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¿Se movió maquinaria ilegal para que JJ Roldán llegara al Senado?

En cafetería de Caldas revisaban cédulas, indicaban por quién votar y asignaban ‘edecanes’.

  • Quienes dirigían el puesto serían Jhon Jairo Osorio (de frente) y Simón Posada (de espaldas), cercanos al exalcalde Carlos Durán. FOTO EL COLOMBIANO
    Quienes dirigían el puesto serían Jhon Jairo Osorio (de frente) y Simón Posada (de espaldas), cercanos al exalcalde Carlos Durán. FOTO EL COLOMBIANO
  • Anfitrionas cotejaban cédulas con planillas.
    Anfitrionas cotejaban cédulas con planillas.
  • ¿Se movió maquinaria ilegal para que JJ Roldán llegara al Senado?
  • ¿Se movió maquinaria ilegal para que JJ Roldán llegara al Senado?
13 de marzo de 2022
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Ya sabe por quién votar, ¿verdad?, le dijeron casi al unisono dos de los anfitriones a la mujer de unos 65 años vestida de camiseta de color amarillo quemado que, minutos antes, se había acercado a la entrada de la cafetería y panadería La Charlot, en Caldas (sur del valle de Aburrá).

Y ante una respuesta gestual que al parecer no les resultó muy convincente, una de las anfitrionas le pasó dos tarjetas cuyo denominador común era que en el reverso mostraban el logo del Partido Liberal tachado con una equis, mientras que por el anverso una tenía la foto del representante a la Cámara y ayer aspirante a senador, Jhon Jairo Roldán; y la otra, la del candidato a la Cámara Rodrigo Ardila (expersonero de Medellín), todas dos tachadas también con una equis.

Un periodista de EL COLOMBIANO estaba en el lugar y presenció este acto de presunto constreñimiento al elector, que se considera un delito. Todo porque una lectora indignada llamó al principio de la mañana para denunciar que en un establecimiento comercial vecino del hospital San Vicente de Paúl, de Caldas, estaban comprando votos.

Al llegar apreciamos el movimiento de personas que iban y venían entre las dos esquinas de la cuadra y confluían en las afueras de La Charlot. A la parte exterior del negocio arribaban continuamente personas y los anfitriones les pedían la cédula para compararlas con los registros de sus planillas de papel; posteriormente repasaban con la “clientela” el número de la mesa de votación y les daban un refrigerio. Pero allí no paraba la operación: un “edecán” acompañaba caminando a los “clientes” hasta los puntos de votación más próximos establecidos en las escuelas María Auxiliadora y Santa Inés, o les asignaban un taxi si era del caso porque estaban inscritos en sitios más lejanos.

En un momento, a media mañana, se formó un alboroto interno. Los operadores del puesto de control de votantes, visiblemente preocupados porque algo no estaría saliendo bien, comentaban que era urgente traer dos computadores para corroborar la información con las bases de datos de la Registraduría.

La respuesta de un hombre alto, de cabello ralo, vestido de buzo manga larga blanco y bluyines, fue que tocaba llamar a un tal Julián que resolviera el problema logístico. Era evidente que él mandaba sobre la operación aunque de vez en cuando se coordinaba con otro hombre, también vestido de bluyines y camiseta blanca.

Cuando un periodista que no se había identificado como tal le preguntó a una de las dos mujeres que atendía en La Charlot cuánto le podían dar a uno si tenía tres familiares habilitados para votar, esta se apartó para hablar con una de las personas ligadas a la campaña; a los cinco minutos volvió y dio la razón de que acá no compraban votos. Era evidente que desconfiaban de la intención de quien planteaba el negocio.

A las 11:23 a.m., el periodista se comunicó con la Misión de Observación Electoral para que se tramitara la denuncia y qye se verificara oficialmente si estábamos ante un escenario de actos contra el sufragio. Voceros de ese organismo confirmaron que habían tramitado la información con la Policía, pero aún así no se produjo ningún operativo para contrarrestar el presunto ilícito.

Al mostrarles a habitantes de Caldas las fotos que tomamos en el sitio, identificaron a quienes dirigían la operación. Uno sería Jhon Jairo Osorio, un policía pensionado, abogado y relacionado con el exalcalde de Caldas, Carlos Durán; el otro, Simón Posada, un excandidato del Partido Liberal a la Alcaldía de ese mismo municipio.

Roldán es un viejo aliado de la casa Suárez Mira de Bello. Además, su nombre aparece mencionado en la investigación por el desfalco de San Andrés a través de la contratación pública. Habría sido fundamental para enlazar a empresarios antioqueños con políticos corruptos de la isla y a cambio la coima habría sido de $200 millones.

Igualmente, en 2019 el Consejo de Estado inadmitió y archivó una solicitud de pérdida de investidura en su contra, originada en señalamientos de que habría conspirado para conseguirle votos en 2015 a César Suárez Mira para la Alcaldía de Bello.

Fuentes le informaron a EL COLOMBIANO que Roldán cuenta con cuotas burocrácitas en el Hospital General y Metrosalud. Además, sus pupilos Ardila y Julián Peinado han apoyado al cuestionado alcalde de Medellín.

Remate con ‘combo’ de pollo

Un vecino del hospital San Vicente contó que el puesto de enganche de votantes lo habían instalado muy temprano y hacia las 7:30 a.m. apareció el primer viaje de posibles votantes en un microbus procedente de la zona rural. El recibimiento, antes de pasar al asunto de fondo, es decir al relacionado con los votos, fue con los respectivos sandwiches dados a modo de desayuno. En la tarde hubo combos de pollo apanado servidos en caja de cartón para los adeptos de los dos candidatos.

Tipo 1:30 p.m., los partidarios de Roldán y Ardila concentraron su acción en las inmediaciones de La Charlot, hasta las 4:00 p.m. en punto, hora en que cerraron también las mesas de votación en todo el país. Anoche, EL COLOMBIANO trató de establecer contacto con Roldán y Ardila para conocer su explicación sobre la denuncia pero no contestaron sus teléfonos móviles.

Al cierre de esta edición, Roldán ya había asegurado su curul, mientras que Ardila se ‘quemaba’ para la Cámara

84
mil votos obtenía al cierre de esta edición el senador Roldán, con 96% escrutado.
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