Los colombianos perdemos con frecuencia el sentido de las proporciones. Por eso solemos convertirnos en un país de extremos y de exageraciones. Un país que pierde los hilos del equilibrio y que cae peligrosamente en campos minados por las pasiones y las extravagancias. Un país traqueto, un país guerrillo, un país paraco, un país de reinitas, un país parapolítico, un país milico, un país obnubilado por los destellos de estrellitas estrelladas.
Ahora, para imponer en el rating una novela de un canal privado, nos están vendiendo el nacimiento (muy tardío) de una superestrella: "diva, linda, heroína, hermosa, talentosa"... y un montón de calificativos que sobredimensionan a una "artista" a la que el mundillo de la farándula recuerda por un chispazo, por un fugaz éxito comercial: Collar de perlas . Canción-mezcla indescifrable de ritmos a la que sus jefes de ventas y mercadeo llamaron tecno-carrilera. El solo nombre produce disentería.
No dudo de que a Mauren Belky Ramírez, más conocida como Marbelle, le costó esfuerzo y tenacidad ascender a la fama, hasta conseguir incluso que su vida sea hoy modelo de desengaños y realizaciones de esta Colombia tan novelera y llorona. Pero, ahhh lejos que está de ser una diva o un ícono de alguna manifestación cultural y artística admirable.
Como cantante, Marbelle es una muy desconocida actriz. Y como actriz es una muy ordinaria cantante. Apenas le ha alcanzado para reencaucharse anualmente en "huesos televisivos" como Factor X.
Pero bueno, digamos que Marbelle podría ser cualquier otra mujer con cualquier otro nombre. Realmente lo que interesa no son su figura cincelada con fotoshop ni su matrimonio con un policía adiposo ni sus romances con músicos de planta de barcitos bogotanos. Lo que importa es lo que ella traduce, significa y representa de nuestra propia historia de tragedias y comedias cotidianas, que emparentan el poder político, la corrupción y la ignorancia. Doña "Norha, los niños y yo (Andrés Pastrana)" escoltando al escolta Royne rumbo al altar. Debieron grabar otro video cuando iba camino a la penitenciaría.
Todo lo que ocurre en "chibchombia" está rociado de un desagradable patetismo, provinciano y bronco.
Lo más molesto es el papel de los medios de comunicación en esta "hiperinflación" de un discurso sensiblero y de conmiseración frente a los pobres que alcanzan algún lugar en la galería de la fama de los poderosos tan descastados que tenemos en este país. ¿Qué tal sería si alguna vez esos poderosos tienen un gesto auténtico por alcanzar un lugar honroso en el corazón de nuestras masas populares?
Vuelvo y digo que Marbelle es un extracto muy natural de la hierba (de la maleza) que cubre nuestro camino y nuestro destino como nación. Nación ruidosa, ranchera, de tiros al aire y de corazones pendencieros. Marbelle no tiene la culpa, la culpa la tenemos todos aquí, que vivimos de espejismos. De que Colombia es pasión, de que perder es ganar un poco, de aplazar los gusticos, de que no hay nada que se compare con la Piedra de El Peñol y Monserrate. Qué Collar de perlas somos, por supuesto con Marbelle colgando al centro.
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