34
profesionales, entre árbitras y asistentes, representan a 10 países en la Libertadores.
Cuando Eliana Ortiz decidió incursionar en el arbitraje del fútbol lo hizo por curiosidad. Pero confiesa que esa actividad la enamoró tanto que se entregó por completo a ella y en 2016 ya estaba recibiendo la escarapela Fifa, aún siendo asistente de la categoría Primera C.
“Quería saber del cuento de esta bonita profesión, pues siempre que entras a la cancha conoces cosas nuevas y bonitas, y nos mantiene físicamente activas”, asegura esta habitante del municipio de Bello y criada en el barrio Santo Domingo Savio, sector nororiental de Medellín.
En ese lugar, cuenta su exprofesor de Educación Física en la Institución Educativa Fe y Alegría, y exárbitro profesional, Óscar Alexis Gutiérrez, “a esta mujer de armas tomar le picó el bicho del arbitraje durante el bachillerato”.
En 2016 debutó en la Copa Libertadores femenina con sede en Uruguay, certamen que le abrió las puestas de torneos internacionales, como suramericanos y Juegos Bolivarianos.
Eliana dice que tras el confinamiento por la pandemia, ella y sus colegas están de regreso. En su caso, el martes viajó a Argentina para hacer parte del grupo de jueces en la Libertadores de mujeres que comenzará este viernes y, a la que llega en óptima forma porque nunca dejó de prepararse física y teóricamente, gracias al aporte de su colegio, Arbiantioquia, que le ha permitido tener “experiencias muy enriquecedoras”.
Comenzó como central, luego se especializó de asistente y también ha recibido capacitación en caso de que le toque apoyar como VAR.
Mujer emprendedora
Eliana tiene 38 años de edad, es la mamá de Isabela (de 11) y la esposa de John Jairo Estrada, un bastión para que ella se mantenga firme en el juzgamiento. Además, cuenta con el apoyo de toda su familia porque en casa de su mamá le han cuidado a la niña para que pueda cumplir con sus permanentes compromisos dentro y fuera del país.
Aunque se graduó de ingeniera de Instrumentación y Control en el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, y no descarta hacer en el futuro una maestría para montar su propia compañía, por ahora no ejerce esa profesión.
En la actualidad, aparte de ser árbitro, lleva a cabo un emprendimiento con un negocio de venta de materiales de construcción.
Lo anterior da cuenta de una mujer luchadora y optimista que, a pesar de lo ingrato que puede resultar el arbitraje en algunas ocasiones, lo disfruta.
“Hay un dicho popular muy conocido: ‘al que le gusta le sabe’, y yo he aprendido a vivir en este ambiente. Los compañeros pasan a ser una segunda familia porque en la semana compartimos los entrenamientos, los viernes las charlas técnicas y los fines de semana dirigimos partidos”.
Ellas se hacen más visibles
A esta nueva presencia en otra edición del torneo internacional de clubes de Eliana junto a la cucuteña María Victoria Daza (central) y la bogotana Jenny Torres (asistente), la semana pasada se sumó la designación de una cuarteta femenina, por primera vez en Colombia, para dirigir en el fútbol profesional masculino.
Sucedió el 26 de febrero en el estadio Romelio Martínez, donde la central María Victoria Daza (Norte de Santander), las asistentes Mary Blanco (Boyacá) y Nataly Arteaga (Nariño), y la emergente Vanessa Ceballos (Magdalena), orientaron el duelo Barranquilla-Huila (0-0), de la Primera B (torneo de ascenso).
Hay que decir, sin embargo, que la pionera en el país y en Suramérica, a nivel individual, fue la caldense Martha Liliana Toro, en la Primera A: 8 de agosto de 1999, Bucaramanga-Quindío. En 1998 había sido designada para el juego Cóndor-Cooperamos Tolima, del torneo de ascenso.
Estos hechos, señala Eliana, ratifican que el arbitraje femenino ha crecido. “La presencia en el exterior ha sido buena, ya hemos estado en mundiales y ahora nos brindan confianza en los campeonatos masculinos del país”.
La antioqueña Ortiz asegura que aunque aún hay aficionados que las mandan a “pitar los frijoles” y no falta la grosería desde las tribunas, ellas están concentradas en su cuento. “Cuando empezamos éramos pocas, fue muy difícil porque había técnicos que no gustaban de nuestra presencia en los torneos de hombres, pero se fueron adaptando. Ellos saben que uno hace las cosas bien y cuando entramos a la cancha asumimos nuestro rol, fieles a los lineamientos y respetando siempre a los jugadores y a todas las personas que nos rodean”.
Esta paisita, simpática fuera de la cancha y recia al momento de dirigir, viajó a Argentina pensando en seguir cultivando su sueño de participar, en un tiempo cercano, en un Mundial