La tendencia en favor de José Antonio Kast se hizo irreversible desde los primeros boletines tras el cierre de los comicios en la segunda vuelta presidencial en Chile.
Con poco más del 58% escrutado, Kast, sacó una ventaja definitiva con más del 59% de los votos, frente al 40% de la progesista Jeannette Jara. En uno de los giros más marcados en la historia reciente de Chile, el país pasará de ser gobernado por la izquierda, bajo el mandato de Gabriel Boric, a estar bajo tutela de la extrema derecha representada por Kast, quien justamente perdió la elección pasada pero que pacientemente trabajó su candidatura en los últimos cuatro años con una oposición sin cuartel frente a Boric, alimentada por un creciente ambiente de xenofobia contra la población migrante que jugó a favor de la extrema derecha.
En el panorama latinoamericano, este resultado consolida la tendencia del dominio de los movimientos de derecha, tras los triunfos de Javier Milei en Argentina, de Daniel Noboa en Ecuador, y de Rodrigo Paz en Bolivia.
Contexto
Los chilenos votaron este domingo en un país polarizado entre el candidato más a la derecha desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet hace 35 años y una comunista moderada que representa a la izquierda.
Los resultados se esperan en pocas horas, pero los sondeos ya señalan como favorito a José Antonio Kast, un abogado de 59 años, devoto católico y padre de nueve hijos, que promete deportar a casi 340.000 migrantes sin papeles, la mayoría venezolanos, y atacar de frente la criminalidad.
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Su rival es Jeannette Jara, una abogada de 51 años de origen humilde, exministra de Trabajo oficialista que redujo la jornada laboral a 40 horas. Promete subir el sueldo mínimo y las pensiones.
Tras votar en la comuna de Paine, a 40 km de Santiago, Kast fue ovacionado por una multitud a los gritos de “¡Presidente!”.
Prometió un gobierno de unidad si gana el balotaje. “Quien gane (...) va a tener que ser presidenta o presidente de todos los chilenos”, dijo a periodistas luego de sufragar.
Por otro lado, Jara votó en Conchalí, el barrio humilde de Santiago donde creció, y pidió un Chile sin odio ni miedo. Garantizó “combatir de frente el narcotráfico, la corrupción”.
“Voy a votar por Kast porque me da más confianza. El comunismo en ninguna parte del mundo ha sido positivo”, dijo a la AFP José González, un transportista de 74 años, en una fila de votación en el centro de Santiago.
Kast cree que Chile “se cae a pedazos”. Este es su tercer intento de llegar a la presidencia, ahora como candidato del Partido Republicano que fundó hace cinco años, porque la derecha tradicional le parecía muy blanda.
En sus actos públicos, detrás de un vidrio blindado en uno de los países más seguros de la región, este exdiputado presenta a Chile casi como un Estado fallido dominado por el narco, que se aleja del “milagro económico” que lo tornó una de las naciones más exitosas de Latinoamérica.
“Lo importante, más que los beneficios sociales, es el trabajo, la seguridad. Que la gente pueda salir de su casa sin tener miedo y regresar en la noche y no pensar que en las esquinas le va a pasar algo”, declaró a la AFP Úrsula Villalobos, una ama de casa de 44 años que apoyó a Kast.
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