Las flores salieron de los clubes de alta alcurnia y empezaron a adornar las calles. Gladiolos, crisantemos, lirios y claveles, en la remembranza de la cultura campesina, pintaron de colores las estrechas calles de la Medellín de los años 60.
Cuenta la historia que desde 1906 la Sociedad de Mejoras Públicas realizó la Exposición Anual de Flores, Frutas y Hortalizas. Once años después apareció la Fiesta de las Flores, actividad que solo tenía eventos para los más pudientes.
En los 50 se empezó a celebrar el Día de la Flor, hasta que el alcalde Jorge Restrepo Uribe institucionalizó la festividad en 1956. Esa fue la feria antes de la feria. Ya en 1957 desfilaron 40 silleteros de Santa Elena que, tradicionalmente, llegaban los fines de semana a vender sus productos en barrios e iglesias de la ciudad. Exposición de flores en el atrio de la Catedral Metropolitana y un desfile por Junín.
Multitudes se agolpaban para ver el cortejo.
La idea tomó fuerza y en 1958 desfilaron 100 campesinos. La feria ha tenido, desde entonces, múltiples transformaciones, conservando su esencia: la exaltación de la tradición campesina. La pregunta es si los asistentes son o no protagonistas del festejo tradicional de Antioquia.
Sin fondas y fuera del Centro
Gregorio Henríquez, antropólogo e investigador urbano, dijo que año tras año ha habido un desmonte gradual del componente participativo de la feria. “En el momento en que los eventos tradicionales salieron del Centro, empieza a disminuir la interacción. Cada vez la programación tiene más agenda privada, lo que se convierte en una paradoja: es nuestra pero terminamos desplazados”.
En efecto, desde 1958 el desfile de silleteros partía desde el Teatro Pablo Tobón Uribe, tomaba luego La Playa y la carrera Junín, y culminaba en el Parque de Bolívar, evocando la primigenia ruta que recorrían para vender sus productos en el Centro.
Luego, por la construcción de obras públicas, el recorrido se desvió por diferentes rutas.
El antropólogo citó otras actividades que se diluyeron como las Fondas de Mi Pueblo, que agrupaba casetas de los municipios antioqueños, en plena carrera 70. “Uno podía visitar San Jerónimo, Yolombó o Caramanta, de cuadra en cuadra. Podía escuchar mitos, tradiciones y música, pero ahora es un evento de marcas comerciales y comidas rápidas, ajenas a la cultura”, indicó. Citó, asimismo, el Festival de la Trova, que se celebraba en el Palacio de Exposiciones (hoy Plaza Mayor), con barras, transmisión radial y asistencia masiva. “Hoy es una versión ligth, sin conexión con las nuevas generaciones”.
Rafael Palacio, director y fundador de Sankofa, una corporación cultural afrocolombiana de la ciudad, opinó que tradicionalmente la cabalgata cumplía el propósito de evento masivo en el que la gente participaba, pero suprimido de la programación por la exigencia de una serie de requisitos del Concejo, la organización debería pensar en eventos para que la ciudadanía no solo sea observadora.
“El público debe ser más partícipe y las nuevas generaciones reclamar ese derecho. Las actividades deben recuperar la participación de la familia, la asistencia a los parques, el encuentro con los vecinos y la integración de la diversidad cultural”, opinó.
Por su parte, Sergio Restrepo, director del Claustro de Comfama y promotor cultural del Centro, coincidió en que la feria puede tener ahora ese carácter de valla y grada, transformación que están teniendo otros festivales, por la comercialización.
Sin embargo, dijo que “la feria ha mejorado en los últimos 12 años. Ya no es solamente bulla, alcohol y ruido: en los parques culturales y en las plazas hay componentes artísticos de alto nivel”.
Sobre el abandono del corazón urbano, señaló que es relevante regresar al barrio por excelencia, “donde todo nació, a ese espacio que hoy llamamos Centro, pero que antes era toda la ciudad”.
Carnaval, solo en Navidad
Jaiver Jurado, presidente de la Asociación Medellín en Escena y exdirector del Desfile de Silleteros, dijo que la feria está en constante transformación porque es un “evento vivo”.
Contrario a opiniones anteriores, añadió que, además del Desfile de Silleteros al que asisten cerca de 800.000 personas, según la Alcaldía, están disponibles otros espacios como el Parque Cultural Nocturno, el Desfile de Autos Antiguos y Suena que Suena.
“La Feria no ha perdido su naturaleza. Cada Administración le pone un sello. Hace ocho años salieron comparsas con artistas locales”, apuntó.
Jurado aseguró que esta ha sido la naturaleza de la feria desde que se creó, porque Medellín carece de un carnaval.
“Hace 30 años lo intentó implantar un alcalde, pero no funcionó. Lo mas parecido, con un espíritu festivo, casas decoradas, sancochos en la calle, sombreros, luces en la vía pública y espíritu contagioso, es la Navidad. La feria está planteada como otra forma de expresión y contacto ciudadano”, planteó.
Más eventos públicos
Lina Botero, secretaria de Cultura de Medellín, reconoció que la feria ha tenido las mismas transformaciones de la ciudad; pese a ello, afirmó que ahora la programación tiene más eventos públicos en los que puede participar la familia. “Hace algunos años la feria solo tenía conciertos, tablados, cabalgata y desfile. Un niño tenía pocos escenarios. Antes había menos habitantes y se facilitaba la organización de eventos en ciertos lugares, como el Centro. La movilidad hoy no lo permite”, explicó.
Contó que los nuevos, como la Feria a ritmo de bicicleta, la Plaza de Flores y la Calle de artistas, responden al modelo de ciudad que se pretende construir, atendiendo a la movilidad sostenible, cultura ciudadana y apropiación del espacio público.
“Cada vez hay mas espacios, transformados, para que la familia y los niños puedan ir. No deja de ser una fiesta, con 400 actividades, 70 de ellas con entrada libre. También hay eventos privados que dinamizan la economía local, con una derrama económica, este año, de $90.000 millones”, concluyó Botero.
La pregunta queda abierta: ¿faltan o son suficientes en la Feria los eventos sin vallas?.
OTRAS FIESTAS DE PUERTAS ABIERTAS
CARNAVAL DE BLANCOS Y NEGROS - PASTO
Tiene lugar todos los años, desde el 28 de diciembre hasta el 6 de enero. El primer día se celebra el Carnaval del Agua, en el que se rocían calles y casas para crear una atmósfera lúdica. El 31 de diciembre se realiza el Desfile de Años Viejos, en el que las comparsas recorren las calles con monigotes satíricos. Los dos últimos días, sin importar la etnia, los asistentes se maquillan de negro y luego de talco blanco para simbolizar la igualdad y fraternidad.
CARNAVAL DE RIOSUCIO (CALDAS)
Desde 1911 se llama Carnaval de Riosucio, en el que el símbolo es el Diablo y las cuadrillas el evento central. Se celebra en años impares, en la semana del 6 de enero. Está estructurado como un extenso poema dramático escrito de forma popular. Entre sus manifestaciones colectivas están la alborada, el desfile de faroles, el despertar del carnaval, la entrada de colonias y las verbenas.
CARNAVAL PATRIMONIAL DE BARRANQUILLA
Es la fiesta folclórica y cultural más importante de Colombia, declarado Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Reúne expresiones emblemáticas de la memoria e identidad del pueblo barranquillero, del Caribe y del río grande de La Magdalena. Abre convocatorias cada año para grupos coreográficos, comparsas, disfraces, comedias y “letanieros” (solista con un coro).