Cuando Carlos Alberto Ramírez Yepes cumplió 7 años les dijo a sus padres que quería ser campeón mundial. Un año más tarde ya estaba disputando su primera cita con los mejores del planeta, demostrando que lo que se propone lo cumple gracias a la disciplina y constancia que tiene.
Así lo recuerda su mamá, Ana María Yepes, quien, junto a su esposo Juan Carlos, siempre acompañan al deportista en todos los torneos en los que compite.
Por eso, en Río, tanto sus padres como el hermano menor, Juan Carlos, estaban en primera fila para observar la actuación de Carlos Alberto, quien al final, desesperado y lleno de emoción, los buscaba entre la multitud para compartir la alegría de su logro.
“Ellos están en la tribuna lateral, pero no los veo, que felicidad, esto es maravilloso, estoy feliz”, dijo el medallista a los medios de televisión que transmitieron la carrera.
Y fue así. A la distancia, como su familia, lloró, celebró y se emocionó, pues el acceso al medallista fue complicado y solo varias horas después pudieron abrazarlo y confirmarle lo felices y orgullosos que estaban con su actuación.
“La carrera de Carlos Alberto fue maravillosa, sufrimos hasta el final y nos emocionamos de verlo tan feliz, es el premio a su esfuerzo y dedicación”, dijo la madre del medallista, quien argumentó que ya que ella no lo puede cuidar en la pista como lo hace en casa, siempre lo encomienda a Dios para que lo proteja y pueda lograr sus sueños.
Hace cuatro años Ramírez vio por televisión la actuación de Mariana Pajón y Carlos Mario Oquendo en Londres, y el viernes su imagen ocupó el lugar de su amigo y compañero de equipo, al que también le agradeció por todas las horas de entrenamientos y consejos.
“Con Carlos Mario hemos logrado hacer una linda amistad y cada día aprendo de él porque es un deportista abierto, que trata siempre de aportarte para seguir creciendo”, dijo el ganador del bronce en Río, quien seguramente ya está pensando en Tokio-2020, visualizándose allá y ganando oro, su nueva meta