Cuando éramos niños, en la sucursal doméstica abrimos nuestra primera cuenta bancaria: un marrano de plástico o barro, con una hendidura hacia la parte superior para depositar monedas.
En un cuaderno de 50 hojas se registraban las operaciones financieras, mientras que el cajero automático se activaba solo cuando llegaba el momento de romper el “cochinito”.
De esa manera, en la casa y bajo la tutoría de los padres aún comienza la primera aproximación de los hijos a la educación financiera. Pero no es suficiente.
Un primer paso para que los niños comprendan el valor de la plata se da cuando los adultos les entregan una cantidad fija semanal, quincenal o mensual (ver gráfico).
“Con esto, aprenderán que antes de la fecha pactada no recibirán más dinero y serán más cuidadosos al administrarlo”, explicó Evelyn Zapata, directora Senior de Educación Financiera de Visa Inc. para América Latina y el Caribe.
Lo anterior se puede complementar con un plan para que el niño ajuste el presupuesto con que cuenta a sus gastos (merienda, juguetes o diversión), sugirió Luis Francisco Cubillos, director del Departamento de Administración de Empresas de la Universidad Central.
El académico agregó que los niños deben entender que no todo el dinero se gasta; también se ahorra. Así, aconseja que el aprendizaje se imparta desde el ejemplo, como podría ser una alcancía familiar para actividades comunes.
“Cuando se establezcan metas familiares, debe asignarse la cantidad que va a aportar cada persona, de acuerdo con sus ingresos. La finalidad del ahorro puede ser algo para todos, como comprar el regalo del Día de las Madres o una cena compartida”, agregó Zapata.
Más adelante, el niño puede tener una alcancía para sus necesidades particulares. Este ahorro pueden incentivarlo los padres con recompensas, si se supera la meta fijada, recomendó Clara Inés Guzmán, líder del programa de Bienestar Financiero de Old Mutual (ver Opinión).
Así mismo, si la alcancía no es de barro, cada vez que el niño aporte o retire dinero hay que verificar que lo anote en una libreta para tener algo similar a un estado de cuenta. “Así, siempre conocerá de cuántos recursos dispone para cumplir sus objetivos”, aclaró Zapata, quien sugiere a continuación otras herramientas para que los niños aprendan a cuidar su bolsillo:
las Cuentas de ahorro para los niños
Este tipo de instrumentos financieros ofrecen a sus hijos experiencias de adultos, como ir al banco o usar un cajero automático. También traen beneficios especiales (retiros gratis y cero pesos en pago de la cuota de manejo). “Además, les muestra cómo funciona el mundo real”, comenta Zapata.
a Enseñar las finanzas con varios juegos
Entre las actividades pedagógicas puede simular situaciones financieras. Por ejemplo, si se trata de un préstamo, entregue a su hijo una cantidad que su mesada le permita pagar a cuotas. Establezca también una fecha límite de pago y explíquele que si no cancela en ese plazo, su deuda crecerá.
Por otro lado, al enseñarle cómo funciona una tarjeta de crédito, puede comprarle algo pequeño que pueda pagar mes a mes. “Él entenderá cómo funcionan los pagos diferidos y cómo cumplir compromisos a mediano plazo”, indicó Zapata.
Técnicas para orientar sus compras
De otro lado, los padres deben ser cuidadosos de respetar las decisiones de consumo de sus hijos, pero es importante que los asesoren. Explíquele qué elementos debe considerar, como la duración del producto o características que denoten su calidad. Como resultado, el niño entenderá la diferencia entre bienes de consumo inmediato y otros duraderos, y aprenderá a elegir lo más conveniente.
No solo el dinero se ahorra
Cuando le hable de ahorro a su hijo, recuérdele que otra forma de cuidar e involucrarse en las finanzas familiares es bajando el consumo de agua y de luz en el hogar. “Apagar el bombillo cuando no se necesite, tomar duchas cortas y desconectar los cargadores u otros dispositivos electrónicos representan un ahorro y una inversión”, manifestó Cubillos.
Por su parte, Guzmán destacó la importancia de que los padres sean constantes en dichas prácticas: los hábitos se adquieren con la repetición.
Edad para comenzar ahorro
En cuanto a la edad propicia para enseñar a sus hijos las primeras nociones del dinero, la neuropsicóloga Nury Lugo Alviz sugiere que es a los 10 años.
“En esta etapa de su vida, el niño no solo ha aprendido operaciones matemáticas básicas, sino que ha desarrollado la capacidad de contención, es decir, la que modera el impulso de gastar todo el efectivo que llega a sus manos y le permite destinar una parte para el ahorro”, señala Lugo.
Aquellos con edad menor viven en un periodo egocéntrico o de yoísmo, característica del comportamiento infantil primario que hace que quieran todo para ellos, en todo momento.
Aplicar estos consejos puede determinar la manera que los futuros adultos administren sus finanzas personales. Los padres tienen la decisión