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Sobre la pista azul del Pala Alpitour de Turín, Novak Djokovic celebró a rabiar su paso a la final del torneo ATP Finals, en que se enfrentaron los mejores jugadores del ranking del circuito más importante del tenis Mundial.
Lo hizo tras imponerse con parciales de 7-6 (7/5), 7-6(8/6) al estadounidense Taylor Fritz, en dos apretados sets, en los que fueron necesarios jugar tie break. Djokovic, que estaba vestido con camiseta y pantaloneta verde, mostró un buen nivel en el juego.
El tenista que ha ganado 21 títulos de Grand Slam recuperó las devoluciones que lo han hecho uno de los mejores de la historia, y consiguió su octava clasificación a la instancia definitiva en este torneo.
Lo que consiguió es histórico, pues al acceder a esta final, consiguió la posibilidad de ganar su sexto título en las finales del año de la ATP, con lo que igualaría al suizo Roger Federer, que es el que más veces la ha ganado hasta el momento.
Pero la alegría no era solo del tenista serbio. Las cámaras de la transmisión enfocaron a sus dos hijos (un niño y una niña), y a su esposa en las tribunas. Ellos saltaban como locos, entendiendo que papá había conseguido un logro importante. Ella sonreía en seña de profunda alegría. La felicidad de lo que consiguió “Nole” también era algo familiar.
Tal vez porque ellos, que viven con él en la cotidianidad, saben lo que le costó al Serbio llegar hasta este punto, en uno de los años en que más polémicas se ha visto envuelto; sobre todo por el hecho de no haberse querido vacunar contra el covid-19.
El 2022 no empezó bien para Djokovic, pues no pudo disputar el Abierto de Australia por no tener la vacuna contra el covid-19, y aunque ya estaba en el país oceánico, fue deportado a su país. Se quedó sin la posibilidad de competir.
Lo mismo le pasó en el US Open. Hasta el final estuvo en vilo si podía o no viajar a participar en el último grande del año. Pero las normas estadounidenses fueron inflexibles y no le permitieron ingresar al país. No jugó dos de los cuatro Grand Slam del 2022.
Tal vez por eso, porque este año tuvo que superar un montón de adversidades a las que no estaba acostumbrado a enfrentarse, fue que el serbio celebró casi con rabia, como sacándose una espina que tenía clavada en el corazón, su paso a las final del ATP Final. También, porque sintió el calor del público, en medio del frío del invierno italiano.
Estudiante de periodismo de la Universidad de Antioquia. Interesado en el periodismo narrativo y los deportes.