Sin lugar a duda Donald Trump ha sido el presidente norteamericano más polémico de las últimas décadas. Antes de llegar a la Casa Blanca sus declaraciones ya habían comenzado a crear gran preocupación en Estados Unidos y en el mundo entero. Trump lleva en el poder cuatro meses y sigue sorprendiendo. No hay un día que la prensa estadounidense no haya sacado una noticia sobre sus declaraciones, hechos públicos y secretos, decisiones tomadas y sus polémicas.
Fiel a ese estilo sorpresivo, ayer, en el segundo día de su gira por Medio Oriente, y a pesar de que durante la campaña presidencial reiteraba frases como “creo que el islam nos odia”, su mensaje fue reconciliador: “vengo con un mensaje de amistad, esperanza y amor”. No es casualidad, busca con un tono diplomático avanzar fuera de fronteras de una forma en que no lo ha podido hacer en Washington.
A la hora de escoger Arabia Saudí, Israel y el Vaticano como su primera gira internacional, quiere demostrar a sus críticos y al mundo entero que él sí sabe del sistema mundial, que es un hombre de negocios, pragmático, guerrerista y a la vez portador de paz, un gran interlocutor de grandes religiones.
En su primera gira busca mostrar que si es necesario dar un paso atrás – a menos en el ámbito internacional- será capaz de hacerlo. Porque Trump siempre había criticado a Arabia Saudita por ser patrocinador económico e ideológico del yihadismo mundial, especialmente de Al Qaeda y el Estado Islámico. Pero en su visita a este país parece olvidar todo lo que había dicho sobre esta nación y firmó acuerdos comerciales y militares superiores a 250 mil millones de dólares.
Ayer dio en Riad, la capital saudí, una charla sobre el Islam a la que acudieron 50 dirigentes de diferentes países musulmanes, incluidos personajes polémicos como el presidente sudanés Omar al Bashir, juzgado por genocidio en la Corte Internacional de Justicia, y el dictador egipcio general Abdelfatah al Sisi. En ella demostró su intención de mostrarse como un negociador al proponer una alianza internacional contra el terror: “No hemos venido aquí a dar lecciones, a decir a otros cómo deben vivir o a quién orar. Estamos aquí para ofrecer una alianza sobre valores comunes e intereses compartidos. El objetivo de EE. UU. es la formación de una coalición de naciones que compartan el objetivo de aplastar el terrorismo”.
“Los líderes religiosos deben dejar meridianamente claro que el camino del terror salvaje no conduce a la gloria, sino a una vida sin sentido, corta y a la condenación. Los terroristas no deberán encontrar ningún refugio”, añadió.
Estoy seguro que ese discurso fue preparado por sus asesores, porque él no tiene un conocimiento amplio sobre la fe islámica para hablar con propiedad.