones poco fructíferas celebradas en Turquía a mediados de mayo y principios de junio.
Frente a este statu quo diplomático, los dirigentes ucranianos acusan a Moscú de buscar “ganar tiempo”, en un momento en que el ejército ruso, superior en número y armamento, sigue ganando terreno en el este de Ucrania.
A principios de semana, Moscú afirmó haber tomado su primera ciudad en la región de Dnipropetrovsk (centro-este).
El presidente ruso, Vladimir Putin, sabe que el tiempo juega a su favor, ya que su ejército ocupa casi el 20% del territorio ucraniano. Recientemente volvió a negar la soberanía ucraniana, al asegurar que considera que ”los pueblos ruso y ucraniano son un solo pueblo”.
”En ese sentido, toda Ucrania nos pertenece”, afirmó en junio.
Estas declaraciones, que ilustran el abismo que separa a los dos bandos, provocaron la indignación de Kiev, que las calificó de “cínicas” y vio en ellas la prueba del “desprecio total” de Rusia por los esfuerzos de paz para poner fin a la guerra desencadenada tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.