La llegada de una compañía de militares (entre 70 y 250 hombres) del Comando Sur de los EE. UU. a Colombia el próximo 1 de junio para, según el Ministerio de Defensa, asesorar a altos mandos militares colombianos en la lucha contra el narcotráfico, levantó un polvorín político y militar sobre la conveniencia y legitimidad del arribo de los militares a suelo colombiano.
Amparados en el artículo 173, numeral 4 de la Constitución de Colombia que dice que “son atribuciones del Senado permitir el tránsito de tropas extranjeras por el territorio”, algunos congresistas reclamaron al Gobierno por “esa atribución” inconsulta.
Uno de ellos fue Lidio García Turbay, presidente del Senado, quien le recordó al presidente Iván Duque que este tipo de decisiones “es una atribución constitucional del Senado de la República”.
Las voces de rechazo no pararon ahí, y el senador Antonio Sanguino expresó que “un convenio de cooperación no puede violar principios constitucionales de soberanía e integridad territorial con presencia de esta Brigada”.
Ante los reclamos, el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, salió a calmar las aguas y explicó las funciones de los soldados de EE. UU.: “Este personal asesorará a los Estados Mayores de las Fuerzas de Tarea Hércules, Vulcano, Omega y de la Brigada contra el Narcotráfico”, dijo.
El ministro agregó que esta unidad no hará tránsito en el país ni participará en operaciones militares. “Las operaciones militares las desarrollan exclusivamente las tropas colombianas”, enfatizó.
¿De paso hacia Venezuela?
El 5 de agosto de 2019, Craig Faller, jefe del Comando Sur de EE. UU. viajó hasta Colombia y se reunió con los altos mandos para “estrechar lazos de cooperación y seguridad”, como lo informó en ese momento el general Luis Fernando Navarro, comandante de las Fuerzas Militares.
En esa reunión se acordaron ejercicios conjuntos entre soldados estadounidenses y colombianos en el país, que se evaluaron después en otras reuniones a las que incluso asistió el presidente Iván Duque y Mindefensa (ver Claves).
“Se hizo todo tipo de acciones de ataque y defensa y humanitarios para ayudas y desastres que se evaluaron en reuniones en enero, marzo y abril en la Casa de Nariño”, aseveraron a EL COLOMBIANO fuentes de Inteligencia Militar.
Pese a las explicaciones, la pregunta que queda en el aire es sí la llegada de este comando servirá de plataforma a EE. UU. para una intervención militar en Venezuela.
Mathew Charles, investigador en el Observatorio de crimen organizado en la Universidad del Rosario, consideró que el arribo de los militares es una jugada geopolítica. “Se trata de extender la influencia de Washington en América Latina y también es un mensaje para Nicolás Maduro y Venezuela, visto por el gobierno estadounidense como un narcoestado. Junto con el despliegue naval en el Caribe, básicamente los tienen rodeados”.
Pero para el consultor internacional en Seguridad y Defensa, John Marulanda, este movimiento de tropas no es nuevo y se da desde el 2000 cuando se dedicó a entrenar Brigadas contra el Narcotráfico. “Llama la atención que estas unidades vayan a estar en zonas críticas como Catatumbo o Arauca, pero no hay nada irregular ni tiene que ver con Venezuela”, dijo Marulanda .