“Lo que había acontecido (el beso) no tenía ninguna importancia, ni para mí ni para ella”, agregó Rubiales, que está siendo juzgado por presunta agresión sexual y por las coacciones para tratar de atenuar el escándalo provocado por el beso en los labios que le dio a Hermoso durante la entrega de medallas tras la final del Mundial femenino en agosto de 2023.
“Esto no se trata para nada” de un comportamiento violento, defendió Rubiales este martes.
“Fue un gesto de cariño”, agregó el otrora máximo dirigente del fútbol español.
El escándalo estalló el 23 de agosto de 2023, cuando las jugadoras de la selección femenina española, tras haber ganado el Mundial en Sídney, llegaron al podio para recoger las medallas.
Al felicitar a Hermoso, la número 10, Rubiales le agarró la cabeza con las dos manos y le plantó un beso en los labios.
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La destacada jugadora, convertida en símbolo contra el sexismo en el fútbol español, siempre ha defendido que el beso se impuso contra su voluntad.
“Me sentí poco respetada”, señaló Hermoso en su declaración.
En ella, la actual delantera del Tigres mexicano relató las “incontables” veces que le pidieron que hiciera un comunicado o un video para justificar los hechos, hasta que pidió que la dejaran “en paz”.
Desde el inicio del proceso en la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, en las afueras de Madrid, el antiguo jerarca del fútbol asiste a las declaraciones de testigos.
Estos incluyeron a las compañeras de Hermoso, que describieron cómo la jugadora quedó devastada tras el beso forzado y cómo le afectaron las presiones para disculpar a Rubiales.
Además de él, otros tres coacusados se enfrentan a penas de 18 meses de prisión: el exentrenador de la Roja femenina, Jorge Vilda, y dos exdirigentes de la RFEF, Rubén Rivera y Albert Luque, procesados por las coacciones a Hermoso.