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Más de 30 países ha recorrido un circo nómada familiar

Circus Family On The Road es un proyecto artístico de una familia hispano-italiana. Estuvo en Medellín y ahora va rumbo a Ecuador.

  • Otho y Teo son mellizos. Thelma es la mayor de los hijos de la pareja compuesta por Iñaki Sevila y Enrica Sevilla. Esta familia lleva siete años en la carretera, con su show familiar. FOTO Esneyder Gutiérrez
    Otho y Teo son mellizos. Thelma es la mayor de los hijos de la pareja compuesta por Iñaki Sevila y Enrica Sevilla. Esta familia lleva siete años en la carretera, con su show familiar. FOTO Esneyder Gutiérrez
  • Todos los miembros del grupo siempre están en el escenario, así no tengan el papel principal. FOTO Esneyder Gutiérrez
    Todos los miembros del grupo siempre están en el escenario, así no tengan el papel principal. FOTO Esneyder Gutiérrez
hace 13 horas
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Ni Iñaki Sevilla (español) ni su esposa Enrica (italiana) responden a la pregunta sobre cuál es el sitio más hermoso que han visto durante estos siete años de nomadismo familiar a cargo del Circus Family On The Road. No debe ser sencillo preferir un país por sobre el resto de los 30 que han conocido con sus hijos Thelma, Teo y Otho. Entonces, ambos responden que el mejor país que conocen está hecho de partes de los distintos lugares en los que han presentado sus shows circenses. (Cuando la reportería para esta nota se hizo ellos estaban en Medellín. Ahora, cuando usted la lee, probablemente estén con su casa rodante en algún municipio del Eje Cafetero. O, de plano, ya estén en la autopista que conduce a la frontera con Ecuador).

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Como muchas historias, esta comenzó con un encuentro de amor. Este ocurrió a principios de la década del 2.000, cuando Iñaki y Enrica se encontraron en un curso de improvisación teatral en Barcelona. “Al poco tiempo, ya estábamos montando locuras juntos”, dice Iñaki, mientras prepara el escenario en el que en cuestión de minutos su familia se presentará ante los estudiantes de un colegio de la vereda Aguas Frías, de Medellín. Tanto él como ella provenían del mundo de las artes escénicas —él del teatro, ella del clown y el trapecio—, pero fueron los nacimientos de los hijos los que impulsaron a pensar en un proyecto que fuera familiar. “Los niños crecieron entre festivales, viendo espectáculos y compartiendo con artistas. Era natural que el circo les gustara”, explica Enrica.

En 2017, tomaron una decisión radical: vendieron su casa, compraron una casa rodante usada y se lanzaron a la carretera para ir de aquí para allá por distintos continentes. “Queríamos darle un propósito a nuestro viaje: hacer arte y conectar con personas”, dice Iñaki. Su primera ruta los llevó por Europa y el norte de África, pero el gran salto llegó cuando embarcaron la casa rodante rumbo a México. Desde allí, atravesaron Estados Unidos, Centroamérica y Sudamérica.

***

Circus Family On the Road no es un show tradicional. Es una fusión de disciplinas que refleja la personalidad de cada miembro: Thelma se cambia de vestuario en un abrir y cerrar de ojos y se mueve al compás del hula hoop; Teo hace los pases mágicos para aparecer y desaparecer objetos, para soltarse de las esposas que le atan las muñecas; Otho hace reír a los asistentes con las ocurrencias de un payaso silencioso. A su vez, Iñaki y Enrica comparten las labores de presentación. Al menos así pasa en el show en esta escuela de Medellín.

Todos los miembros del grupo siempre están en el escenario, así no tengan el papel principal. FOTO Esneyder Gutiérrez
Todos los miembros del grupo siempre están en el escenario, así no tengan el papel principal. FOTO Esneyder Gutiérrez

Todos siempre están en el escenario, así no tengan el papel protagónico. El mimo Carlos Álvarez –director del Circo Medellín– emplea la palabra refrescante para referirse al show de esta familia trashumante. Y tiene razón: aunque los números del circo sean universales, la energía de esta familia en el escenario es contagiosa. Sin pretender el virtuosismo de otras compañías, salta a la vista del espectador que el espectáculo de este circo se nutre de los paisajes compartidos y de las millas acumuladas entre todos.

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Pero su verdadero impacto radica en las funciones solidarias. “Hemos actuado en hospitales, orfanatos y comunidades indígenas. En Tijuana, trabajamos con migrantes. Esas son las sonrisas que más nos marcan”, relata Iñaki. Para los hijos, estas experiencias han sido su educación más valiosa. “Ver la realidad de las fronteras les enseñó más que cualquier libro”, reflexiona Enrica.

Esto es tan así que esta familia llama la atención de los medios noticiosos. Hace un par de años Univisión Noticias le hizo un reportaje cuando se presentó en un albergue para migrantes en Tijuana. “Vamos por el mundo entregando sonrisas”, dice Iñaki para responder a la pregunta sobre el objetivo de este viaje.

La vida en carretera

Vivir en movimiento exige adaptación. Cada país implica nuevos trámites migratorios —”con una casa rodante, todo es más complejo”— y una economía fluctuante. “Algunos meses hay abundancia; otros, apenas llegamos. Pero siempre priorizamos los proyectos sociales”, admite Iñaki.

La educación de los hijos se basa en el autodidactismo y las experiencias. “Les enseñamos matemáticas y lengua, pero el mundo es su aula”, dice Enrila. En Medellín, por ejemplo, Teo intercambió técnicas con un mago local. “Ese aprendizaje orgánico es insustituible”, añade. Aunque la rutina es impredecible, mantienen ciertos rituales. “Ensayan diariamente, pero el público es su mejor maestro. Sus reacciones moldean el espectáculo”, explica Iñaki.

¿Hasta cuándo piensan seguir en esta vida nómada?

Iñaki: “Hasta que estemos todos cómodos. Cuando alguno de nosotros ya no esté cómodo, a otra cosa sin problemas. Además, contamos con hijos que ahora tienen 15 y 12 años, y llegará un momento que ellos querrán volar solos, así que en ese momento ya se verá lo que se hace”.

¿Cómo es el día a día de una familia nómada?

Enrika: “Es un día normal como una familia normal. Nos levantamos, desayunamos, hay cosas que son de una familia normal. Pero claro, nosotros al abrir la puerta estamos cada día en un jardín diferente, tenemos delante paisajes diferentes, tenemos amigos diferentes, gente diferente, con cultura diferente, a veces con idioma diferente y esto es una aventura, cada día una es una aventura”.

¿El show se adapta según el público?

Enrika: “El show es estándar, pero el público es diferente, las reacciones son diferentes, también a veces hacemos versiones más cortas si vemos que el público está distraído. Si es un festival donde hay otros espectáculos, hacemos versiones más cortas o vemos que es un espectáculo íntimo, que el público está por nosotros, entonces hacemos toda la versión, le damos todo lo que podemos meter en el espectáculo”.

Poliglotismo familiar

“Hablamos español, italiano, catalán y un poquito de inglés. Unas palabras de francés, unas pequeñas palabras de alemán, un poquito de árabe, así. Ahí donde vamos intentamos, por lo menos lo poco que decimos en el espectáculo, decirlo en la lengua del país donde estamos”, cuenta Enrica.

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