El mundo acepta con recelo el anuncio del cese al fuego entre Israel e Irán mediado por el presidente estadounidense Donald Trump que, paradójicamente, dejó a un lado la diplomacia y utilizó las vías de hecho –una serie de ataque a Irán, que respondió con una andanada de misiles sobre Catar– para presionar a las partes a llegar a un frágil acuerdo que pusiera fin a dos semanas de hostilidades.
Y frágil porque, aunque el lunes Trump confirmaba que las partes habían acordado “un alto al fuego total y completo” en señal de triunfo de su mediación, ambos países continuaron con su ofensiva, desacreditando el rimbombante anuncio del mandatario norteamericano.
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, denunció el martes la detección de dos misiles iraníes y prometió que su país iba a “responder con fuerza”, ataque que el ejército iraní desmintió acusando a la contraparte de haber atacado su territorio después del anuncio de la tregua.
El cese al fuego debía entrar en vigor a las 4 de la mañana hora local, pero horas antes a ese plazo, ambos países intercambiaron ataques aéreos que causaron cuatro muertos en el sur de Israel y nueve en el norte de Irán, según la agencia AFP. Por eso, pasada la “hora cero”, del inicio de la tregua, el presidente norteamericano volvió a insistir que el cese ya había entrado en vigor y pidió que no fuera violado.
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Israel, a quien Estados Unidos respalda en la confrontación, fue el primero en aceptar la tregua, no sin antes adjudicarse la eliminación de “una doble amenaza existencial inmediata: nuclear y balística” proveniente de Teherán, pero advirtió que “reaccionará con fuerza ante cualquier violación del cese al fuego”.
Irán, por su parte, no confirmó oficialmente el fin de las hostilidades, pues su Consejo de Seguridad Nacional emitió un comunicado en el que también se dio como vencedor, forzando, a su juicio, “al enemigo a arrepentirse, aceptar la derrota y cesar unilateralmente su agresión”. Pero también señaló que el país “permanece en alerta, con los dedos en el gatillo, listo para una respuesta decisiva que hará arrepentirse a quien lance una agresión”.
¿Es creíble el anuncio del cese al fuego entre Israel e Irán?
Para el profesor de la Universidad de Antioquia, Gustavo Soto Marín, la desinformación juega un papel clave en que se acoja o no el anuncio de cese al fuego, ya que ambas partes lo hacen ver como un triunfo tras la rendición del rival, lo que aparentemente, no ha sucedido.
Además, según el docente, el anuncio no tiene la credibilidad que merece “dada la fuente de la que proviene”, Donald Trump, quien hace un par de días lanzó un ataque contra tres instalaciones nucleares de Irán: Fordo, Natanz y Isfahán luego de que había asegurado que Estados Unidos no intervendría en el conflicto, por lo menos, en dos semanas.
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El docente sostiene que hay altas probabilidades de que el cese no sea real y menos acatado, por lo que el conflicto pasará a tener implicaciones no solo en Oriente Medio, sino globales por los actores involucrados.
Explica que del lado de Irán está Rusia, nación que recibió apoyo de la República Islámica para la guerra contra Ucrania cediéndole drones Shahed para sus ataques.
Pero detrás de Irán también están los intereses de China, que ha invertido millones en ese país por la iniciativa de la Franja y la Ruta. Y, del lado de Israel, está Estados Unidos que, pese a sus peticiones de paz, está dispuesto a atacar en cualquier momento.
“Cuál es el riesgo acá, que el mismo estado iraní ha manifestado que hay un riesgo grande de una fuga radioactiva en la planta de Natanz y el reactor de agua pesada de Bushehr, que son plantas que están a un costado del Golfo Pérsico y eso afectaría a los países vecinos, que son las petromonarquías del Golfo (Catar, Kuwait, Baréin, Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Omán) que no tienen cómo proteger a su población de una fuga radioactiva de la que no se puede calcular su impacto”, sostiene el profesor de la UdeA.
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Conflicto que muta en el tiempo
Los anuncios y movimientos de cada país serán clave en las próximas horas en un conflicto que parece mutar en el tiempo y en función del momento geopolítico.
Históricamente, las relaciones entre Israel e Irán eran cordiales hasta que en 1979 la Revolución Islámica de los ayatolás conquistó el poder en Teherán.
La BBC de Londres señala que, antes de la incursión de los ayatolás, Irán era una monarquía en la que reinaban los shas de la dinastía Pahlaví, principales aliados de Estados Unidos en Oriente Medio. Por ello, el fundador de Israel y su primer jefe de gobierno, David Ben-Gurion, forjó la amistad iraní como forma de contrarrestar el rechazo al nuevo Estado judío de sus vecinos árabes. Irán fue el segundo país islámico en reconocer a Israel tras su creación en 1948, solo después de Egipto.
Pero en 1979 la Revolución de Ruhollah Jomeini derrocó al sha e impuso una República Islámica que se presentaba como la defensora de los oprimidos y rechazaba el “imperialismo” de Estados Unidos, con el que Israel se identificaba.
El nuevo régimen de los ayatolás rompió relaciones con Israel y comenzó a apoyar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que entonces lideraba la lucha por un Estado palestino contra el gobierno israelí.
Aunque es la primera vez que se lanzan ataques directos, la rivalidad siempre ha estado ahí con confrontaciones en acciones encubiertas en países de por medio en las que ninguno de los estados admite su responsabilidad. Israel ha combatido a aliados de Irán (Hamás en Gaza, Hezbolá en Líbano y la milicia hutí en Yemen), lo que hace que la relación entre las dos naciones viva en tensión permanente.
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El conflicto entre Irán e Israel es descrito como una “guerra en la sombra”, que ya salió a la luz en una confrontación uno a uno pero con muchos intereses globales detrás.
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