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La atención, el esfuerzo médico y los recursos financieros que está concentrando el coronavirus, amenazan con interrumpir los cuidados que necesita la otra pandemia que, aunque algunos lo hayan olvidado, todavía sigue azotando al mundo: el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).
La alerta la arrojó Onusida, en un reciente estudio, en el que indicó: “Un nuevo análisis ha revelado los posibles efectos que la pandemia mundial de la covid-19 podría causar en los países de ingresos medios y bajos de todo el mundo, en lo que respecta al suministro de medicamentos antirretrovirales genéricos utilizados para el tratamiento del VIH”.
Según la entidad, “los confinamientos y cierres de fronteras están afectando tanto la producción de medicamentos como su distribución, lo que podría generar aumentos en sus costos y problemas de suministro. Se estima que el costo final de los antirretrovirales exportados desde la India podría aumentar entre un 10 % y 25 % con respecto al precio normal”.
Y aseveró: “Los modelos recientes estiman que una interrupción completa de seis meses en el tratamiento del VIH podría provocar más de 500.000 muertes adicionales por enfermedades relacionadas con el Sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida)”.
La amenaza se cierne especialmente sobre las naciones más pobres de África. Según Onusida, “una interrupción de seis meses en los servicios de prevención de la transmisión maternoinfantil del VIH conllevaría al aumento en las nuevas infecciones por el VIH en niños, que sería del 162 % en Malawi, 139 % en Uganda, 106 % en Zimbabwe y 83 % en Mozambique”.
En Colombia el panorama no es tan sombrío, pero los efectos de las cuarentenas ya comenzaron a notarse en estos pacientes.
“Muchos de los tratamientos dependen de las afiliaciones a las EPS e IPS, pero como bastantes personas se han quedado sin trabajo por la crisis económica que vino con la covid-19, dejaron de cotizar al sistema y se interrumpió la medicación”, expresó el enfermero Ricardo García, coordinador de Educación de la Liga Colombiana de Lucha contra el Sida.
Para subsanar esta situación, el Gobierno Nacional emitió el Decreto 800 de 2020 “que garantiza el aseguramiento en salud para aquellas personas que en el marco de la emergencia sanitaria derivada de la covid-19, perdieron su trabajo y en consecuencia la capacidad de pago al Sistema General de Seguridad Social en Salud”, dice el encabezado.
Esa norma indica que cuando un ciudadano se quede sin acceso al régimen contributivo, podrá seguir afiliado a las EPS accediendo de forma temporal al régimen subsidiado (Sisbén). Pero una cosa es la teoría, y otra lo que está ocurriendo en la práctica.
“Algunas EPS, no todas, no estaban preparadas para este trámite, para hacer los cobros respectivos a otras entidades, y este tema administrativo tan dispendioso frenó los tratamientos; algunas exigían que el paciente llevara al menos un año cotizando antes de pasarlo al régimen subsidiado, pero hay personas que tenían contratos laborales de apenas seis meses o menos. En consecuencia, tenemos pacientes que llevan casi un año sin los antirretrovirales”, acotó García.
Otro inconveniente tiene que ver con la logística para la entrega de medicamentos, teniendo en cuenta que algunos afectados no pueden acercarse a las sedes, debido a la cuarentena y las comorbilidades, y no todas las EPS tienen los recursos para enviar la droga a domicilio. El mismo problema lo tienen los colombianos VIH positivos que quedaron varados en otros países por los cierres de fronteras.
Entre los retos sobre la mesa también está la atención médica por teleconferencia, que si bien modificó las condiciones para la revisión de todas las enfermedades, con el VIH es más complicado.
“Muchos de los pacientes positivos son población vulnerable, como habitantes de calle, trabajadoras sexuales y jóvenes de estratos 1 y 2, sin acceso a Internet, teléfono ni posibilidades de conexión”, relató García.
En términos de cifras, los boletines epidemiológicos del Instituto Nacional de Salud (INS) indican que el acumulado de personas con VIH al final de 2018 era de 13.999; en 2019, de 16.068; en 2020, cuando comenzó la pandemia en Colombia, fueron 11.848; y en lo que va de 2021, con corte al 27 de marzo, se han documentado 3.205 pacientes.
Si analizamos esa estadística a la luz de las medidas de distanciamiento social y encierro que propició la covid-19, hubo una disminución en los reportes entre 2019 y 2020, de 4.220 casos. La diferencia, sin embargo, no significa que hubo menos transmisiones del virus.
Para García, podría entenderse como que “se afectó la detección de la enfermedad, porque no ha habido mucha posibilidad de hacer tamizajes en esta época”.
Si hablamos de la situación mundial, hay una especie de estabilización en la tendencia. En 2018 se registraron 1,7 millones de nuevas infecciones; las mismas que para el periodo 2019 – junio de 2020 (ver infográfico).
Los países asociados en Onusida se pusieron una meta para el 2030, conocida como 95-95-95. Quiere decir que para dentro de nueve años, las naciones deberían tener diagnosticados al 95 % de los enfermos, que el 95 % de estos tengan acceso continuo al tratamiento, y que en el 95 % de los casos se haya logrado reducir la infección en los pacientes al punto de que el virus sea intransmisible (supresión viral).
“La estrategia describe las intervenciones que requieren la máxima prioridad en los próximos años, y las comunidades en las que se deberán centrar los esfuerzos, en particular poblaciones clave, mujeres y niñas, y millones de personas infectadas con el VIH que aún ignoran su estado serológico (...)”, expresó el pasado 24 de marzo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante una reunión la Junta Coordinadora de Onusida.
La idea era lograr el 90-90-90 a 2020, pero por la aparición en escena del coronavirus, la meta se rediseñó. Si esto se logra, el VIH dejaría de ser una pandemia, una amenaza global. Frente a esos objetivos, ¿cómo vamos en Colombia?
Las cuentas las lleva el Fondo Colombiano de Enfermedades de Alto Costo, que depende de los ministerios de Salud y Hacienda. Su más reciente informe fue hace cuatro meses, con ocasión del Día Mundial del Sida (diciembre 1°).
Según esa entidad, “de las 116.862 personas que viven con VIH y están afiliadas al sistema de salud, el 94 % tuvieron acceso al tratamiento, y de estas el 85 % logró la supresión viral”.
Aunque hay avances importantes, la piedra en el zapato sigue siendo el subregistro, que puede ser crítico en las áreas rurales, según la Liga contra el Sida, porque además de pocos recursos médicos, el uso del condón no es masivo en esos lugares.
Sobre este panorama también buscamos la versión del Minsalud, pero no fue posible obtener su respuesta al cierre de esta edición.
El médico Jaime Valencia, director general de la organización Aid for Aids Colombia (que traduce Ayuda para el Sida), comentó que nuestro país “ha progresado bastante en cuanto a la atención y tratamiento, pero el mayor reto sigue siendo la búsqueda de las personas que no saben que tienen el virus. Onusida calcula el porcentaje global de subregistro en un 35 % respecto a los pacientes detectados”.
Superar esa situación implica un esfuerzo estatal para persistir e incrementar las campañas de tamizaje y la realización de exámenes clínicos, y la decisión de los ciudadanos de practicarse la prueba por lo menos una vez al año.
Frente a esto último, son los miedos y estigmas los que dificultan que la gente incorpore ese examen a sus consultas médicas cotidianas.
“En muchos casos, el diagnóstico del VIH no es un asunto médico, sino social. La gente piensa qué dirá su familia, qué dirán en su trabajo, porque la visión de la enfermedad, incluso desde los medios de comunicación, sigue siendo fatalista”, narró Valencia.
Para el experto, la educación sexual en los colegios se ha venido reduciendo, y en días de pandemia por la covid-19, mucho más, por causa de las clases a distancia, en las que al parecer solo queda tiempo para las materias básicas, en un escenario donde no todos los alumnos tienen Internet.
“Aunque el VIH no tiene cura todavía, cuando la persona se diagnostica y entra a terapia su expectativa de vida puede ser similar a quien no tiene el virus, puede seguir siendo productivo para la sociedad”, dijo Valencia.
Hay que recordar que VIH no es igual a Sida, que esta es una condición de deterioro avanzada, que se puede combatir con los medicamentos, al punto de llegar a la supresión viral. No hay que perder la esperanza.
Según la OMS, la covid-19 ha causado la muerte de 2.9 millones de personas desde su descubrimiento en 2019, y a la fecha lleva 135.4 millones de infectados. El VIH, desde su detección en los 80, ha matado a 39 millones de ciudadanos, y hoy se calcula que 38 millones conviven con la enfermedad. No olvidemos eso.