La ciudad portuaria de Mariupol, ubicada al sur de Ucrania, se encuentra asediada desde el 1 de marzo, una semana después de que Rusia empezara la invasión de su vecino. El pasado 19 de abril, Rusia lanzó un nuevo ultimátum, advertencias que han sido reiteradas desde el comienzo del asedio.
“No pongan a prueba a la suerte, tomen la decisión correcta, la de poner fin a las operaciones militares y depongan las armas”, dijo el Ministerio de Defensa ruso, dirigiéndose a las fuerzas ucranianas.
Una vez más, las autoridades ucranianas rechazaron las exigencias rusas. El Primer Ministro ucraniano, Denys Shmyhal, señaló: “Lucharemos absolutamente hasta el final, hasta la victoria, en esta guerra”. Shmyhal aseguró que Ucrania está dispuesta a dialogar con Rusia para poner fin a la guerra, “pero no tenemos intención de rendirnos”.
A pesar de la declaración del Primer Ministro ucraniano, el mayor Serhiy Volyna, comandante de las unidades de infantería de marina, defensores de Mariupol junto a el batallón Azov, desde la última línea de defensa, la fábrica de hierro y acero de Azovstal, advirtió que aunque la intención de él y sus tropas es no rendirse y luchar hasta el final, será algo imposible, si no reciben ayuda internacional, y les quedarán muy pocos días o incluso horas.