Todo lo bueno engorda o hace daño, decía Doña Sofía Ospina.
He tenido que hacer muchas dietas, aunque las más efectivas fueron por despecho que me dejaron como una piltrafa. Hoy bajar cada gramo es una tortura. En un momento de la vida en que se evitan los remordimientos, a veces los sufro más por lo que dejo de comerme. Detesto los que comen y no engordan.
Ahora es pecado comerse un mamoncillo. Nos quieren enloquecer. Llevo 2 años y medio sin dulce ni harinas. Lo que es pecado es sacrificarse de delicias que matan de emoción como el arequipe, la torta casera, la creme brûlée y los helados por comerles cuento a los miles de nutricionistas de facto que nacieron con las redes, cuyas opiniones dependen de los patrocinadores. Se enriquecen con la confusión, pero somos los que hacemos caso, los del problema. Con tantos intereses de por medio, debemos tener claro que nadie se muere la víspera.
Estudié repostería en Buenos Aires, pero estoy entre los peores reposteros del país. Tuve un profesor que me decía: “Molina el postre tiene que ser tan bueno que la gente se lo come, aunque esté llena”. Hago algunos de los que publicó doña Sofía en recetarios que hizo para varias marcas y otros de las notas de cocina de mi mamá que alegraron mi niñez. La repostería es como la física cuántica de la cocina, con más condiciones que un tute, una ciencia en que las medidas, temperaturas, ambiente, humedad, tiempos y fórmulas se deben seguir al pie de la letra, que horror, pero los buenos reposteros, nos devuelven a los mejores momentos cuando estábamos chiquitos. Como era rico ser niño, pero uno se da cuenta tarde.
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La cultura dulce de Medellín ha tenido oleadas con más de lo mismo que me choca tanto y de pronto todos hicieron brownies, luego cupcakes, macarrones, cruasán de chocolate, tiramisú y ahora torta de zanahoria, que cansancio, cuando tenemos miles de posibilidades. Se destacan los que se salen de la fila para crear, no copiar y tienen éxito gracias a la creatividad.
María Elena Restrepo, Pepita, la Suiza, Chipre, las Palacio, Las 3, El Portal, Santa Helena, Sandú, Mimos, el Cardesco, La Heladería San Francisco, Santa Clara y el Astor, han hecho y siguen haciendo historia, así como las tiendas anónimas de barrio con rollos, lenguas, pasteles, tortas, panderos, pan rey, peras, merengues y galletas del otro mundo.
Ya publicamos la lista de recomendados para llevar a los turistas que nos visitan, hoy la segunda parte con los sitios adónde ir o pedir por las redes para pecar con gusto. De la pandemia quedaron muchos negocios de casa que encontraron el camino del éxito gracias a su talento dulce.
Una vez más me excuso de antemano por aquellos que no quedan en la lista por los rezagos de la memoria, pero creo que le va a agregar varios gramos de felicidad a su vida.
Aquí se acaba el pecado (o empieza):
- Tocino del cielo y Torta de dátiles con manzana y coco de @veroestradaintencionesysabores
- El pie (pay) de coco de Ana María en Niña Juani 314 6197917
- La tarta vasca de@boccacion_reposteria
- Las pecans garrapiñadas y los brownies de @elbudaamarillo
- La torta de arándanos de la chef Mariana Arango @marianacocinasoul
- Los mojicones y pasteles de arequipe de Chipre
- La creme brulée del chef Sebastián Ramírez en el hotel San Fernando Plaza
- Los helados de @ciervosymargaritas una cosa de locos con premios internacionales
- Las galletas de @conlasmanos.enlamasa
- Los cheese cakes de Amada en El Correo
- La mil-hojas de hojaldre, arequipe y merenguitos de Valentina Bakery
- Milongas de Milonga
- Las Queen pistachio de @somos.braun
- Las galletas Kinder Boom de @joybakerycol
- Las tartaletas de coco de Santa Helena
- La repostería argentina de Los Porteños
- La mousse de chocolate y el pecan pie de @eduardomadridpanes
- La torta casera y la Milky way de la Miguería
- La 3 leches de pistacho de @treat.bakery
- La tarta de Ferrero Rocher de @cayetanareposteria
- El cheese cake de snickers de @bakeatstore
Puede salir de Medellín a varios sitios ricos como Dulces y Postres en San Antonio de Pereira de donde me mata la leche quemada, cerca de ahí a Dulce Contigo por dulces y conservas y el postre de manzana con queso, a Esponjados en Llanogrande por María Luisa y helados, en El Retiro a la Violeta por sus galletas con almendras y biscottis y a Mi dulce compañía por su crumble de banano. Por todas las carreteras encuentra puestos con dulces típicos como fresas con crema, pulpas de tamarindo, obleas con arequipe, barquillos, merengón y piononos, entre otros.
Termino con el gran recomendado, ese sabor que me hace delirar y me quita el sueño, desde hace varios años: el Postre de la Tía de Brasas Steak House en Llanogrande.
El Pecado Mortal: Paletas de lecherita
Una base para hacer helados que quedan duros como una paleta, que puede hacer a la manera antigua, en cubetas de hielo con palitos de madera o en cualquier paletera. Las puede preparar de muchas formas con la fruta que le guste: natural, calada, en zumo, deshidratada o en coctel. También con café, cocoa, almendras o alguna esencia. Me encanta con banano, parte licuado y parte en trozos, coco rallado, trocitos de melocotón de tarro, frutos rojos, gulupa o curuba. La clave es dedicarle un buen tiempo a la batida para mezclar muy bien porque de lo contrario se le pueden separar los ingredientes. Si se pone a pensar mucho en las calorías o esperar consejos de los eruditos de las dietas, se lo va a tragar la tierra, porque en esta receta no caben frases como: me gustan los postres con poquita azúcar o ¿lo puedo hacer con Stevia? Que horror, hasta donde llegamos.
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Los dos ingredientes obligatorios para estas paletas son para morirse de emoción: crema de leche y leche condensada. Conozco dos fórmulas para que escoja:
1 parte de crema de leche por 1 de leche condensada.
2 partes de crema de leche por 1 de leche condensada.
La receta original era con Nestlé, pero puede ensayar otras.
Debe poner, las cantidades de lecherita y crema, a su gusto, en una batidora y batir al menos por 10 minutos a baja velocidad. Se puede medir con batidor manual, pero se le va caer la mano. Una vez integrada la mezcla, puede incorporar la fruta como quiera o batirla. Arme sus paletas y congele hasta que estén listas, porque se toman su tiempo en quedar duras. En mi casa, mi mamá congelaba todo en un molde y quedaba como una casata que da tajada. La servía con un tris de crema de leche por encima y una pisca de ralladura de limón.
Una vez al año no hace daño.
